El segundo foro sobre las violaciones de los derechos humanos en el Afrin ocupado, que arrancó ayer por la mañana en la ciudad de Qamishlo, sigue poniendo de manifiesto los crímenes cometidos por la ocupación turca desde marzo de 2018.
Tras el discurso del co-presidente del Consejo Ejecutivo de la Administración Autónoma del Norte y el Este de Siria, Abdul Hamid al-Mahbash, el jefe de la Organización de Derechos Humanos en Afrin, Ibrahim Sheikho, reveló las violaciones que Turquía y sus mercenarios han cometido durante estos últimos 3 años.
Informe del presidente de la Organización de Derechos Humanos en Afrin
El 20 de enero de 2018, el ejército de ocupación turco y sus grupos yihadistas lanzaron una operación militar para ocupar el cantón de Afrin, utilizando todo tipo de armas pesadas y modernas. La agresión llevada a cabo con el apoyo de bombardeos de artillería y aviones de guerra destruyeron buena parte de las infraestructuras y de otras instalaciones civiles de vital importancia en Afrin.
El ataque causó miles de víctimas civiles, ya sean muertos o heridos, y el desplazamiento de cientos de miles de residentes. También se llevaron a cabo decenas de masacres caracterizadas por la limpieza étnica. Estos actos se cometieron en flagrante violación de todos los principios y convenios internacionales y bajo diversos pretextos con el fin de justificar la ocupación del cantón de Afrin, entre ellos la protección de la seguridad nacional turca, el establecimiento de regiones seguras en Siria y el reasentamiento de refugiados y desplazados sirios.
Como es sabido, Afrin tenía un sistema administrativo y social autónomo antes de su ocupación y gozaba de una relativa estabilidad en términos de seguridad y economía, de la que carecían la mayoría de las demás regiones y ciudades sirias. Además, albergaba a decenas de miles de personas desplazadas de otras regiones sirias.
En este informe, evisamos un aspecto de las violaciones cometidas contra los civiles en el cantón de Afrin durante los tres años de ocupación. Una parte de estas violaciones ya ha sido documentada, pero el grueso sigue oculto como resultado de la política del Estado turco y de los grupos yihadistas afiliados a él a través del apagón mediático y la ocultación de pruebas, y a la ausencia de comités internacionales independientes capaces de acceder a todas las víctimas.
Las violaciones y los crímenes cometidos en Afrin son los siguientes:
Cifras de 2018
400.000 extranjeros instalados en Afin
El Estado turco lanzó la operación militar sobre Afrin en las primeras horas del amanecer del 20 de enero de 2018, utilizando más de 72 aviones de guerra y apoyo de artillería, apuntando a todas las instalaciones militares, civiles y vitales. Afrin fue invadida por el Estado turco en cooperación con las facciones yihadistas sirias, tras una valiente resistencia de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) durante más de 58 días.
La ocupación de Afrin por parte del ejército turco provocó el desplazamiento de cientos de miles de sus residentes, aproximadamente el 80%, a las zonas de Shehba (al-Shahba), a la ciudad de Aleppo, a la población de Tal Rifaat y al campamento de al-Shahba, que estableció posteriormente la Administración Autónoma.
Durante los tres años de ocupación, se han reasentado cerca de 400.000 extranjeros en los pueblos y distritos de Afrin traídos de las zonas de conflicto en Siria, especialmente de la campiña sur de Idlib, de la campiña sur y occidental de Alepo y de la región de Ghouta.
498 civiles perdieron la vida a consecuencia de los bombardeos del ejército turco y de las facciones yihadistas afiliadas a él. 82 personas murieron torturadas y más de 696 resultaron heridas a consecuencia de la ofensiva, entre ellas 303 niños y 213 mujeres.
Escuelas destruidas, hospitales bombardeados
Según las estadísticas de la Autoridad Educativa del cantón de Afrin, 64 escuelas quedaron destruidas debido a la operación militar. Mientras que el número de estudiantes inscritos antes de la operación militar en las zonas de Shehba era de 50.855, actualmente sólo hay 13.000.
El Estado turco cerró todos los centros educativos, incluida la Universidad de Afrin, canceló los planes de estudio que se impartían en la lengua materna (kurdo) e impuso las lenguas turca y árabe en las escuelas, además de imponer la enseñanza de la ley islámica al resto de las minorías.
Durante 2018, el Estado turco y las facciones armadas extremistas sirias llevaron a cabo asesinatos y secuestros sistemáticos. El número de personas secuestradas ascendió a 943, de las cuales 76 fueron asesinadas bajo tortura o ejecutadas extrajudicialmente, acusadas de tener conexiones con la Administración Autónoma. La mayoría de los secuestros se produjeron bajo la supervisión de las fuerzas turcas y su servicio de inteligencia (MIT) mediante operaciones de investigación directa y torturas.
Decenas de lugares vitales e instalaciones sanitarias, educativas y de servicios fueron objeto de ataques. El hospital de Afrin fue bombardeado 3 veces y las ambulancias de la Media Luna Roja Kurda fueron blanco de ataques mientras transportaban heridos al hospital. Por otra parte, una depuradora de agua fue atacada en la población de Metina, en el distrito de Shera, y también la presa de la población de Maidanki, todo con el fin de cortar el agua a la población, utilizando esta acción como arma de guerra para obligar a los civiles a huir.
