Amedspor: no es sólo un equipo, es una identidad
El club, llamado Diyarbakirspor hasta 2015, vio explotar su popularidad entre los kurdos después de rebautizarse como Amedspor.
El club, llamado Diyarbakirspor hasta 2015, vio explotar su popularidad entre los kurdos después de rebautizarse como Amedspor.
El grupo de seguidores corre calle abajo agitando los puños. De camino al estadio de Estambul, vestidos con los colores de su equipo, los ultras del Sakaryaspor insultan a su rival de la noche, el Amedspor, el club kurdo más popular de Turquía, pero también el más odiado del país. “¡No es un equipo, son terroristas!”, eructan a la agencia EFE Kaan Özkaya y su banda delante del recinto que acoge este partido de fútbol de segunda división.
El barrio está repleto de policías y vehículos blindados, un despliegue extraordinario ordenado para la llegada del Amedspor, el club de Diyarbakir, la “capital kurda” del sudeste de Turquía todavía desfigurada por las armas pesadas que luchan allí y que enfrentó al ejército con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán. (PKK) en 2015-2016, un conflicto que ha dejado más de 40.000 muertos desde 1984.
En el estadio suena el himno nacional. Al unísono, los seguidores del Sakaryaspor hacen el signo de los Lobos Grises, una facción ultranacionalista acusada de múltiples asesinatos en el pasado, en particular de activistas kurdos y de izquierda. Frente a ellos, los 200 aficionados del Amedspor autorizados a asistir al partido están situados entre un centenar de policías con chalecos antibalas.
Su presencia ya es una victoria: desde 2016 hasta la llegada de este año del Amedspor a la segunda división, las autoridades prohibieron casi sistemáticamente viajar a sus aficionados, sobre todo por no poder garantizar su seguridad. Comienza el partido. En el campo, los jugadores del Amedspor visten túnicas blancas con rayas rojas y verdes, tres colores habituales de las banderas kurdas. En las gradas, los seguidores corean “¡Amed! ¡Amed!”, el nombre kurdo de Diyarbakir.
El club, llamado Diyarbakirspor hasta 2015, vio explotar su popularidad entre los kurdos después de rebautizarse como Amedspor. También es desde ese momento y la reanudación poco después de los combates entre el PKK y el ejército en el sureste de mayoría kurda que algunos partidarios turcos le han dedicado un odio sin límites.
Amesdpor, símbolo de la resistencia kurda
Nueve años después, en una Turquía donde unos 15 millones de kurdos siguen siendo objeto de discriminación, “la presencia del Amedspor, con sus colores y su nombre, representa una forma de resistencia muy fuerte y sin precedentes”, juzga Daghan Irak, sociólogo del deporte.
El profesor de la Universidad de Huddersfield (Inglaterra), recuerda, sin embargo, las repetidas sanciones contra el club y sus jugadores, en particular cuando algunos pidieron el fin de las operaciones contra el PKK, grupo calificado de terrorista por Ankara. “Los kurdos son libres de ser kurdos en privado siempre que acepten ser turcos en público y los kurdos son libres de jugar (al fútbol) siempre que no jueguen como kurdos”, analiza Daghan Irak.
Los jugadores del Amedspor, que el año pasado en la tercera división jugaron en casa ante una media de 20.000 aficionados -más de 17 de los 20 equipos de la primera división- son recibidos con hostilidad en cada viaje. En 2023, en Bursa, una ciudad conservadora del noroeste, sus jugadores fueron atacados por una lluvia de proyectiles, incluidos cuchillos. “Cualquier equipo al que se enfrente, Amedspor casi siempre es visto como la selección de otro país”, dijo a la AFP Reha Ruhavioglu, directora del Centro de Estudios Kurdos de Diyarbakir.
Sus seguidores destacan la dimensión identitaria de su equipo, a pesar de la presencia de jugadores no kurdos en la plantilla. “Amedspor es para los kurdos lo que Barcelona es para los catalanes. No es sólo un equipo, es una identidad”, afirma Uygar Öztürk, de 43 años, tras el aburrido partido contra el Sakaryaspor (0-0). “Amedspor no es sólo el equipo de Diyarbakir, es como una selección nacional kurda”, remarca Azer Günes, de 19 años.
El joven camarero, que llegó a Estambul en primavera, dice que lleva los colores de su club “en todas partes”, sobre todo desde que los trabajadores kurdos fueron golpeados -y recibieron un disparo- a finales de agosto en el centro del país por negarse a para quitarse la camiseta del Amedspor.
Detrás de él, en la calle mal iluminada hacia la que la policía dirige a los aficionados del Amedspor, Ugur Çetin no pierde los estribos. “¡Éramos 200 aficionados por 2000 policías! ¡Me registraron ocho veces!”, se queja el treintañero. ¿Por qué tanta precaución? “¡Es por nuestra raza!”, responde.
Fuente: Mundo Deportivo / Edición Kurdistán América Latina