A pesar de las prueba que señalaban a la implicación directa de personas con permiso diplomático del régimen iraní, el gobierno de Austria sacrificó la justicia en favor de sus intereses comerciales y políticos y permitió que los tres sospechosos del asesinato, que se habían refugiado en la embajada iraní, escaparán sin ser siquiera interrogados por las autoridades austriacas.
Más aún, el agente de inteligencia iraní Sahraroodi, uno de los asesinos que no había sido juzgado tras 30 años, fue recibido con una alfombra roja años más tarde en Erbil.
Han surgido nuevas pruebas sobre la implicación del régimen iraní en los asesinatos que señalan a la participación del expresidentes iraní Mahmoud Ahmadinejad.
AFP ha informado que “un ciudadano alemán, que había declarado ante agentes policiales antimafia italianos en 2006, afirmó que había estado en contacto con los servicios de inteligencia iraníes en 1989 en relación a ventas de armas. Poco después del asesinato, este ciudadano afirmó que había entregado armas ligeras en una reunión en la primera semana de 1989 en una reunión que tuvo lugar en la embajada iraní en Viena”.
Vida y política
Abdulrahman Qasimlo nació en Urmiye, en 1930.
Tenía 16 años cuando se estaba preparando para entrar en la universidad de Teheran y una bandera de Kurdistán fue izada en la Plaza Tsachira en Mahabad el 22 de enero de 1946.
Qasimlo, que ya era miembro del Partido Comunista Tudey, estaba preocupado por la caída de Mahabad, el ahorcamiento de Qazi Muhammad en Tsarchira, y las noticias de que se padre había sido arrestado en Teheran. Estos hechos fueron un punto de inflexión en la vida del joven.
En 1957, Qasimlo era profesor de la Universidad de Praga a donde llegó como estudiante. Tras 20 años de silencio sobre Mahabad, la ‘primera bala’ de Kurdistán Este explotó en 1967 cuando había emprendido sus estudios científicos en Europa.
Con un grupo de jóvenes comenzó la resistencia contra la administración del Shah Pahlavi con pocas posibilidades de éxito.
Mientra la resistencia continuaba en Kurdistán Este, Qasimlo asumió la posición de secretario general en el tercer congreso del Partido Democrático de Kurdistán en Irán (KDP-I) en 1973.
El lema del congreso es el lema que nunca cedió hasta su muerte y del cual estaba hablando pocos minutos antes de su asesinato en una conferencia en Viena: “Democracia para Irán, autonomía para Kurdistán”.
Cuando Qamislo volvió a Praga en 1976, fue declarado ‘persona non-grata’. Debido a ello, decidió asentarse en París. Además de ser el líder del KDP-I también fue consiguió doctorarse en la famosa Universidad de Sorbona en París donde impartía clases. Cuando el régimen del Shah fue derrocado, Qamislo volvió a Kurdistán en noviembre de 1978.
El 1 de febrero de 1979, el avión que llevaba a Khomeini despegó en París con destino Teheran. De hecho, Qasimlo visitó a Khomenei varias veces en su casa de Neauphle-le-Château en París durante el verano de 1978. Cuando Khomeini declaró el inicio de su revolución a los 10 días de llegar a Teheran, mandó un mensaje a los kurdos: “Nos veremos ahí”.
Sin embargo, Khomeini, que se había reunido con una delegación kurda el 28 de marzo dijo: “no hay ninguna nación kurda, ni azerí ni persa, ni de ninguna minoría, somos todos de la comunidad de Allah”.
El 17 de agosto de 1979, Khomeini declaró a Qasimlo “enemigo de dios” y Kurdistán se enfrentó a una de las masacres más grandes del siglo XX. Más de 10.000 kurdos civiles fueron asesinados.
Equilibrios cambiantes durante la guerra de Irán e Iraq
La guerra entre Irán e Iraq durante la década de 1980 cambiaría el destino de Kurdistán Este y de su movimiento. El coste de la guerra hasta 1984 fue muy alto: 10.000 peshmergas habían perdido la vida. Qasimlo había establecido su cuartel general en las montañas de Qandil en la frontera en Kurdistán Sur y Kurdistán Este. Durante la segunda mitad de la década, con la iniciativa del líder del PUK Celal Talabani, contactó de nuevo con el Teheran tras varios años.
El 10 de diciembre de 1988, los partidos se sentaron alrededor de una mesa en la casa de Xebat Maruf del PUK en el 9º distrito de Viena. Qasimlo no cedió en su exigencia de una “educación en kurdo, kurdo como idioma cooficial”, pero las negociaciones fueron interrumpidas. Sin embargo cuando Khomeini murió, Rafsanjani ocupó su lugar y se reiniciaron las negociaciones.
