Es la segunda semana de octubre de 2019, escuadrillas de aviones de combate y artillería pesada bombardean la ciudad de Serêkaniyê y sus alrededores. Es el tercer gran ataque de invasión del Estado turco contra el norte de Siria, después de Jarablus y Al-Bab en 2016 (1) y Afrin en 2018 (2). En medio de las bombas, las casas destruidas y los muchos gritos de pánico de los niños, Heyde y su esposo Mohammed intentan proteger a sus hijos de los ataques. Solo pueden escapar de los violentos bombardeos con gran dificultad. Y, sin embargo, intentan seguir adelante con sus vidas y realizar su trabajo diario en el campo.
Tres años después, es un día soleado de finales de verano y van en su coche con los niños. De repente hay un estallido ensordecedor, trozos de metal vuelan y se lanzan unos contra otros. Mohammed, que está al volante, no sobrevive al ataque mortal. El cuerpo de Heyde está cubierto de sangre y metralla. Los niños gritan, ellos también están heridos. Afortunadamente, los pequeños pueden ser tratados en el hospital y no sufren daños físicos de por vida, aunque sí psicológicos. Heyde ahora se encuentra sola con sus seis hijos. Ha perdido un brazo y tiene la movilidad limitada en el otro. Como muchas otras personas que se han visto igualmente afectadas por la guerra, ha encontrado refugio en un campamento para personas desplazadas en la ciudad de Hesekê, más al sur (del norte de Siria).
Un dron es, por lo general, un vehículo aéreo no tripulado para reconocimiento, pero también puede equiparse con cohetes. En realidad, debe describirse como un avión no tripulado, en el que el piloto no se sienta en la cabina, sino que se sienta lejos, con una palanca de control y dirige el objeto.
Los drones, en realidad, existen desde hace mucho tiempo, pero han ganado protagonismo, especialmente con la llamada estrategia de “guerra contra el terror” de Estados Unidos y el mundo occidental, que se puso en marcha tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Desde entonces, los drones de uso militar se han convertido en un arma letal debido a sus innumerables despliegues y a la gran cantidad de civiles que han matado en algunos lugares de Afganistán y Pakistán. Durante mucho tiempo, los Estados han utilizado drones contra actores no estatales, en la llamada guerra asimétrica. Hasta hace unos años, solo unos pocos países disponían de esta tecnología, pero en los últimos diez años el desarrollo técnico de los drones ha progresado rápidamente, lo que se refleja en que cada vez más países intentan adquirir drones o desarrollarlos ellos mismos. En 2020, los drones se utilizaron por primera vez en la guerra de Nagorno-Karabaj entre dos Estados (Armenia y Azerbaiyán), lo que atrajo una gran atención a nivel internacional, especialmente porque el uso de drones de combate por parte de Azerbaiyán es generalmente considerado por varios observadores como decisivo en la guerra. Los drones (de varios tamaños y diseños) también juegan un papel que no debe subestimarse en la guerra actual en Ucrania.
Breve descripción de la historia del desarrollo de drones
La historia de los drones se remonta a la Segunda Guerra Mundial, aunque el intento, descrito por David Hambling en su libro Swarm Troopers, de 2015, de atacar la Venecia sitiada en 1849 con globos aerostáticos controlados a distancia y cargados de bombas, podría describirse como el primer precursor del uso de drones (3). Pero si te concentras más en los modelos que son similares a los drones de hoy, tienes que mirar hacia atrás hasta la época de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, se estaba desarrollando en Estados Unidos un dron que ya se podía controlar de forma remota y usaba una cámara para proporcionar imágenes en vivo, aunque de mala calidad, pero fue un evento significativo en la tecnología de armas de asalto aéreo.
Los drones jugaron, por primera vez, un papel muy crucial en una guerra cuando Israel usó este arma contra los palestinos y el ejército sirio en el sur del Líbano, en la llamada Guerra del Líbano, en 1982, para identificar las defensas aéreas instaladas allí. En ese momento, sin embargo, los drones todavía estaban desarmados y solo se usaban para reconocimiento y para coordinar ataques aéreos con aviones. Eso cambió con el dron Predator, desarrollado en Estados Unidos, y en 2004 tuvo lugar el primer ataque conocido con drones en Pakistán, en el que un dron mismo disparó el misil.
