El 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, se volvió a llamar la atención sobre los feminicidios en Bashur (sur del Kurdistán, norte de Irak).
Las mujeres se han vuelto más vulnerables a medida que se agrava la crisis política, económica y social. Las mujeres siguen siendo víctimas de sus cónyuges, amantes, familiares, padres y hermanos. Tanto el gobierno como las estructuras familiares intentan encubrir estos asesinatos.
Además, el aumento de las presiones políticas, la pobreza, la corrupción, las presiones familiares o de pareja y la política de impunidad empujan a muchas mujeres a suicidarse.
El 1 de diciembre de 2021, Şilêr, una mujer migrante de 24 años procedente del Kurdistán oriental, se arrojó delante de un vehículo en el bazar Famili Moll de Suleymaniya. Şilêr, que fue trasladada al hospital, sobrevivió.
Los feminicidios y las muertes “sospechosas” en el sur del Kurdistán se han intensificado recientemente de forma significativa. Al menos diez mujeres han muerto quemadas, por disparo o han sido encontradas sospechosamente ahorcadas desde principios de año.
Quienes asesinan a las mujeres no sólo se benefician de la impunidad, sino que se les anima a perpetrar nuevos delitos al obtener apoyo político y social con el pretexto de “restaurar su honor”.
Según la Dirección Contra la Violencia del Kurdistán del Sur, en 2021 murieron al menos 171 mujeres: 61 por suicidio y 86 por autoinmolación. Se cree que las cifras reales son mayores.