Esta vez, Fadil Resul, que vivía en Viena, formó parte de las conversaciones. Resul, que había estado viviendo en Viena desde 1975 y estaba haciendo su Doctorado en el Departamento de Relaciones Internacionales, era un buen defensor de los intereses kurdos. Resul organizó la reunión entre los líderes kurdos que llegaron a Viena.
Sin embargo, Qasimlo insistió en que debía ser París el lugar escogido, pero los iraníes respondieron que “tenía ser Viena o Berlín, París es imposible”.
El avión que llevó a Qasimlo hasta Viena el 11 de julio, sería el último viaje del líder kurdo.
Tras las palabras… las balas
Qasimlo había arreglado una reunión con el Ministro de Interior a las 16.00 de la tarde de 13 de julio antes de su reunión con los iraníes.
La reunión se iba a celebrar con el asesor jefe del ministro, Manfred Matzka. Sin embargo, el secretario del asesor canceló la reunión a última hora. La razón de la cancelación y que pretendía decirle al asesor del ministro austriaco son dos detalles que han quedado sin esclarecer todavía hoy.
Una hora más tarde, Qamislo tenía otra cita con la delegación iraní. La reunión tuvo lugar a las 17:30 finalmente en la calle Linken Bahngasse del tercer distrito de Viena.
Mientras tanto, tres iraníes, Cafer Sahraroodi, Mustafa Ajvadi y Amir Mansour Bozorgian dejaron su hotel para llegar al lugar de la reunión. Tenían pasaportes diplomáticos en sus bolsillos y llegaron a Viena el 10 de julio. Un testigo conocido con el nombre en código ‘D’ dijo que Mahmoud Ahmadinejad, que en 2005 fue elegido presidente de Irán, estaba entre ellos.
Las delegaciones se reunieron y comenzaron a negociar. La reunión fue grabada en audio. El entonces policía austriaco afirmó que en la cinta de audio Qamislo dijo que volvería “sin haber conseguido nada, y no puedo decir que Irán esté trabajando por la autonomía prometida”.
Tras las palabras, las balas… Qasimlo recibió un disparo en la cara, otro en el lateral de la cabeza y otro en el cuello. Resul, por su parte, recibió dos disparos en la cabeza, y Abdullah Kadir Azeri también recibió un disparo.
Pero hubo un detalle olvidado. El 13 de julio hubiera sido el 40 cumpleaños de Khomeini, el líder de la revolución islámica que había muerto el 3 de junio.
Cuando la policía llego al edificio de Jafar Sahraroodi, éste estaba muerto y tirado en tierra en su propia sangre. Su amigo Mansour Bozorgian estaba gritando cuando llegó la policía: “Le han disparado, han disparado a mi amigo. Salvarlo”. El asesinato de Sahraroodi hizo que el plan original se desbaratará y éste fue llevado al hospital y puesto bajo supervisión policial, mientras que Bozorgian fue trasladado a la comisaría.
Sin embargo, Bozorgian fue rápidamente entregado a la embajada iraní donde se le retuvo durante varios días y luego fue evacuado del país. El 22 de julio, en medio de fuertes presiones del régimen iraní, Viena entregó a Sahraroodi para ser sacado del país.
Qasimlo y sus amigos fueron recibidos como héroes por los países que les mataron. Tras volver a Irán, Mansour Bozorgian fue ascendido a General y se le encomendó el cargo de Jefe de los Pasdaran en Urmia, casualmente la ciudad natal de Qasimlo.
Por su parte Jafar Sahraroodi se convirtió en comandante de las tropas Jerusalén que realizaron operaciones en el extranjero. En agosto de 1996, fue Sahraroodi quien lideró directamente la operación contra la sede central del KDP-I en la aldea de Koy-i Kurdistán.
Ambos asesinos han continuado viajando por Europa sin problema. Sahraroodi viajó a Suiza y Croacia en octubre de 2013, a pesar de la orden de arresto internacional en su contra. Ninguno de los dos países le entregó a Austria, país emisor de la orden de detención.
Más aún, Sahraroodi fue recibido con una alfombra roja en Erbil en 2014. Sahraroodi también estuvo presente durante la visita del presidente del parlamento iraní Ali Larijani a Kurdistán Sur invitado por el KDP de Iraq.
Austria, que envió a los asesinos a Irán antes de interrogarlos, trató de hacer todo lo posible por ocultar los detalles del asesinato y a sus culpables. El gobierno de Viena siempre dijo “No hemos recibido presión de Irán”.
Sin embargo, en 1997, una encuesta realizada por el periódico Presse, reveló que el 55% de los austriacos pensaban que “el gobierno permitió que los asesinos escaparán”.
En los 90, coincidentemente, hubo un incremento del 60% del flujo comercial entre Austria e Irán.