Los drones tienen ventajas para la guerra de muchas maneras. Por ejemplo, los costes de adquisición de los drones son más económicos para los Estados que los de los aviones de combate tradicionales, y la formación técnico-militar de sus pilotos es más corta. Además, con las operaciones de drones se reduce el riesgo de perderse tras las líneas enemigas. Al mismo tiempo, los drones brindan a los despachadores la oportunidad de recibir imágenes en vivo desde la distancia durante un largo período de tiempo. Sobre esta base, los Estados que han comprado drones también tienen la opción de realizar ataques con drones armados o espiar áreas sin tener que asumir la responsabilidad posteriormente. En resumen, el papel de los drones desplegados militarmente es el reconocimiento militar o geoestratégico, la coordinación y la eliminación de adversarios.
La historia de los drones en Kurdistán comenzó el 5 de noviembre de 2007 en Washington, cuando Bush y Erdogan firmaron un acuerdo sobre el uso de drones. Esta fue la reacción de Turquía a las repetidas derrotas y fracasos del ejército turco contra las guerrillas kurdas y las autodefensas. Como ha sido el caso muchas veces antes, las derrotas militares de Turquía a manos de las guerrillas lo han obligado a recurrir a la OTAN en busca de nuevos equipos militares, como a principios de la década de 1990 cuando Alemania suministró a Turquía tanques Leopard y cámaras termográficas. En realidad, como muestran los documentos, los drones de combate podrían haber llegado a Turquía mucho antes. Turquía aparentemente ordenó varios drones de Estados Unidos en las décadas de 1980 y 1990 (4). Además del compromiso de Estados Unidos de facilitar drones a finales de 2007, Turquía ya estaba trabajando en el desarrollo de sus propios drones en ese momento. Aquí también la OTAN ayudó al permitir que los ingenieros turcos recibieran una importante formación en el extranjero. Al mismo tiempo, muchos países de la OTAN suministraron a Turquía piezas clave para sus drones, como motores, sistemas de cámaras de alta sensibilidad, etc., que Turquía aún no podía desarrollar por sí misma en ese momento. Mientras tanto, Turquía ha construido muchos modelos diferentes de drones y tiene cientos de miles de horas de vuelo de experiencia, lo que no solo beneficia a Turquía, sino a toda la OTAN. Turquía vende cada vez más sus drones a países tan diversos como Djibouti, Qatar y Kirguistán, ya que aspira a convertirse en una potencia militar clave en la región.
Como cada mañana, Isa va a trabajar ese día. Cuando llega a la fábrica metalúrgica donde trabaja como guardia de seguridad, saluda a sus compañeros y se une a ellos en la pequeña caseta de vigilancia. Uno de sus compañeros le pasa un vasito de café e Isa le pide novedades. Un poco más tarde se les pide que salgan para que se pueda limpiar la habitación. Afuera está estirando las piernas mientras limpian el interior, cuando de repente hay un estallido y una onda de presión lo tira al suelo. Mientras las nubes de polvo se levantan a su alrededor y la pequeña casa en la que estaba sentado ha quedado reducida a escombros y cenizas ante sus ojos, siente un dolor punzante que comienza a atravesar su brazo. Comparado con los que se quedaron en la garita, tiene suerte porque vive hoy con una placa en el brazo; sobrevivió al atentado. Los demás perdieron la vida en el lugar.
