Bettin: “Sigo distintas direcciones cuando escribo mis novelas”

“La cuestión decisiva es si somos capaces de desarrollar un movimiento político capaz de cambiar el gobierno del país, y por tanto, de cambiar las prioridades, estableciendo como tales la educación y la cultura”.

Escritor y político, Gianfranco Bettin ha sido durante años teniente de alcalde de la ciudad de Venecia y cabeza del Centro de Paz y la Política Juvenil.

Ha promocionado numerosas actividades culturales que se han celebrado en la ciudad italiana, como el Festival de Literatura Fondamenta.

Primero de todo, puede presentarse brevemente y decirnos cuándo y cómo comenzó a escribir. ¿Cuál es su primer recuerdo de usted escribiendo?

Nací en Porto Marghera, el municipio de Venecia, en 1955. He estado escribiendo desde que aprendí a hacerlo en la escuela, pero quizás incluso antes: imaginaba cosas, símbolos o dibujos que quién sabe qué significaban. La primera cosa que recuerdo que escribí fue una suerte de cuento de hadas, imitación de un cuento ruso que había leído en uno de esos libros que vi siempre a lo largo de mi vida (una colección de cuentos de hadas rusos). Sólo sé que lo escribí, creo. No recuerdo nada más, quizás había nieve y fuego, un poco de magia y un personaje semi-vagabundo.

Veneto es una región compleja. Muy cristianodemócrata (exceptuando algunos puntos rojos), pero también una zona con importantes universidades y numerosas fábricas. Es la región del noreste autodenominada  “milagrosa”
 y decadente, de las luchas de los sindicalistas y los políticos de izquierdas, de los misterios oscuros, de los brutales asesinatos de la “familia”, la mafia de Brenta… Hay mucho de Veneto en su narrativa. ¿Qué aspectos ha tratado de enfatizar? ¿En qué medida el hecho de ser sociólogo y político influyó en los temas que escogió?

Mi educación en ciencias sociales y políticas ciertamente pesa y afecta en mi forma de escribir y de contar, pero, aún antes de eso, en mi forma de ver las cosas. Es una mezcla de descodificación analítica y comprensión intuitiva, que a veces se traduce en frases sugestivas y otras en descriptivas. Espero que se fusionen bien… Con esta mirada e instrumentos del mundo en el que he vivido, especialmente entre Veneto y Marghera-Venecia, siempre he tratado de captar al mismo tiempo los aspectos oscuros y sombríos (hipocresía, connivencia y complicidad con los poderes, prejuicios, el racismo latente, la tolerancia hacia las políticas incluso cuando son regresivas siempre y cuando vayan acorde a los intereses egoístas generalizados, la incapacidad de poner límites al desarrollo desregulado, destructivo, generalizado, etc.), y los luminosos, presentes en grandes cantidades (desde los paisajes hasta los bienes culturales y sociales, y caracteres de muchos personajes con los que te puedes encontrar).

Ha sido teniente de alcalde de la ciudad de Venecia durante muchos años, un interesante y contradictorio experimento de lo que “podía” ser un importante laboratorio para la izquierda italiana. Un viejo amigo que tenía una librería anarquista en Venecia me habló sobre los encuentros que allí tenían lugar, cerca de Frari. Todos los intelectuales y los artistas más importantes de la ciudad pasaron por ella. Venecia es la de la Bienal de 1968, pero también la de las malas elecciones de De Michelis… ¿Cuándo y por qué dejó de ser Venecia un laboratorio político (que, entre otras cosas, significaba ser al mismo tiempo una ciudad “intelectual” artística y trabajadora), optando por la vertiente Disney?

De hecho, dos Venecias han convivido casi por medio siglo. Una trataba de abandonarse a la modernidad que trajo ganancias fáciles, especialmente en lo que se refiere a ofertas turísticas, especulaciones y recursos relacionados al gran trabajo de la construcción como el Mose (con toda la corrupción consecuente). La otra, buscaba caminos diferentes, dependiendo de la gente y de los tiempos. En una etapa que va desde principios de los 90 hasta los inicios del nuevo siglo, también trató de ser un laboratorio político. En un momento dado, simplemente ya no pudo hacerlo más, dando lugar a fórmulas políicas más tradicionales y menos innovadoras, que podemos llamar moderadas de centro-izquierda, y sin audacia, sin la habilidad de integrar innovaciones políticas y responder a las demandas que la sociedad local y nacional produce. Se allanó así el camino para una regresión política de tipo liberalista y egoísta que actualmente sigue en curso.

Usted fue elegido cuando esta elección –la de Disneylandia en lugar del laboratorio político– ya estaba en marcha. ¿En qué cree que fallaron los gobiernos de Cacciari para revertir este curso?

Solamente fue un problema parcial del Ayuntamiento. En realidad, gran parte del destino de Venecia depende de otros poderes, especialmente de las esferas económicas y de competencia, poderes más fuertes que el Ayuntamiento (el gobierno regional y nacional, el Parlamento) y las autoridades externas como la autoridad portuaria, u otros sujetos privados muy poderosos como el Nuevo Consistorio de Venecia y la compañía administradora del aeropuerto o las compañías de cruceros. El Ayuntamiento no ha podido involucrar a la ciudad en su conjunto contra los daños causados por estos poderes, ni ha podido hacer nada contra los despiadados recortes de los recursos locales impuestos por los gobiernos centrales. El mayor límite que veo está, de hecho, en esta incapacidad para integrar las iniciativas institucionales y los desarrollos administrativos con una dinámica social, por medio de un camino de participación y de intercambio de opciones. Es un límite político serio.

