El devastador terremoto de 7,8 grados de magnitud cerca de la frontera entre Turquía y Siria en la madrugada del lunes 6 de febrero de 2023 fue seguido por otro casi tan fuerte. Los sismos que azotaron a Turquía y Siria provocaron uno de los mayores desastres que han afectado a la región en los últimos tiempos. Decenas de miles de personas han muerto y muchas más han resultado heridas. Miles de edificios se han derrumbado, dejando a innumerables personas expuestas a las implacables condiciones invernales. Escuelas y hospitales han sido destruidos.

Según las Naciones Unidas, 8,8 millones de personas se han visto afectadas por el desastre del terremoto en Siria.

“Se anticipa que la mayoría necesitará algún tipo de asistencia humanitaria”, escribió el domingo la representante adjunta de la ONU en Siria, Najat Rochdi, en Twitter. "La ONU está totalmente comprometida a hacer más para ayudar a todos los sirios", aseguró.

Activistas y trabajadores humanitarios en áreas controladas por rebeldes en el noroeste de Siria se han quejado de la falta de asistencia de la ONU en los días posteriores a los terremotos del 6 de febrero.

Durante una visita a la región, el Coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, Martin Griffiths, admitió que la organización no había ayudado a las víctimas en las áreas de oposición del noroeste.

Los observadores también vieron obstáculos burocráticos para la ONU, cuyos productos podrían haber llegado más rápido con vehículos más pequeños que con los grandes camiones habituales en vista de las carreteras rotas de la región devastada por la guerra.

Hasta ahora, más de 140 camiones que transportaban ayuda de la ONU han viajado desde Turquía al noroeste de Siria controlado por los rebeldes desde el desastre, donde más de 9.000 edificios fueron total o parcialmente destruidos, lo que provocó que al menos 11.000 personas perdieran sus hogares.

Según la ONU, las necesidades más urgentes de las y los afectados ahora incluyen refugio como tiendas de campaña.