Efectos de la guerra de drones en Kurdistán
El uso cada vez más excesivo de drones por parte de Turquía tiene, sin duda, un impacto duradero en la gente de Kurdistán, tanto en la guerrilla o las fuerzas de autodefensa como las YPG/YPJ en Rojava y, por supuesto, en la sociedad en su conjunto. En cuanto a las autodefensas, se observa un cambio intenso en cuanto a organización, alojamiento y maniobras, especialmente en los últimos años. Para ser menos visible para los drones, no solo se mueven en grupos más pequeños, sino que el alojamiento se realiza principalmente bajo tierra, como en cuevas hechas por ellas mismas. Al mismo tiempo, se desarrollaron diferentes técnicas para hacer que el uso de drones, que están equipados con diferentes cámaras (luz diurna, visión nocturna y cámara termográfica), quedara anulado. En este sentido, se habla de una profesionalización de las fuerzas de defensa (en referencia a la insurgencia) en Kurdistán. Esto parece tener tanto éxito, particularmente en las montañas de Kurdistán, que en los últimos años, debido a la falta de éxito de las operaciones con drones, el Estado turco ha cambiado al uso intensivo de agentes de guerra química prohibidos, un método que Turquía ya había adoptado, aunque en menor medida, en el norte de Kurdistán en la década de 1990.
Con respecto al impacto social, se puede decir que el uso intensivo de drones, especialmente en Rojava, tiene una fuerte influencia en la sociedad y la vida social. Como señala el Centro de Información de Rojava (RIC) en su informe de marzo de 2023 “Guerra incesante: la campaña de drones de Turquía en el norte y este de Siria” (5), al menos 25 civiles murieron y 79 resultaron heridos en ataques con drones turcos solo en el último año, y 24 de estos ataques con drones afectaron solo a civiles. El número de ataques con drones aumentó de 89 en 2021 a 130 en 2022. El hecho demostrable de que se trata de drones turcos resulta claramente evidente en un informe de CAR (Conflict Armament Research), una organización de investigación con sede en el Reino Unido, de diciembre de 2022. Para este informe, CAR examinó 17 piezas de misiles aire-tierra en los lugares donde tuvieron lugar los ataques con drones (6).
Para los civiles en las regiones atacadas, la siempre presente amenaza de los drones turcos implica, cada vez más, que se pregunten si pueden ir a eventos o continuar con sus actividades habituales como hacían antes, porque los diversos acontecimientos muestran que incluso en momentos inesperados y en lugares impensables, puede ocurrir que los drones ataquen. Además de las muchas víctimas civiles, la mera presencia constante de drones en el cielo sobre la gente crea miedo y terror a largo plazo.
El informe de 2016 “La vida bajo los drones”, de la Clínica Internacional de Resolución de Conflictos y Derechos Humanos de Stanford, destaca que la guerra de los drones en Pakistán tiene consecuencias a largo plazo para la salud mental de las personas de allí. El informe describe que los drones crean miedo y estrés constantes y pueden provocar fobias. Ser testigo de un ataque con drones también puede hacer que las personas eviten grandes reuniones y se desalienten para ir a mercados o escuelas, y eventos sociales (7). En muchas áreas de Rojava, el leve zumbido de los drones se ha convertido en parte de la vida cotidiana a medida que los mortales objetos voladores giran constantemente en el cielo sobre las áreas autónomas.
