Las elecciones en Bolivia, luego del golpe de estado llevado adelante por la derecha boliviana, se celebraron este domingo luego de varios cambios en la fecha, presiones, cambios de mesas, amenazas, y represión, con la particularidad de que la tarjeta del fraude no se podía utilizar ya que el gobierno de facto era quien las organiza, frente a las presiones del pueblo, y del exterior, que si bien jugó un papel en el golpe, tuvo que salir a declarar que no hubo fraude. Los resultados le dieron una aplastante victoria al MAS (Movimiento al Socialismo) con el candidato a presidente Luis Arce Catacora, con más de un 52%.
Los principales tres partidos políticos participantes fueron Movimiento Al Socialismo (MAS) con Luis Arce Catacora como candidato a presidente; Comunidad Ciudadana (CC), agrupación circunstancial, con Carlos Mesa; y la alianza Creemos, el proyecto del partido del golpista Luis Fernando Camacho. El resto de los candidatos, incluso la propia Añez, se bajaron de la candidatura para fortalecer el voto de la derecha. Aún así no les alcanzó.
En la previa electoral hubo desorganización, cambios de mesas, y de registros, denuncias en el exterior donde no dejaban votar a ciudadanos bolivianos por el contexto de coronavirus, que finalmente se logró por la presión del pueblo boliviano que reside en el exterior, muchos de los cuales debieron exiliarse por el golpe de estado y su afiliación al MAS. El gobierno de facto además detuvo a periodistas y observadores que habían llegado al país para seguir las elecciones.
Otro intento más para amedrentar a los votantes por parte del gobierno de facto fue la militarización total de Bolivia, incluso en lugares o parajes rurales donde nunca hubo situaciones de convulsión social. Además indicaron que no era obligatorio ir a votar por el contexto de coronavirus. Sin embargo la gente fue a las urnas masivamente, tanto en Bolivia como en el exterior y Arce y el ahora vicepresidente electo, David Choquehuanca obtuvieron más del 52% de votos, seguidos por Carlos Mesa con un 31,5% y Fernando Camacho con 14,1%. El resultante fue aplastante, en distritos históricamente manejados por la derecha conservadora xenófoba como Santa Cruz de las Sierras el MAS ganó, y en Sucre, el bastión de Carlos Mesa, Arce salió segundo por muy poca diferencia.
El nuevo jefe de Estado en Bolivia dio un mensaje luego del resultado: “Agradezco a los observadores que han tenido la gentileza de venir a nuestra casa y escuchar nuestras preocupaciones por cómo se estaba desarrollando el sistema electoral (…) Los resultados demuestran que el pueblo es sabio y vamos a responder con todas las expectativas”.
El ex presidente del Estado Plurinacional de Bolivia y jefe nacional de campaña del Movimiento al Socialismo, Evo Morales expresó: "Hermanas y hermanos: la voluntad del pueblo se ha impuesto. Se ha producido una victoria contundente del MAS-IPSP. Nuestro movimiento político tendrá la mayoría en las dos cámaras. Hemos vuelto millones, ahora vamos a devolver la dignidad y la libertad al pueblo. #JallallaBolivia".
La autoproclamada presidenta de Bolivia, luego del golpe de estado, reconoció la victoria del MAS en horas de la noche.
Un año de masacre y represión, un golpe que no debió ser
Hace exactamente casi un año se celebraban las elecciones democráticas en Bolivia. Evo Morales, luego de 13 años de gobierno siendo el primer jefe de Estado indígena en el país, buscaba un cuarto mandato con el aval de la justicia boliviana, que le permitía presentarse a elecciones. Una situación bastante cuestionada, por la perpetuidad del cargo.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) otorga el 46,4 por ciento de los votos a Morales, contra un 37,07 al candidato de la derecha Carlos Mesa. Evo ganaría en primera vuelta, lo que inició una radicalización en el discurso de la derecha, y una acusación de fraude. La OEA (Organización de Estados Americanos) declaró sorpresivamente, en la línea del discurso de la derecha boliviana, "su profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar" de los resultados preliminares y pedían ir directamente a segunda vuelta.
Manifestaciones, represión, violencia, miles de muertos y detenidos. Una ola de violencia y odio desatada terminó con la renuncia de Evo Morales, tres semanas después, quién finalmente se asiló en Argentina para no resultar preso o asesinado.
Esa misma semana sucedió la masacre de Senkata, de la cuál familiares de las víctimas y sobrevivientes aún piden justicia.
El estado de terror, la debacle económica, y el hambre reinaron como no se veía hace más de 10 años. El coronavirus llegó y recrudeció la situación, los cuerpos muertos de las víctimas fatales del virus yacían en las calles, incluso tuvo un capítulo de denuncias de corrupción por respiradores adquiridos por Áñez en España que no eran aptos para uso hospitalario de terapia. Un pueblo que un año atrás eligió democráticamente y fue reprimido, tuvo que aguantar un año de muerte y violación de derechos y el silencio de la comunidad internacional, para demostrar que no fue fraude y que no quieren a la derecha en el poder.
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