Cifras de 2019
El número de secuestros y peticiones de rescate en el cantón de Afrin en 2019 superó los 6.000 casos. Se pidió rescate a los familiares de 500 secuestrados, y se desconoce el destino de 330 personas. Se ha documentado que 700 personas fueron sometidas a tortura. Algunas de las mujeres y niños secuestrados fueron filmados mientras eran torturados y los videos fueron enviados a sus familiares, que fueron chantajeados con cifras de rescate que llegaron a ascender a más de 100 mil dólares estadounidenses.
El número de asesinatos en manos de las facciones sirias llegó a 54 personas, todas muertas bajo tortura en los centros de detención. Otras 41 personas murieron a consecuencia de los bombardeos del Estado turco y de las facciones yihadistas, mientras que 2 periodistas y 670 civiles resultaron heridos a consecuencia de los bombardeos y otros 1.730 civiles resultaron heridos a causa de las minas y otras explosiones.
El 2 de diciembre de 2019, la ciudad de Tal Rifaat, a 35 km al norte de Aleppo, fue objeto de un bombardeo directo de artillería por parte del Estado turco y las facciones armadas. Los bombardeos estuvieron dirigidos contra los desplazados de Afrin, lo que provocó la pérdida de 8 niños y 2 adultos, además de dejar a 17 heridos, entre ellos 9 niños.
En la región de Afrin se produjeron violaciones generalizadas contra las mujeres como secuestros, asesinatos, violencia sexual y torturas, una política seguida por las facciones yihadistas y las fuerzas turcas para obligar a los civiles a huir. 40 mujeres fueron asesinadas y 128 resultaron heridas entre 2018 y 2019. Además, se registraron 60 casos de violación, la mayoría de ellos contra menores. 5 de las mujeres violadas se suicidaron, y otras 270 fueron secuestradas. También se registraron casos de matrimonios forzosos bajo amenaza y extorsión, así como una alta tasa de matrimonios de mujeres menores de edad.
Cifras de 2020
Durante 2020, 58 personas fueron asesinadas, entre ellas 9 mujeres. 987 personas fueron secuestradas. Se produjeron 39 atentados con bomba en zonas pobladas por civiles, que causaron heridas y pérdidas a 170 personas.
35 mujeres fueron secuestradas y 67 fueron violadas, entre ellas mujeres con diversidad funcional y menores. Se han documentado 5 casos de matrimonios forzosos de menores con facciones yihadistas. La violencia sexual no estuvo sólo dirigida contra las mujeres, también se documentaron casos de violaciones de hombres y adolescentes en las cárceles de las facciones yihadistas bajo la supervisión y el conocimiento del ejército turco.
Violaciones contra minorías y monumentos históricos
Las minorías han sido objeto de desplazamientos y violaciones generalizadas, especialmente la alauita y la yazidí. Afrin alberga 23 pueblos yazidíes que estaban habitados por unas 25.000 mil personas antes del estallido del conflicto en Siria en 2011. Con los repetidos ataques de las facciones yihadistas a lo largo de los años del conflicto sirio, muchos de ellos emigraron, dirigiéndose a países europeos. Con la entrada de las fuerzas de ocupación turcas y las facciones extremistas sirias en Afrin, la mayoría de ellos huyeron de estos pueblos. Unos pocos no abandonaron sus pueblos, la mayoría de ellos ancianos, no superando las 7.000 personas.
Los grupos y las facciones yihadistas cometieron allí crímenes y violaciones que constituyen crímenes de lesa humanidad. Estas facciones llevaron a cabo una política de intimidación, impusieron la fe islámica y obligaron a las personas que se quedaron a realizar los rituales islámicos de oración y ayuno. Por otra parte, destruyeron el patrimonio cultural y religioso de esta minoría en un intento de exterminarla, convirtieron sus santuarios religiosos en establos y destruyeron sus santuarios históricos exhumándolos en busca de antigüedades.
Más de 300.000 árboles cortados
Nada se libró en el cantón de Afrin de la opresión de las facciones yihadistas y del ejército turco, para quienes todo está permitido. El número de árboles forestales y olivos que fueron cortados para el comercio de leña alcanzó más de 300.000, incluyendo 300 olivos perennes raros, 15.000 robles y más de 11.000 árboles forestales. Las facciones quemaron el equivalente a 2.180 dunums, así como 10.000 del total de 33.000 hectáreas de tierras agrícolas.
Los monumentos históricos y culturales de Afrin sufrieron importantes daños y saqueos. Según las estadísticas de la Autoridad de Antigüedades de Afrin, más de 28 yacimientos arqueológicos y montículos fueron destruidos y las antigüedades que contenían fueron robadas y vendidas en los mercados turcos en un proceso organizado para borrar la identidad histórica del cantón de Afrin.
Se destruyó un santuario religioso para minorías religiosas y otros se convirtieron en mezquitas islámicas bajo los auspicios de las instituciones religiosas y de socorro turcas. Algunos de ellos fueron transformados en graneros para animales tras haber sido exhumados. Los nombres de la mayoría de las calles, plazas y lugares públicos e históricos del cantón de Afrin fueron cambiados por nombres de personalidades turcas e islámicas, especialmente de aquellos que cometieron crímenes contra el pueblo kurdo.