El Ministerio de Inteligencia de la República Islámica de Irán y el Servicio de Inteligencia de la Guardia Revolucionaria afirmaron, en un comunicado emitido la semana pasada, que las dos periodistas que sacaron a la luz por primera vez la detención y muerte de Jina Amini y los actos de violencia que se produjeron después fueron detenidas y acusadas de ser "agentes extranjeras".
Niloufar Hamidi, una de las dos periodistas detenidas días después del inicio de las protestas, fotografió a Jina Amini maltrecha en su cama de hospital, desmintiendo la afirmación del régimen de que la joven kurda había "sufrido un ataque al corazón". La otra periodista detenida, Elahe Mohammadi, anunció al mundo el ataque perpetrado por las fuerzas del régimen en el funeral de Amini.
La Asociación de Periodistas de Teherán emitió un comunicado en el que subrayaba que la declaración del Ministerio atentaba contra el periodismo en la República Islámica y violaba la libertad de prensa.
La asociación escribió: "La detención de dos de nuestras colegas por cumplir con sus deberes profesionales es inaceptable. Si un periodista no puede seguir y escribir las noticias, entonces el periodismo debería ser prohibido por completo. Acusar a dos de las periodistas más profesionales del país de ser "agentes" formadas en el extranjero es un insulto a la inteligencia de los periodistas y del público. No es el periodismo lo que debería ser ilegal, sino el intento de criminalizar la profesión periodística.