Las investigaciones muestran que las mujeres y las niñas sufren de manera única en la guerra. El conflicto armado exacerba la desigualdad, la explotación y la violencia. La violencia patriarcal nunca es casual en la guerra. De hecho, la guerra, el militarismo y la ocupación, en muchos sentidos, obtienen su legitimidad de las estructuras de poder patriarcales.
El conflicto sirio no es una excepción. Más de 10 años de guerra civil han tenido efectos devastadores en mujeres y niñas de todo el país, y en aquellas que se han visto obligadas a huir como refugiadas. En 2021, las Naciones Unidas advirtieron que “el riesgo de violencia de género ha aumentado significativamente en los últimos años” y que en “la última década, la inseguridad, el miedo y las intensas presiones económicas han aumentado considerablemente la vulnerabilidad de las mujeres y las niñas” ante abusos como la violencia doméstica y el matrimonio infantil.
Antes del conflicto, si bien las mujeres en Siria estaban mejor que en otros países de la región, aún enfrentaban violencia y discriminación. Las actitudes patriarcales conservadoras a nivel comunitario cruzaron las líneas étnicas y religiosas, impactando a todas las mujeres del país. La ley siria otorgó a las instituciones religiosas poder sobre el matrimonio, el divorcio y otros asuntos de estatus personal, lo que cimentó estas desigualdades. Las mujeres estaban gravemente sub-representadas en el gobierno, y el Estado sirio persiguió a las mujeres activistas, en particular a las mujeres kurdas, que lucharon por un cambio significativo.
En el noreste sirio, las mujeres han estado trabajando para abordar estos desafíos de formas únicas. Desde que comenzó la Revolución de Rojava, en 2012, un movimiento social y político a gran escala liderado por mujeres ha estado construyendo un sistema que considera la liberación de la mujer como uno de sus pilares fundamentales. Si bien las fuerzas de mujeres de las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ), que jugaron un papel central en la derrota de ISIS, son el ejemplo más visible del liderazgo de las mujeres en esa región, está lejos de ser el único.
Las mujeres han asumido nuevos roles en todas las áreas del gobierno y la sociedad civil en la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). La AANES ha aprobado las leyes más sólidas de Siria sobre los derechos de las mujeres y tiene el nivel más alto de inclusión y participación política de las mujeres entre todos los órganos de gobierno del país y de la mayor parte de la región. Las mujeres activistas, que alguna vez pasaron tiempo en prisiones sirias por su trabajo, ahora son líderes respetadas. A las mujeres kurdas se han unido en este esfuerzo, árabes, siríacas, armenias, circasianas, asirias y turcomanas.
En muchos sentidos, los marcos desarrollados por el movimiento de mujeres son incluso más radicales y progresistas que las leyes de los estados democráticos. Esto se debe a que el derecho de las mujeres a vivir libres de la opresión patriarcal, no se entiende únicamente como una cuestión de derecho. En lugar de buscar la igualdad en un sistema opresivo, este movimiento de mujeres busca desmantelar y abolir las estructuras de poder que normalizan la dominación masculina. Esta perspectiva revolucionaria pretende lograr una transformación social duradera, organizando la autonomía de las mujeres en todas las esferas de la vida.
Sin duda, estas mujeres todavía tienen un largo camino por recorrer. Las actitudes patriarcales, la discriminación y la violencia siguen siendo una realidad en el norte y el este de Siria, al igual que en las zonas de conflicto de todo el mundo. Las investigaciones muestran que, para erradicar por completo estos males, las mujeres necesitan ante todo paz y estabilidad.
Hace años, el principal obstáculo que se interponía en su camino era ISIS. Hoy es Turquía, miembro de la OTAN, la que tiene la mira puesta en una tercera incursión militar en territorio de la AANES.
Bajo el gobierno del presidente derechista Recep Tayyip Erdogan y su Partido Justicia y Desarrollo (AKP), Turquía se ha convertido en una gran amenaza para los derechos de las mujeres en toda la región. La violencia contra las mujeres ha aumentado junto con el retroceso democrático durante la última década de gobierno del AKP. En 2021, Erdogan conmocionó a la comunidad internacional al retirarse unilateralmente de la Convención de Estambul.