Veneto, como ya hemos dicho, es una región muy compleja. Usted eligió contar por un lado la Veneto de los marginados (Qualcosa che brucia, Something Burning) sin pasar por alto la dificultad de contar su lado más oscuro, el de Pietro Maso, por ejemplo, o una inmigración rechazada pero necesaria (necesaria para los jefes). ¿Cómo van sus libros? ¿Cómo elige la historia que va a contar? ¿Van antes los personajes, o la trama? Hablemos sobre su proceso creativo.

Las historias y los personajes que decido contar provienen de un rico surtido de notas, a veces incluso de notas mentales, que mantengo en forma escrita, o no, durante mucho tiempo, observando la realidad o imaginando desarrollos imaginarios en un camino creativo, arbitrario. Si escribo sobre casos reales, como en la investigación narrativa sobre Pietro Maso (un chico que, junto con algunos compañeros, asesinó a sus padres para disponer de la herencia, un crimen que impactó a Italia a principios de los 90), trato de mantener una mirada rigurosa sobre los hechos y los datos, y si me apuras, declaro que en este punto de la historia imagino... Pero sobre todo me mantengo leal a la reconstrucción que puedo hacer con los datos y los hechos y por medio de sumergirme en lugares y situaciones, en un contexto tanto físico como cultural, donde la historia ha tenido lugar. Por supuesto, en la novela me siento más libre pero, en en este caso, más ligado a la efectividad de la palabra, la elección precisa de cada palabra y de cada frase e incluso de cada punto, coma y espacio. Una novela es todo esto, se constituye de estas cosas, de ello nace su credibilidad y no tanto de la veracidad de los datos o los hechos, como en la investigación narrativa sobre eventos reales. Sigo numerosas pistas mientras escribo una novela o un ensayo o investigaciones narrativas, también cuido el tema durante mucho tiempo, sosteniendo una especie de mina literaria a la que poder recurrir. Esto me permite escribir siempre sobre una cosa u otra. Entonces, al final, una historia me llama “más que las otras” y me dedico a ella, concluyéndola, y, llegado el caso, publicándola.

¿Cómo de importante es el lenguaje en su narrativa?

Como en cualquier escrito, es lo más importante de todo.

Usted (intelectual y político) ha estado creando un interesante espacio cultural y literario en Venecia. En los 90, patrocinó una serie de interesantes reuniones con nuevos escritores italianos y también para ellos (estoy pensando en Tiziano Scarpa, Ferrucci…). Después de aquello, organizó el Festival Foundamenta. Pese a Berlusconi, este era un país (y Venecia era verdaderamente una ciudad muy viva) que todavía producía buena literatura y generalmente buen cine, buena cultura y buena música. Pero en la década del 2000 todo aquello se desvaneció. ¿Y ahora? ¿Ve luz al final del túnel?

Para Venecia este es el momento más difícil del último medio siglo. Esto no significa que no haya fermentos en numerosos campos, incluido el cultural e incluso el político, pero hasta la fecha son fermentos que no encuentran una representación significante y que ciertamente no están presentes en el gobierno de la ciudad. Sin embargo, puede que esto favorezca un crecimiento horizontal, más libre, más selecto y, por lo tanto, más poderoso. En definitiva, los fermentos traen consigo algo de luz… a pesar de todo. En cualquier caso, es cierto que las experiencias de estos años son irreparables, tanto porque se superan como porque su búsqueda genuina y fructífera de nuevos caminos finalmente los pero, en esa misma línea, también los consumió. En cuanto a lo que a mí respecta, no veo mucha diferencia entre ser un intelectual y ser un activista político.

¿Cuáles son sus “referencias literarias” y más generalmente, sus referencias culturales?

En mi mezcla formativa hay un poco de todo, aunque creo que prevalecen las referencias literarias (clásicos italianos, algunas obras rusas y americanas, seguidas de otras francesas, ibéricas e inglesas), de comics (en un principio italianos y americanos) y cinematográficas (Kubrick sobre todo, luego cine del oeste, negro, de ciencia ficción, este último registro también en literatura). La música es a menudo un corolario indispensable, aunque no siempre es una fuente de inspiración.

¿Cómo definiría el estado de salud de la literatura italiana?

En los últimos años diría que suficientemente bueno, han emergido muchos buenos autores, incluso algunos muy originales.

¿Y la política editorial? ¿Están simplemente asumiendo títulos “seguros” o hay quienes asumen “riesgos”?

Las pequeñas editoriales se arriesgan más, pero están también en una situación mucho más difícil en tanto que están en un mercado y una distribución que apuesta por el éxito inmediato de lo “seguro”, o supuestamente tal. Es menos común ver a una gran editorial asumiendo riesgos.

La literatura y en mayor grado las revistas culturales prácticamente han desaparecido. ¿Por qué? ¿Es realmente un problema de mercado?

Es un problema de mercado, lo que significa que es un problema de distribución, pero también de lectores. Hoy, gracias a la red, existe una circulación más horizontal de las ideas, más rápida, más eficiente y más económica. Esto saca del juego a las revistas, o las empuja a convertirse en un portal web, un blog, etc., y al final acaba abandona su formato en papel, incluso por el costo y, a menudo, la ineficacia del formato. Afortunadamente, esto no impide la circulación de ideas. Al contrario.

Hace años que Italia no invierte en cultura (ni en educación). ¿Qué se puede hacer para revertir esta tendencia antes de que sea demasiado tarde? ¿O ya es demasiado tarde?

No es demasiado tarde, pero es tarde. Además de hacer lo que se puede con libros, textos, portales web, e incluso revistas desde donde se resiste, etc., la cuestión decisiva es si somos capaces de desarrollar un movimiento político capaz de cambiar el gobierno del país y, por lo tanto, cambiar las prioridades, estableciendo como tales la educación y la cultura (una cuestión, entre otras cosas, que podría ser una oportunidad económica formidable para un país como Italia).