Las y los supervivientes del terremoto del 6 de febrero quedaron a su suerte en el distrito de Samandağ de Hatay, una de las ciudades más afectadas, así como en los distritos de Defne y Antakya. Aunque han pasado 15 días desde el desastre, no han recibido tiendas de campaña ni agua. Sin medidas higiénicas, se enfrentan a la contaminación por asbesto en el distrito donde continúa la remoción de escombros. Las y los supervivientes que hacían cola durante horas frente a los puntos de distribución de alimentos y ropa hablaron con ANF.
Sin electricidad y agua
Mehmet Ali Gümüş, que ha estado alojado en el bazar del distrito de Samandag, contó que se han quedado sin electricidad ni agua durante los últimos 15 días. Gümüş señaló que los sobrevivientes se estaban refugiando en las tiendas de campaña entregadas desde Diyarbakır: “Monté mi tienda por mis propios medios, mientras que las otras fueron traídas por voluntarios de Diyarbakır”.
Gümüş comentó que no se tomaron medidas higiénicas de ninguna manera. En reproche a la Municipalidad de Samandag, agregó: “Aquí hay dos baños, pero no los lavan ni traen agua. Es vergonzoso que aquí no haya municipio ni ningún otro organismo oficial”. Gümüş agregó que no hay electricidad ni agua, y que encienden un fuego para mantenerse calientes.
"¡Nos helamos por las noches!'
Otro residente, Nazan Yüce, señaló que su situación ha sido muy mala desde el terremoto y agregó que los materiales de ayuda no les han llegado allí desde que fueron confiscados por el gobierno. “Vivimos en el barrio de Deniz y no tenemos tiendas de campaña ni agua”, señaló.
Faris Beyazgül, de 89 años, residente del barrio de Koyunoğlu, afirmó que se encontraban en una situación muy difícil porque no les habían entregado tiendas de campaña. Beyazgül indicó: “Somos 21 personas, incluidos hijos y nietos, y sentados en nailon, congelándonos por las noches. No hemos recibido carpas ni nada más. No lo entiendo en absoluto. Vinieron algunas tiendas, pero se las dieron a los parientes del cacique. No se nos ha dado ninguna tienda”.
Los residentes de Samandağ, la mayoría de los cuales vive de la agricultura, afirmaron que su ganado también se encontraba en una situación difícil porque no se les proporcionaban fertilizantes ni piensos.