El mito de la lucha selectiva contra el terrorismo
En relación con las operaciones de drones, se repite como un mantra la llamada “lucha contra el terrorismo”: su ventaja consiste precisamente en combatir a los “terroristas” y así evitar víctimas civiles. Sin embargo, esta narrativa no gana ni credibilidad ni responde a la verdad por el hecho de que se repite a menudo. Para el período que va desde el comienzo de los primeros ataques con drones a principios de este siglo en Pakistán y Afganistán, contra objetivos supuestamente atribuibles a los talibanes o Al-Qaeda, hasta el día de hoy, se sabe que la mayoría de las víctimas de los ataques con drones son civiles Esto se vio más recientemente en Afganistán, cuando las fuerzas estadounidenses se retiraron de este país en agosto de 2021. Aquí es donde un terrorista suicida IS-K (8) se inmoló frente al aeropuerto, provocando 170 bajas civiles y la muerte de 13 soldados estadounidenses. Solo unos días después, tuvo lugar un ataque dirigido con drones en el centro de Kabul, autorizado por el gobierno de Estados Unidos. La víctima, según Estados Unidos, fue el supuesto “organizador” del ataque. Pero solo unos días después, quedó claro que las diez víctimas eran un padre afgano y nueve miembros de su familia, de los cuales Sumaya, el hijo menor, tenía solo dos años. El presunto autor intelectual del asesinato fue descubierto por el dron cargando latas de agua en su automóvil, lo que aparentemente fue suficiente para identificarlo como terrorista. Ciertamente, debido al alto nivel de atención pública dada a los acontecimientos en Afganistán en ese momento, Estados Unidos se vio obligado a disculparse públicamente por este error. Sin embargo, no habrá consecuencias para los soldados involucrados, anunció el Pentágono en diciembre de 2021. Si las cámaras del mundo no hubieran estado enfocadas en Afganistán en esos momentos, Zamairi Ahmadi y sus familiares probablemente habrían sido solo algunos de los miles de civiles víctimas de ataques con aviones no tripulados estadounidenses de los que nadie ha oído hablar. Podría haber ingresado en alguna estadística de Estados Unidos como un objetivo terrorista eliminado con éxito, lo que demostraría una vez más los supuestos éxitos del uso de estos drones para proteger a los civiles a través de la eliminación selectiva.
Se pueden informar cientos, si no miles, de estos ejemplos en países como Afganistán, Pakistán, Palestina, Somalia y Kurdistán, entre otros. Por ejemplo, un artículo del New York Times (NYT), de mayo de 2012, informaba que todas las víctimas masculinas en edad de alistamiento se contabilizan como combatientes eliminados por Estados Unidos, a menos que se proporcione posteriormente información contradictoria explícita (9). Lo mismo se aplica a la práctica de otros países. Otro informe del NYT, con fecha del 18 de diciembre de 2021, titulado “The Civilian Casualty Files”, informa que puede haber hasta 1.300 víctimas civiles a causa de los ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos (10). En un informe de 2020, Amnistía Internacional habla incluso de 1.551 civiles asesinados por Estados Unidos en ataques con drones desde 2004 (11). Debido al racismo abierto y la política anti-kurda del Estado turco, uno puede imaginar fácilmente cómo se maneja esto en Turquía, donde solo los informes positivos de ataques exitosos por parte del ejército parpadean en las pantallas de televisión.
Ronahî, que se vio obligada a abandonar Afrin bajo las bombas turcas cuatro años antes, se sentó con sus vecinos y conversaron alegremente. Después de todo, aquí en Shehba no estaban demasiado lejos de su amado Afrin, al que todos querían regresar lo antes posible. Una y otra vez les pedía a los niños que no gritaran tanto para que pudieran entenderse. Entonces, de repente, hubo una gran explosión cuando un dron golpeó su casa. Rodeada de polvo, escuchó gritar a sus hijos. Vio a su hijo Mahmud cubierto de sangre a su lado, lo levantó y corrió con él al baño para lavarse la sangre. Pero descubrió que la herida en su cabeza simplemente no dejaba de sangrar. Sangraba tanto que no pudieron llevarlo al hospital. Afortunadamente, los otros niños no sufrieron heridas tan graves; sobrevivieron al ataque con astillas y heridas menores. La propia Ronahî resultó herida en la espalda y la pierna. Uno de sus vecinos perdió un ojo.
Cómo la guerra de los drones socava el sistema de justicia estatal
Un aspecto importante que debe abordarse con respecto al uso de drones, pero que recibe muy poca atención en el discurso público, es la cuestión legal. Después de un ataque con drones en Kabul que mató al jefe de al-Qaeda al-Zawahiri, en agosto de 2022, varios abogados de renombre, como el abogado berlinés Wolfgang Kaleck o el experto en derecho internacional Christoph Safferling, comentaron que este mortal ataque con drones violó el derecho internacional. Entonces, si la situación legal ya es tan problemática con este ataque con drones contra al-Zawahiri, ¿qué pasa con los muchos miles de otros ataques con drones que mataron a civiles?
