Un ciudadano de Afrin pierde a tres parientes a causa de las atrocidades turcas
E.S. perdió en pocos días a tres miembros de su familia bajo los bombardeos.
E.S. perdió en pocos días a tres miembros de su familia bajo los bombardeos.
Desde que el Estado turco y sus mercenarios invadieron Afrin, la trata de personas, la extorsión y las violaciones se han normalizado tanto en el centro de la ciudad como en las aldeas.
Actuando bajo las órdenes del Estado turco, los mercenarios del ISIS, al-Nusra y el Ejército Libre Sirio (FSA) están llevando a cabo todo tipo de violencias contra los ciudadanos que permanecieron en Afrin.
E.S., un ciudadano de Afrin que no quiso abandonar su hogar, ha sido sometido a las torturas del Estado turco y sus aliados mercenarios durante meses.
Hablando con ANF, E.S. cuenta la persecución que ha vivido: “Todos los días se lanzaban de 20 a 40 morteros en Cindires. Los aviones bombardeaban constantemente, así que llevé a mis hijos al pueblo de Remedana. Aquí los bombardeos no cesaron. Luego llevé a mis hijos al pueblo de Kaxrê, pero fue más de lo mismo. Bombardearon de nuevo y dos civiles perdieron la vida. Así que llegamos a Afrin, pero aquí también continuaron los bombardeos y las víctimas civiles.”
Enfatizando que tuvieron que dejar a Afrin con su padre y dos parientes ancianos a causa de los ataques, E.S. comenta: “Al día siguiente, mi padre sufrió un ataque al corazón a causa de los morteros y las bombas y perdió la vida. Llevé su cuerpo a Basut y lo enterré allí. Dos días después, uno de mis parientes ancianos perdió la vida. También sufrió un ataque al corazón”.
Más tarde, E.S. se vio obligado a ir a Tilsure, y dos días después regresó a Cindires. Cuando llegó a Cindires descubrió que otro familiar suyo había perdido la vida. E.S. había perdido a tres parientes en cuestión de días.
E.S. también cuenta: “El vehículo de los mercenarios del FSA se detuvo en la puerta de mi casa. Me vendaron los ojos a mí y a muchos de mi familia. Primero empezaron a golpearnos. Mis pies fueron golpeados tan fuerte que ya no pude caminar”.
Durante unos días mantuvieron guardias junto a ellos: “Por aquel entonces nos daban comida y agua. Nos torturaban constantemente. Luego nos llevaron a Turquía, pero yo no sabía dónde estaba. Allí continuaron de la misma manera. Estábamos atados de dos en dos durante días. Sin comida ni agua. Una persona turca llevó a cabo nuestro interrogatorio. Había alguien que sabía árabe con él. Unos días más tarde, nos dejaron ir”.
Después de regresar al pueblo, dice E.S. que ha sido objeto de constantes ataques y hostigamientos por parte del Estado turco y sus aliados mercenarios: “Por la noche, a las 2 en punto, a veces a las 3, entraban en nuestra casa. Cuando preguntamos por qué, dijeron que habían visto a alguien en el techo. Todos tenían el cabello largo y largas barbas. Nos lo hacían no solo a nosotros, sino a muchos otros civiles. Su objetivo era el de obligarnos a abandonar nuestras casas y aldeas”.
E.S. ha declarado que algunas personas fueron arrestadas por supuesta conexión con las YPG, y añade: “Si alguien fuera dueño de algunas propiedades, vendrían a tomarlas. Arrestarían al dueño de la casa y se lo llevarían diciendo que hay una investigación en su contra”.
Enfatizando que algunas de las personas secuestradas no han regresado, E.S. continúa: “En la aldea de Hesheska se llevaron a una persona llamada Mihemmed Ibis, lo torturaron hasta la muerte. Dijeron que había sufrido un ataque al corazón, pero mintieron. Lo mataron bajo tortura”.
También comenta: “Los vi con mis propios ojos: traían a familias árabes de otros lugares para establecerlas en Jinderes. He visto a cientos de familias viniendo de fuera y estableciéndose en nuestras casas. Confiscaron todas las tiendas en el bazar. No dieron permiso a la gente para entrar en sus casas y recuperar algunas de sus cosas como mantas o refrigeradores. Los mercenarios se lo llevaron todo. En algún caso permitieron que una familia recogiera algo de ropa, y eso fue todo”.
E.S. ha declarado que el Estado turco y los ocupantes no permiten a nadie abrir su tienda: “No permiten que nadie abra su tienda. Hay 360 aldeas en Afrin y lo han confiscado todo en todas ellas, y quemado los árboles. resumiendo: casi todos los árboles en los pueblos han sido quemados. Los olivos fueron erradicados, están construyendo comisarías de policía allí”.