Política de tierra quemada
Varios bombardeos del ejército turco provocaron ayer sábado un incendio forestal en Mawa, cerca de Heskîf (tr. Hasankeyf). Hasta el momento, las autoridades del distrito de la provincia de Êlih (Batman) se han negado a enviar a los bomberos a la zona del incendio y a iniciar las operaciones de extinción. Los intentos de extinguir el incendio por parte de la población local han sido impedidos por los militares. Las llamas se propagan sin control. Se desconoce si hay heridos.
El incendio de Mawa fue provocado por ataques aéreos contra supuestas posiciones de la guerrilla kurda en los alrededores del pueblo de Xirbêkûr (Palamut). Desde el pasado martes se está llevando a cabo una operación militar a gran escala en la región, en la que se han producido intensos ataques aéreos con cazas F-16, helicópteros y drones asesinos, así como enfrentamientos entre miembros de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) y de las Asociaciones de Mujeres Libres (YJA Star) y unidades militares. Ya han muerto una combatiente y un combatiente, y otros dos están hospitalizados con heridas graves. Al parecer, los enfrentamientos continúan.
Mientras tanto, no está clara la extensión de la zona incendiada cerca de Xirbêkûr. El pueblo fue acordonado por el ejército hace días y el gobernador provincial de Êlih ha impuesto un toque de queda, que por el momento permanecerá en vigor hasta el 3 de julio. Por lo tanto, está prohibido entrar o salir del pueblo. La orden incluye también el acceso a las zonas forestales más altas. Desde el miércoles, también se han interrumpido repetidamente las conexiones telefónicas y de Internet en Xirbêkûr. La población del pueblo está prácticamente aislada del mundo exterior.
Ecocidio en la lucha contra la insurgencia
En el Kurdistán, los incendios forestales se utilizaron por primera vez en 1925 para «combatir la insurgencia». En aquella época, el objetivo era reprimir la revuelta de Şêx-Saîd. Esta táctica continuó con la legislación de reforma y el genocidio cometido en Dersim en este contexto, y alcanzó su punto álgido en la década de 1990 con la destrucción de más de 3.000 aldeas kurdas. Desde que el gobierno turco rompió unilateralmente el proceso de diálogo con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en 2015 y lanzó una guerra de aniquilación contra el movimiento kurdo, no pasa un verano sin que se aplique la «política de tierra quemada». Ankara quema sistemáticamente los bosques y las tierras de cultivo del Kurdistán.
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