Hamûdê Elo es del pueblo de Kurzelê en Sherawa, en la provincia de Afrin. Actualmente vive en Shehba debido a la ocupación del Estado turco. Lleva muchos años coleccionando herramientas, equipos y símbolos representativos de la cultura kurda en su casa de Afrin.
Elo, que tuvo que dejar atrás años de trabajo debido a la ocupación, no se rinde y continúa su labor en Shehba.
En declaraciones a ANF, dijo que heredó de su padre la protección de la cultura kurda y añadió: «Mi padre se dedicaba a la agricultura. Estaba vinculado a su tierra. Estaba integrado en su tierra. Una persona que está vinculada a la tierra también lo está a su cultura y se esfuerza por mantenerla viva. Mi padre era una de esas personas. Recogía, protegía y cuidaba constantemente las herramientas y el equipamiento que eran símbolos de la cultura kurda. Les contaba a sus hijos e hijas lo que significaba cada símbolo para que no se olvidaran ni se perdieran».
Todo quedó en Afrin
Señalando que su casa en Afrin rebosaba de símbolos que representaban la cultura kurda, Hamûdê Elo dijo: «Los símbolos que mantenían viva nuestra cultura estaban en nuestra casa de Afrin. Había un patrimonio cultural dejado por nuestros antepasados. Pero todo se quedó en Afrin. Los mercenarios se apoderaron de nuestra casa y nuestro pueblo. No tuvimos tiempo de salvar nuestro patrimonio cultural. Nuestra casa fue saqueada, todos los objetos rotos y quemados por los mercenarios, porque su objetivo era destruir nuestra cultura. Pero hoy cubrimos nuestra casa de Shehba con herramientas y equipos que representan la cultura kurda, desde las paredes hasta las mesitas de café».
Educar a los niños
Hamûdê Elo dijo que reunió las herramientas y equipos que representan la cultura kurda con gran dificultad, y añadió: «Mi objetivo es mantener viva nuestra cultura y evitar que caiga en el olvido».
Elo es miembro de TEV-ÇAND. Dijo que se interesó por la cultura y el arte desde muy joven y añadió: «Tenía unos 13 años. A escondidas me llevaba el saz de mi hermano al colegio y tocaba. Mi profesor se dio cuenta de mi talento. Así que empecé a cantar y a tocar el saz. Toco el saz desde 1986. Aprendí a tocar el órgano en los años noventa. Solía cantar y tocar en bodas. También enseño a los niños y a las niñas a tocar el saz y doy clases de canto. Es imposible que un niño o niña que no conoce su cultura se conozca a sí mismo. Por eso enseño a mis hijos a tocar el saz, a cantar y a estrechar sus lazos con el arte, en las condiciones actuales».