Esta empresa se llamaba Crypto AG, y obtuvo su primer contrato para construir máquinas de fabricación de códigos para las tropas de EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial.
La empresa suiza ganó millones de dólares vendiendo equipos a más de 120 países hasta bien entrado el siglo XXI. Sus clientes incluían a Irán, juntas militares en América Latina, rivales nucleares India y Pakistán, e incluso el Vaticano.
Pero... Hay un pero. Lo que ninguno de sus clientes sabía era que Crypto AG era propiedad secreta de la CIA en una asociación altamente clasificada con la inteligencia de Alemania Occidental. Estas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder descifrar fácilmente los códigos que los países usaban para enviar mensajes encriptados.
El Washington Post y la ZDF, una emisora pública alemana, en un proyecto de reportaje conjunto pudieron revelar el acuerdo de décadas de duración, entre los secretos más estrechamente guardados de la Guerra Fría.
La cuenta identifica a los oficiales de la CIA que dirigieron el programa y a los ejecutivos de la compañía encargados de ejecutarlo.
La operación, conocida primero por el nombre en clave "Tesauro" y más tarde "Rubicón", está entre las más audaces de la historia de la CIA.