Debido a la persecución y al arbitrio de las milicias apoyadas por los turcos, M. F. tuvo que abandonar la ciudad ocupada de Afrin hace unos 20 días. Informa sobre los absurdos métodos de secuestro de las fuerzas invasoras y explica cómo los yihadistas llegan a las aldeas y se dirigen a los jóvenes como "Heval" o "Refiq", como camarada, y cuando reaccionan, los secuestran como "simpatizantes de las YPG" y exigen un rescate. También relata lo que los yihadistas llaman una "operación de limpieza", una ola de ataques a las aldeas, en la que las puertas y ventanas de las casas fueron destrozadas y los apartamentos saqueados. Todos los que protestaron, incluidos los ancianos, fueron maltratados por los yihadistas.

"En los puestos de control, se dirigen a los jóvenes como 'Refiq' o 'Heval'. Si los jóvenes se dan la vuelta y miran, son secuestrados por supuestas relaciones con el YPG, y se pide el dinero del rescate a las familias", explica M. F. y continúa hablando de sus experiencias bajo la ocupación: "Las bandas han secuestrado a un joven de nuestro pueblo. Sigue desaparecido. También secuestraron al dueño del generador que abastece de electricidad a la aldea. Exigieron un rescate a la familia por su liberación. Pero a pesar de que el dinero fue pagado, todavía no ha regresado. La banda de Furqat al-Hamza también secuestró a una mujer que había dejado su apartamento por la noche para comprobar el suministro de electricidad. Desapareció hace siete meses".

En cuanto a las razones de su fuga, M. F. explica que ha dado a sus hijos "los nombres de los mártires", luego se enteró de que le iban a deportar. Por preocupación por sus hijos, se vió obligado a "abandonar el pueblo".