El aislamiento deliberado de Öcalan: silenciar a un líder y su impacto en la democracia en Turquía

Han pasado treinta y nueve meses desde que se impuso el aislamiento total y la detención en régimen de incomunicación al líder del PKK, Abdullah Öcalan.

IMRALI

Han pasado treinta y nueve meses desde que se impuso el aislamiento total y la detención en régimen de incomunicación al líder del PKK, Abdullah Öcalan. Este estado de aislamiento y detención en régimen de incomunicación no se aplica sólo a Öcalan, sino también a Veysi Aktaş, Ömer Hayri Konar y Hamili Yıldırım, que se encuentran detenidos junto a Öcalan en la isla-prisión de Imrali, en Turquía.

Deberíamos pensarlo de esta manera: desde hace treinta y nueve meses no se ha recibido ninguna noticia de los cuatro prisioneros, especialmente de Öcalan, que están encarcelados según las leyes de una estructura llamada Estado. Esta falta de comunicación y de noticias trae a la mente muchos pensamientos diferentes.

¿Qué pretende lograr el Estado eliminando todos los canales de transporte y comunicación? ¿Hay cosas que quiere mantener en el anonimato o que no se escuchen, algo que siente la necesidad de ocultar? ¿Qué importancia tienen los objetivos o metas para el Estado que ignora sus propias leyes e impone un estado de apagón absoluto de las comunicaciones en la prisión de la isla de İmralı? Estas preguntas pueden multiplicarse con más consultas.

Para encontrar respuestas a algunas de estas preguntas, podemos observar las identidades de los prisioneros, especialmente de Öcalan, que se mantienen juntos pero en celdas diferentes. Öcalan es una figura muy conocida y reconocida por el público. Es el líder fundador del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán). Ha estado encarcelado durante veinticinco años en la prisión de İmralı. Su influencia es especialmente alta entre los kurdos y existe simpatía por él. La falta de comunicación y el aislamiento están relacionados con la posición de Öcalan.

Se está olvidando deliberadamente a Öcalan. Su voz está siendo silenciada y su nombre está siendo borrado. ¿Se piensa que si se olvida a Öcalan y no se menciona su nombre, la cuestión kurda desaparecerá? ¿Es posible que este plan tenga éxito? Si fuera posible, ¿no habrían sido suficientes sus veinticinco años de encarcelamiento en una prisión insular? Además, durante los últimos treinta y nueve meses, más de tres años, Öcalan y los tres prisioneros que lo acompañan no han tenido comunicación con el mundo exterior.

A sus familias no se les permite visitarlos. A pesar de los esfuerzos de las familias, las autoridades rara vez sienten la necesidad de responder a las solicitudes de visita. A los presos tampoco se les permite reunirse con sus abogados. Se ha prohibido de hecho el derecho legal de los presos a recibir llamadas telefónicas semanales y mantener correspondencia con sus familias.

Veysi Aktaş cumplió recientemente su condena de treinta años. Según la ley, debería haber sido puesto en libertad. Sin embargo, su liberación se ha pospuesto un año ampliando su condena. ¿Se liberará a Veysi Aktaş dentro de un año? Si la situación actual continúa, su liberación es muy poco probable. De manera similar, Nasrullah Kuran y Çetin Arkaş, que una vez estuvieron con Öcalan en İmralı, fueron enviados a la prisión de Marmara (Silivri) en 2016. Todavía están recluidos allí. Ambos han cumplido sus sentencias de treinta años, pero su liberación se ha retrasado y no se sabe cuándo lo serán.

La cuestión de la prolongación de las condenas también está relacionada con Öcalan. Se cree que si son puestos en libertad podrían proporcionar información sobre la vida de Öcalan en prisión, motivo por el cual se les está prolongando la condena.

En resumen, nos encontramos ante una prohibición estricta que ni siquiera permite mencionar el nombre de Öcalan. Imaginemos un Estado que teme la mera mención del nombre de Öcalan porque teme que ello ponga en peligro al Estado. ¿Cómo deberíamos evaluar esta situación? Dejo al lector su propia reflexión.

Si el aislamiento de Öcalan se limitara a la prisión de la isla de İmralı, podría considerarse menos severo. Pero este no es el caso; el aislamiento va más allá de İmralı y alcanza un nivel que criminaliza a toda la sociedad. El reciente nombramiento de un administrador de Colemêrg (Hakkari) está directamente relacionado con este aislamiento.

El aislamiento impuesto a Öcalan se ha convertido ahora en un problema para la democracia y la libertad en Turquía. Ha llegado a un punto en el que afecta no sólo a los kurdos sino también a los turcos.

El CHP (Partido Popular Republicano) se convirtió en el partido líder en las elecciones locales. Después de las elecciones, Özgür Özel introdujo el concepto de normalización. Este concepto es realmente importante. ¿Pero por qué Turquía no se está normalizando? En realidad, Turquía lleva un siglo buscando sus normas. La norma turca comienza con el reconocimiento de las diferencias y la concesión de sus derechos.

La República se fundó sobre la negación. Por eso contiene anomalías. La construcción basada en los principios de una nación, un idioma, una religión ha allanado el camino para un siglo de dolor, opresión y explotación al negar las diferencias y permitir todas las prácticas antidemocráticas.

La verdadera normalización, por tanto, comienza con el rechazo de la negación y, sobre todo, con el reconocimiento genuino de los kurdos. Esto se puede lograr asegurando sus derechos naturales a través de la legislación. En consecuencia, el primer paso hacia la normalización debería ser oponerse valientemente al aislamiento impuesto a Öcalan.

FUENTE: Haydar Ergul / Medya News / Traducción y edición: Kurdistán América Latina