El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, ha declarado persona non grata a diez embajadores occidentales, entre ellos los de Alemania, Estados Unidos, Francia y Holanda. La decisión se produjo después de que los diez embajadores expresaran su preocupación y pidieran la liberación del activista de los derechos civiles Osman Kavala.
"Di la orden a nuestro Ministro de Asuntos Exteriores. Le dije que se encargara de declarar a estos diez embajadores como personas non gratas lo antes posible", dijo Erdoğan el sábado en la inauguración de un parque en Eskişehir, en el centro de Anatolia.
En diplomacia, esto cuenta como el anuncio de la expulsión. En su habitual lenguaje robusto, Erdoğan dijo, dirigiéndose a los embajadores: "¿Tienen derecho a dar una lección a Turquía? ¿Quiénes son ustedes? "
Disputa por el llamamiento a la liberación de Kavala
Los embajadores de Estados Unidos, así como de Alemania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Países Bajos, Suecia, Canadá, Noruega y Nueva Zelanda, hicieron un llamamiento conjunto a principios de esta semana para la liberación del activista de derechos civiles Osman Kavala. Como consecuencia, Ankara convocó a los embajadores el 19 de octubre y amenazó con expulsarlos. Los dirigentes turcos calificaron de "inaceptable" la petición de los países de liberar a Kavala. El ministro del Interior, Süleyman Soylu, llegó a acusar a los embajadores de "interferir indebidamente en los procedimientos judiciales en curso". La exigencia de la liberación de Kavala, dijo, "ensombrece la comprensión de la ley y la democracia por parte de los representantes diplomáticos".
En la cárcel sin sentencia
Osman Kavala lleva cuatro años entre rejas sin ser condenado. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ya pidió su liberación inmediata en 2019. Turquía ignora el veredicto. El pasado mes de septiembre, el Consejo de Europa amenazó a Turquía con tomar medidas disciplinarias, citando la sentencia del TEDH, si no liberaba a Kavala antes de finales de noviembre. En el caso del político kurdo del HDP Selahattin Demirtaş, el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan también hizo caso omiso de las sentencias del TEDH.
El país se enfrenta al abismo económico
Queda por ver si los diplomáticos serán realmente expulsados. Quizás el enfado del jefe de Estado en Ankara atestigua su creciente nerviosismo. Dada la caída de la lira turca por la reciente bajada de tipos y la inflación galopante, el país se enfrenta a un abismo económico. Una población que ya no sabe con qué pagar la comida y el alquiler puede rebelarse rápidamente y ya no se dejará engatusar con bolsas de té regaladas.
A esto se añade el aislamiento en la política exterior de Turquía y los reveses en la guerra de ocupación en el sur del Kurdistán (norte de Irak). El hecho de que el bien armado ejército turco se vea impotente frente a las guerrillas del HPG y del YJA Star y que ni siquiera el uso de armas químicas, prohibido internacionalmente, pueda acabar con la resistencia del PKK, hace que el presidente turco esté cada vez más nervioso y, por tanto, sea imprevisible.