Lo que se puede observar en relación con el uso de drones por parte de los estados es esencialmente un debilitamiento o anulación del sistema judicial estatal. Mientras que en los países que usan drones, las personas clasificadas como “terroristas” por estos Estados tendrían que ser juzgadas sobre la base de la ley aplicable allí, esto simplemente se anula con el uso letal de drones. Al mismo tiempo, es importante dejar en claro que los ataques con aviones no tripulados no hacen ninguna diferencia si el objetivo está armado o tal vez no haya tomado ninguna medida contra el estado atacante. No hay lugar para una prueba correspondiente. E incluso si lo hubiera, este enfoque contradiría la lógica del poder judicial. Tales enfoques crean un sistema en el que el Estado clasifica arbitrariamente a las personas como peligrosas, terroristas, etc., y las asesina por ello. Al final, quién se ve afectado, si el uso mortal del dron fue legal o no, y no se hacen más preguntas. Esta práctica parece estar ganando tanta popularidad precisamente porque prácticamente no tiene consecuencias; significa crear un vacío legal. Y con “Big Brother USA” a la cabeza en el asesinato de cualquiera que se presente ante las cámaras de sus drones sin consecuencias, no sorprende que tantos otros lo sigan. La legitimidad moral de estos asesinatos sólo se aplica, por supuesto, a los Estados occidentales o a los Estados apoyados por Occidente, porque en cuanto los Estados deshonrados por Occidente actúan de este modo, se trata, por supuesto, de crímenes terribles.
¿Conclusión o qué hacer?
No hay duda de que los ataques con drones parecen estar en aumento en el contexto global, y con toda probabilidad su número aumentará mucho más, no solo con grandes drones de combate sino también con drones cada vez más pequeños. En futuras guerras, como ya se puede ver en 2020 en Nagorno-Karabaj y actualmente en Ucrania, los drones se están convirtiendo, cada vez más, en un factor decisivo en la guerra. Al mismo tiempo, surge la pregunta de cómo se posicionará la sociedad civil al respecto. El uso de drones todavía parece ser un problema marginal, por lo que hay pocos esfuerzos en los países occidentales para regular el uso de drones de combate de alguna manera.
En los países afectados, donde casi a diario caen misiles drones acabando con la vida de personas o dejando a muchos heridos para siempre, hay un espeluznante y urgente llamado a la justicia, que, sin embargo, en Occidente no es respondido o no quiere ser escuchado. Los tensos procesos judiciales contra Estados Unidos, por ejemplo en Pakistán, parecen tener pocas perspectivas de éxito. Al mismo tiempo, pasan desapercibidas las muchas historias de aquellos -niños que juegan, madres que ríen, vecinos que trabajan duro, etc.- cuyas vidas se extinguen o marcan para siempre. Sus historias no encuentran su camino hacia el foco de la publicidad mundial, razón por la cual permanecen en todas partes solo como números en algunas estadísticas, en su mayoría incluso clasificados entre los culpables.
Parece obvio que hay que hacer algo rápidamente contra esta flagrante injusticia. A corto plazo, por ejemplo, se podría presionar a Alemania para que deje de suministrar a Turquía piezas esenciales de aviones no tripulados. Al mismo tiempo, se debe aumentar la presión pública y el debate para evitar que Turquía pueda asesinar a cualquier persona con drones y usar agentes de guerra química prohibidos, con impunidad y sin consecuencias. Esto también requiere más periodistas que informen más específicamente sobre este tema. Mientras Turquía no tenga que temer las consecuencias, no hará ningún cambio en este sentido. El hecho de que Turquía, por supuesto, cuenta con el apoyo activo de su socio de la OTAN, Estados Unidos, pero también de Rusia, se demuestra por el hecho de que, a pesar de que el espacio aéreo sobre Rojava está bajo el control de Estados Unidos o Rusia, estos ataques con drones turcos pueden ser continuos. Si Estados Unidos o Rusia tuvieran un interés serio en ofrecer protección a la gente de Rojava, Turquía no podría simplemente rodear Rojava sin parar con sus drones. Pero para complacer al Estado turco y debilitar la revolución en Kurdistán, Turquía recibe luz verde.
