Desde su traslado a Yazd, la prisionera política kurda Zeynab Jalalian, que está encarcelada en Irán, ha sido puesta en aislamiento, según informó la Red de Derechos Humanos del Kurdistán (KHRN). Según la organización de derechos humanos, Jalalian también está siendo presionada para que "muestre remordimiento" y "coopere" con el régimen de Teherán. Las fuerzas de seguridad también están tomando medidas represivas contra los familiares de Jalalian. El padre, Ali Jalalian, fue detenido recientemente por los servicios secretos en su casa de Maku e interrogado durante una noche. El hombre sólo pudo volver a casa después de pagar una fianza.
Hasta hace tres semanas, la activista Zeynab Jalalilan, de 38 años, seguía en el ala de mujeres de la prisión central de la ciudad de Kirmanshah, en Kurdistán Este. El 10 de noviembre, las fuerzas de seguridad iraníes la sacaron de su celda sin dar ninguna razón. Durante dos días no se supo nada de ella ni de su paradero. A principios de octubre Jalalian ya había sido transferido a Kirmanshah. Antes de eso, había pasado unos tres meses en una prisión en la ciudad de Kerman, que se encuentra a casi 1.300 kilómetros al este. Fue transferida allí en abril desde la prisión de Qarchak en Varamin, al sur de la capital iraní, Teherán. Anteriormente había estado encarcelada en Khoy (Xoy).
Durante esta odisea, Zeynab Jalalian enfermó de Covid-19 y de asma, mientras que también sufrió lesiones en las muñecas y los tobillos debido a los grilletes durante los transportes. La Red de Derechos Humanos del Kurdistán informa de que Jalalian también fue objeto de malos tratos físicos por parte de las fuerzas de seguridad iraníes durante los traslados. Como sus lesiones no recibieron tratamiento, ahora sufre los daños tardíos. Además, sigue debilitada por una huelga de hambre que inició a fines de junio para asegurar su regreso a Xoy, sin éxito. No se dispone de información sobre su estado de salud actual.
Los parientes de Jalalian rara vez pueden visitarla, incluso sin la orden de aislamiento, ya que los últimos centros de detención en los que estuvo retenida están situados lejos de sus hogares. Al igual que en Turquía, pero también en el País Vasco, donde los presos políticos están distribuidos por todo el estado español y Francia, de modo que sus familias y parientes suelen tener que viajar cientos de kilómetros y a veces más para una visita corta, las autoridades de Irán también dispersan a los presos a cárceles lo más lejos posible de su lugar de residencia. Los padres de Jalalian viven en Maku y la ciudad de Yazd está a unos 1400 kilómetros.