Mazhar Turan ha pasado casi una década de su vida en prisión, incluidos casi siete años en Turquía y dos años y medio en Alemania. El activista kurdo fue declarado culpable de pertenencia al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el Tribunal Regional Superior de Koblenz y puesto en libertad en diciembre de 2021 tras cumplir toda su condena. Considerado un grupo terrorista por la mayoría de la comunidad internacional, para muchos kurdos y otras minorías étnicas de la región, el PKK es lo único que se interpone en su genocidio perpetrado por Turquía.
Desde su puesta en libertad, Turan ha estado bajo supervisión. No se le permite salir de su lugar de residencia y tiene que firmar ante la policía cuatro veces por semana. Le confiscaron el pasaporte y le cancelaron su derecho ilimitado de residencia. Ha de renovar su residencia cada mes.
Según el diario Yeni Özgür Politika, Turan padece una enfermedad cardíaca y necesita permiso incluso para visitar al médico, porque para ello tiene que abandonar su lugar de residencia. No se le permite visitar asociaciones kurdas ni contactar con determinados activistas. También tendrá que pagar 64.000 euros en concepto de costas judiciales.
Las medidas contra Mazhar Turan permanecerán vigentes durante cinco años. "Estoy aislado. Como todo el proceso en mi contra, estas condiciones no son una decisión jurídica, sino política", ha afirmado Turan. Sin embargo, intenta defenderse por la vía legal. Presentó una denuncia contra las condiciones ante el Tribunal Administrativo de Gießen. La audiencia ha tenido lugar esta semana y se espera que se emita sentencia dentro de un mes.
Como es habitual en los juicios del PKK en Alemania, Mazhar Turan no fue acusado de ningún delito individual ni de ningún acto de violencia. El tribunal de Koblenz tuvo en cuenta a favor del acusado que no había utilizado la violencia ni ejercido presión en sus actividades. Tampoco había indicios de que hubiera planeado o llevado a cabo ataques o hubiera estado involucrado en dichos ataques.