Además de la intensa presión sobre Turquía y aquellos que apoyan a Turquía con su política de drones, debe haber un debate sobre la matanza sin consecuencias de miles de civiles en todo el mundo por drones. Una conferencia o reunión internacional que reúna a los diversos grupos de víctimas, de Afganistán, Pakistán, Palestina, Somalia, Kurdistán, Yemen, etc., así como expertos y ONG’s en el tema, podría ser un trabajo que podría desempeñar un papel importante. Está bastante claro que, por un lado, los Estados no tienen interés en ningún tipo de regulación sobre el uso de aviones no tripulados armados y, por otro, los pueblos que sufren el uso de aviones no tripulados tienen un deseo urgente de que esta matanza impune termine de una vez. Los occidentales que quieran solidarizarse con los pueblos del Sur, donde se producen a diario numerosos asesinatos impunes con drones, podrían hacerlo ejerciendo presión y sacando a la luz esta injusticia.
Es verano, y en el calor abrasador, un automóvil se abre paso por los caminos polvorientos. El aire acondicionado zumba suavemente. Jiyan está un poco exhausta. Acaba de hablar en Qamishlo en la conferencia central de mujeres que marca el décimo aniversario de la revolución kurda. Como comandante de la unidad autónoma de mujeres YPJ, ha jugado un papel importante en la lucha contra el Estado Islámico. Hoy forma parte de la estructura de mando de las unidades antiterroristas, que continúan luchando contra ISIS junto con la coalición internacional anti-ISIS. Fue herida varias veces, pero sigue adelante. Ella estuvo entre las decenas de miles que ayudaron a derrotar al Estado Islámico y detener sus ataques terroristas en Europa. A través de un documental que seguía su doloroso proceso de curación, decenas de miles de personas de todo el mundo pudieron compartir su lucha (12). En todo el mundo, los políticos hablaron de la deuda que tenían con estos kurdos y de los sacrificios que hicieron en la lucha contra ISIS. Mientras Jiyan mira por la ventanilla y observa el paisaje que pasa, algo ensimismada, una explosión destroza el coche. Las tres combatientes Jiyan, Roj y Barîn…
Notas:
1 – La ofensiva norte de al-Bab (septiembre de 2016) fue una ofensiva militar como parte de la tercera fase de la Operación Escudo del Éufrates. Las fuerzas turcas, las facciones del Ejército Sirio Libre y los grupos aliados tenían como objetivo capturar las ciudades de al-Bab y Cerablus, al norte de Alepo.
2 – La ofensiva militar turca en Afrin comenzó oficialmente el 20 de enero de 2018 bajo el nombre de “Operación Rama de Olivo” por orden del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, nombre que aludía cínicamente al símbolo de paz de la rama de olivo.
3 – Ver David Hambling, Swarm Troopers – How Small Drones Will Conquer the World, p.
4 – Cf.David Hambling, Swarm Troopers – How Small Drones Will Conquer the World, p.
5 – Ver https://rojavainformationcenter.com/2023/03/incessant-war-turkeys-drone-campaign-in-nes-2022/
6 – Ver https://www.conflictarm.com/perspectives/missile-components-used-in-drone-attacks-in-northeast-syria/
7 – Ver https://law.stanford.edu/projects/living-under-drones/
8 – La rama afgana de “Estado Islámico”, IS-K, reivindicó el atentado mencionado. La K representa Khorasan, una región histórica en Asia Central que también incluye Afganistán.
9 – Ver https://www.nytimes.com/2012/05/29/world/obamas-leadership-in-war-on-al-qaeda.html
10 – Ver https://www.nytimes.com/interactive/2021/12/18/us/airstrikes-pentagon-records-civilian-deaths.html .
11 – Ver https://www.amnesty.org.uk/thank-you-us-deadly-drones .
12 – La película se llama “Jiyan’s Story: Women’s Revolution”, en inglés.
FUENTE: Dirok Hêvî / Kurdistán Report / Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid