El ataque turco a la región autónoma de Afrin en el noroeste de Siria/Kurdistán occidental comenzó el 20 de enero de 2018. Junto con los restos del "Estado Islámico" (EI), extremistas de derecha y mercenarios de varios grupos yihadistas, Turquía ha capturado y ocupado la mayor parte del entonces cantón. Desde entonces, se han realizado preparativos sistemáticos para la anexión. La región está bajo administración turca, se introdujo el idioma turco, se expulsó a la población kurda y se estableció un régimen de terror. A los ojos del mundo, las personas son secuestradas, torturadas y asesinadas sistemáticamente.
Víctimas del reino del terror hablan
Una y otra vez, los propios testigos y víctimas informan sobre estos crímenes de lesa humanidad. Uno de ellos es IH. Fue arrestado en Afrin por presuntos vínculos con la Administración Autónoma por parte de la Brigada de extrema derecha islamista Sultan Murad, que proporciona una gran parte de las fuerzas de ocupación. IH habló con la agencia de noticias ANHA: "Fui torturado durante 27 días por el director de la prisión Abu Laith. Después de eso, fui interrogado por un mercenario llamado Abu Khaled. Luego me entregaron a Ahmed Zakour de la milicia Furqat al-Hamzat. La tortura continuó. Aquí, tanto los mercenarios como la inteligencia turca me torturaron física y psicológicamente. Exigieron el rescate de las familias de mis 24 compañeros de prisión".
Tortura severa bajo la supervisión del MIT
Si bien el ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, afirma que no ha habido la menor acusación de tortura durante cuatro años y medio, el relato de IH, entre muchos otros ejemplos, habla un idioma muy diferente. IH recuerda las torturas que le infligieron a él y a sus compañeros de prisión: "Nos daban descargas eléctricas y nos arrancaban las uñas. Nos clavaban agujas bajo las uñas. Nos hacían morir de hambre. A veces nos tiraban pan seco o unas aceitunas. Todos los interrogatorios se llevaron a cabo bajo la supervisión del MIT. Me colgaron boca abajo durante un mes. Nos golpearon con palos. Se negaron a permitirnos lavarnos. Durante unos meses solo pudimos lavarnos con agua una vez al mes. Todos los presos tenían piojos. La mayoría de ellos fallecieron por enfermedades contagiosas, las autoridades penitenciarias también consumían drogas".
Torturado hasta el suicidio
"En prisión, conocí a Kawa Omer, un maestro kurdo de la aldea de Dargir. Torturaron severamente a Omer. Tampoco le permitieron recibir atención médica. Los kurdos fueron constantemente insultados. Querían que la gente muriera lentamente por la tortura. Algunos prisioneros no pudieron soportarlo y se quitaron la vida". IH fue liberado después de dos años y medio en prisión y luego huyó a Shehba.