Agencias y medios de comunicación hablaron de cientos de miles de participantes, sin atreverse a poner cifras, a lo que suele ser la mayor manifestación de este tipo del mundo.

Las amenazas a las conquistas por parte del movimiento LGBTI planteadas por el actual presidente Jair Bolsonaro han hecho de la manifestación la más grande de las 22 ediciones anteriores.

La actitud abiertamente machista del Presidente, que se enorgullece de esto e insulta públicamente a cualquier identidad diversa, ha alentado el aumento de la presión social por parte de los sectores religiosos y reaccionarios, el crecimiento de actitudes intolerantes y violentas contra estas comunidades por parte de la sociedad que se siente legitimada y apoyada por las constantes declaraciones homófobas del actual presidente.

La marcha mantuvo su tono festivo, incluso en esta ocasión con numerosas referencias a la defensa de los derechos adquiridos de LGBTI, ya que la diversidad sexual dejó de considerarse una "enfermedad" en el país recién en 2002, mientras que en 2013 la Corte Suprema legalizó el matrimonio igualitario.

Sin embargo, Brasil tiene el peor récord mundial en cuanto a la muerte violenta de personas de la comunidad LGBT por causas de homofobia e intolerancia, en 2019 ya se han registrado 126 muertes.