Irán ejecutó a tres prisioneros políticos kurdos

Este sábado, tres jóvenes kurdos han sido ejecutados: Ramin Hossein Panahi, Zanyar Muradi y Loqman Murad.

Tres jóvenes prisioneros kurdos han sido ejecutados a unas horas unos de otros en Irán.

Cualquier palabra es inadecuada para describir el horror de la pena de muerte.

El régimen iraní es uno de los países que más recurren a la pena de muerte para bloquear la disidencia política y cultural.

Este sábado, tres jóvenes kurdos han sido ejecutados: Ramin Hossein Panahi, Zanyar Muradi y Loqman Murad.

El hermano de Panahi, Emced Hossein Panahi, anunció que su hermano fue ejecutado en su cuenta de Twitter.

Unas horas más tarde se supo que los prisioneros políticos kurdos, los primos Zanyar Muradi y Luqman Muradi, también habían sido ejecutados.

Los dos primos estaban en prisión desde 2009. Según la agencia oficial iraní, Farsnews, los dos primos fueron ejecutados juntos.

La agencia oficial de noticias Farsnews anunció que los activistas políticos kurdos Zanyar y Loqman Muradi, detenidos en la prisión de Recaiishahr en Kerec, fueron ejecutados en horas de la mañana. Según Farsnews, Zanyar y Loqman Muradi y Penahi fueron ejecutados juntos.

Panahi fue condenado y sentenciado a muerte luego de un juicio extremadamente injusto el 16 de enero que duró menos de una hora. Su familia contó a Amnistía Internacional que compareció ante el Tribunal Revolucionario de Sanandaj con marcas de tortura en su cuerpo, pero que el tribunal no ordenó una investigación sobre sus afirmaciones de que se lo había obligado a "confesar" el crimen.

Entre su detención y el juicio, se le permitió una breve reunión con su abogado, que tuvo lugar con los funcionarios de inteligencia presentes. El Tribunal Supremo confirmó la condena y la pena de muerte en marzo de 2018.

Ramin Hossein Panahi fue arrestado por primera vez el 23 de junio de 2017. Luego de su arresto, fue desaparecido por la fuerza durante cuatro meses. Según él, durante este período y otros dos meses de confinamiento solitario, los oficiales del Ministerio de Inteligencia y la Guardia Revolucionaria lo torturaron repetidamente, incluso golpeándolo con cables, pateándolo y golpeándolo en el estómago y golpeándose la cabeza contra la pared. También le denegaron deliberadamente atención médica adecuada por las heridas que sufrió al dispararse en el momento de su detención.