La explotación de los niños es un negocio cotidiano en Turquía y el Kurdistán del Norte (Bakur). Ya sea la producción de vaqueros baratos y camisetas desechables o la producción agrícola de cerezas y avellanas para el mercado europeo, el consumo de estos productos procedentes de Turquía y el Bakur roba a muchos jóvenes su infancia y a algunos incluso su vida. Los trabajadores agrícolas, que se ven obligados a trabajar sin ninguna protección, suelen ser del Kurdistán. A las insoportables condiciones de trabajo se suman la discriminación y los ataques racistas. El Centro de Derechos de los Niños del Colegio de Abogados de Amed (Diyarbakır) advierte que el trabajo infantil ha aumentado considerablemente en la última década debido, en parte, a los cambios en el sistema educativo. Según la cámara, sólo en abril murieron al menos siete niños a causa del trabajo, y oficialmente mueren cerca de 60 menores en el trabajo cada año.
El abogado Ömer Sansarkan ha informado de que las muertes de abril se produjeron en Bursa, Amed y Osmaniye. De los siete niños y adolescentes que murieron en el trabajo, sólo dos tenían más de 15 años. La mayoría eran trabajadores agrícolas.
Vidas jóvenes perdidas en la agricultura
Sansarkan ha dicho: “Las familias que van a trabajar con sus hijos no tienen derecho a cobrar por el trabajo de sus hijos. El empresario sólo paga el salario de los adultos. Por tanto, las familias con hijos son más rentables para los empresarios, que además se ven favorecidos por la ley. Por ejemplo, los tribunales no imponen sanciones penales cuando los menores de 18 años mueren a causa de accidentes laborales, como en las obras de construcción. Los tribunales se basan en el argumento de la ‘negligencia’ y no imponen sanciones.
Aunque se sabe que el trabajo infantil está prohibido en la construcción, los contratistas responsables de la muerte de los niños no son castigados. Como el resultado de estos casos judiciales es tan predecible, a estos contratistas no les importa si los niños viven o mueren. Cuando niños de tan sólo ocho o diez años mueren en trabajos agrícolas, se culpa a los padres por ‘negligencia’. En cualquier caso, el sistema judicial protege a los empresarios”.
El sistema educativo favorece el trabajo infantil
Señalando la reforma educativa del régimen del AKP (4+4+4) como una de las causas del aumento del trabajo infantil, Sansarkan ha afirmado: “Con la introducción del nuevo sistema educativo, el trabajo infantil en Turquía se ha multiplicado por siete según los datos de TURKSTAT. En el extranjero se habla incluso de que se ha multiplicado por doce. Según las cifras oficiales, actualmente hay dos millones de niños trabajando en Turquía. Y no me estoy refiriendo a las cifras ocultas. Si las sumamos, alcanzamos una cifra mucho mayor. El sistema educativo permite continuar la educación en ‘aprendizaje abierto’ después de cuatro años de escuela primaria. Allí, la educación no está controlada. A los 10 años, se puede abandonar la carrera educativa. Este problema puede ser la causa del aumento del trabajo infantil, pero también de los matrimonios infantiles. Por eso hay que volver al viejo modelo de inmediato”.
‘Cada año mueren 60 niños’
En cuanto a la labor de los colegios de abogados en este contexto, Sansarkan ha declarado: “Los colegios de abogados intentan hacer algo al respecto, pero muchos ni siquiera tienen un centro de derechos de los niños. El trabajo infantil se maneja como parte de los departamentos de derechos humanos. En la región, sólo hay un departamento activo de derechos de los niños y es en el Colegio de Abogados de Amed. En toda Turquía, también existen departamentos de este tipo en Ankara, Estambul e Izmir.
Entre ellos, Amed realiza el mejor trabajo. Sin embargo, en nuestro país también hay muchas carencias. Por ejemplo, no podemos hacer publicidad sobre el tema del trabajo infantil. En realidad, esto sería posible por medio de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en el tema. Porque cada año mueren más de 60 niños en el trabajo en Turquía. Por un lado, aumenta el número de menores que trabajan y, por otro, mueren decenas de niños”.
Son necesarios cambios en la ley
Para cambiar la situación, Sansarkan cree que son especialmente necesarios cambios en la ley: “El empleo de los niños está estrictamente prohibido por la Constitución. Pero el Código Laboral establece que los jóvenes mayores de 14 años pueden trabajar. Hay que aclarar esta contradicción. Al fin y al cabo, la ley no está por encima de la Constitución. Si se estableciera un mecanismo de control en todos los ámbitos, desde la educación infantil hasta la sanidad, podría haber algunas mejoras.
Además, si un ciudadano turco obliga a un niño a mendigar, no va a los tribunales, pero si lo hace un sirio u otro inmigrante, el caso va directamente al tribunal penal. Si las sanciones aplicadas a los refugiados sirios se aplicaran también a las familias turcas, los niños no podrían ser obligados a mendigar tan fácilmente”.