Un aliado de Erdogan fue sancionado recientemente por Estados Unidos por ayudar al régimen iraní a enriquecerse mientras Teherán utiliza la tortura, la violación y las ejecuciones para aplastar un levantamiento liderado por mujeres. El propio Erdogan ha elogiado a los talibanes, quizás los peores violadores de los derechos de las mujeres para ostentar el poder estatal en el mundo actual, y cree que Turquía debería encontrar una manera de cooperar con el grupo.
El historial de Turquía en el norte y el este de Siria no es mejor de lo que sugieren estas realidades. En sus ataques contra Afrin y Serêkaniyê (Ras al-Ain), las fuerzas turcas y las milicias respaldadas por Turquía han destruido instituciones comprometidas con la protección y el avance de la liberación de la mujer, y han excluido en gran medida a las mujeres de la política y el gobierno.
Regularmente, atacan a las mujeres kurdas por su afiliación real o percibida con las instituciones de AANES: el brutal asesinato de Hevrin Khalaf por parte del grupo Ahrar al-Sharqiyah, respaldado por Turquía, es el ejemplo más conocido, pero está lejos de ser el único. Muchas mujeres kurdas creen que esto representa no solo una persecución étnica y política, sino también un esfuerzo por castigar a las mujeres por atreverse a desafiar el orden patriarcal al ingresar a la vida política. El movimiento de mujeres organizado en el norte y el este de Siria, Kongreya Star, describe este concepto de guerra como “feminicidio político”.
Los grupos patrocinados por Turquía (conocidos como Ejército Nacional Sirio –ENS-) también se han vuelto tristemente célebres por perpetrar violencia sexual y de género, principalmente contra mujeres de comunidades de minorías étnicas y religiosas. Han difundido ampliamente imágenes de cuerpos mutilados de mujeres kurdas, aparentemente sintiéndose inmunes a cualquier posible enjuiciamiento por crímenes de guerra. Según las Naciones Unidas, “desde 2019, las mujeres kurdas de las regiones de Afrin y Ras al-Ayn se han enfrentado a actos de intimidación por parte de miembros de la brigada del Ejército Nacional Sirio, lo que ha generado un clima generalizado de miedo que, de hecho, las ha confinado en sus hogares. Las mujeres y las niñas también han sido detenidas por combatientes del Ejército Nacional Sirio y sometidas a violaciones y violencia sexual, causando graves daños físicos y psicológicos a nivel individual, así como a nivel comunitario, debido al estigma y las normas culturales relacionadas con las ideas de ‘honor femenino’”.
Esta sombría realidad representa una política turca de larga data en su lucha contra los grupos kurdos, a los que considera amenazas a su seguridad nacional. Como reveló la investigadora Meghan Bodette, “mientras que el establecimiento de seguridad turco utiliza la violencia y la discriminación generalizadas contra las mujeres kurdas como táctica de guerra y represión política, el movimiento de mujeres kurdas que se originó en Turquía ha respondido promoviendo la igualdad de género en una amplia gama de estructuras políticas y militares que comparten su ideología”.
Las mujeres en Siria no pueden aprovechar lo que han logrado y abordar los problemas que aún enfrentan debido a la sombra de los bombardeos turcos, los abusos de las milicias, el desplazamiento masivo, la pobreza o las innumerables otras amenazas que afrontarán en caso de una nueva incursión turca.
En los últimos cuatro meses, personas de todo el mundo se han familiarizado con la consigna “jin, jiyan, azadi” (mujer, vida, libertad). Este es una consigna del movimiento de liberación de mujeres kurdas con décadas de antigüedad. Con las protestas en curso en Rojhilat (Kurdistán Oriental) e Irán tras el asesinato de la mujer kurda Jina Amini, la consigna se difundió internacionalmente.
En este contexto, muchos líderes europeos, algunos de los cuales afirman defender políticas exteriores “feministas”, han expresado su solidaridad con las demandas de libertad de las mujeres iraníes. La extensión natural de tal posición implicaría enfrentar las amenazas a la libertad de las mujeres en Medio Oriente planteadas por sus aliados turcos, como la posibilidad de una mayor agresión turca en Siria contra las mujeres que regalaron este marco universal de libertad al mundo.
FUENTE: Melike Yasar / Kurdish Peace Institute / Traducción y edición: Kurdistán América Latina