El legado de Zîlan: El fuego de la libertad desde Zap hasta Rojava – I
Zîlan desató una polémica en Dersim el 30 de junio de 1996, demostrando cómo la valentía de una mujer podía sacudir el mundo.
Zîlan desató una polémica en Dersim el 30 de junio de 1996, demostrando cómo la valentía de una mujer podía sacudir el mundo.
Algunas fechas quedan grabadas en el alma de un pueblo, transmitidas como un juramento, una leyenda o una llama de generación en generación. El 30 de junio de 1996 es una de esas fechas para el Movimiento de Liberación Kurdo. Conocido como el "Día del Militante Sacrificado", conmemora el aniversario del momento en que Zîlan (Zeynep Kınacı) abrió un camino hacia la libertad con su propio cuerpo en Dersim en 1996. Su abnegada acción se convirtió en un manifiesto de la voluntad de existir de un pueblo, su pasión por la libertad y su espíritu inquebrantable.
Una tormenta estalló en la plaza de Dersim el 30 de junio de 1996. Zîlan demostró al mundo cómo la valentía de una mujer podía ser trascendental. Con su abnegada acción contra una unidad del ejército turco, no solo asestó un duro golpe al enemigo, sino que también proclamó a los cielos la voluntad y la libertad de todo un pueblo. La acción de Zîlan representó la forma más pura de devoción a la ideología apoísta, al sueño de un Kurdistán libre y a la lucha por la liberación de las mujeres. Fue más allá de la entrega de un ser humano a un ideal o del sacrificio de su vida por la libertad; Zîlan se convirtió en un símbolo de valentía, sacrificio y una voluntad firme en la victoria. El grito que estalló en la plaza de Dersim se convirtió en una fuente de esperanza para los corazones de todo el Kurdistán, una inspiración para las montañas y un faro para quienes luchan.
Zeynep Kınacı nació el 10 de agosto de 1972 en la aldea de Elmalı, en Meletî (Malatya), la menor de siete hermanos en una familia de la tribu Mamurekî. Su familia, de escasos recursos, reflejaba una estructura social influenciada tanto por valores feudales como por una perspectiva kemalista pequeñoburguesa. Zîlan completó su educación primaria y secundaria en Meletî y se graduó de la Escuela Superior de Formación Profesional de Salud Haydarpaşa en Estambul. Comenzó a trabajar en el sector sanitario como técnica de radiología en el Hospital Estatal Birecik en Riha (Urfa). En 1990, ingresó en la Facultad de Educación de la Universidad de İnönü y regresó a Meletî, donde continuó su trabajo en el Hospital Estatal. Se graduó del Departamento de Orientación y Asesoramiento Psicológico, compaginando su vida profesional con la académica. Durante sus años de secundaria, Zîlan desarrolló un interés por los movimientos de izquierda. En la universidad, simpatizó con el movimiento kurdo y finalmente entró en contacto con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En 1994, se unió al PKK. El 30 de junio de 1996, Zîlan realizó una abnegada acción en la plaza Cumhuriyet de Dersim, durante una ceremonia de la bandera celebrada por soldados turcos. Disfrazada de mujer embarazada, ocultó explosivos alrededor de su cuerpo y se dirigió hacia la multitud de soldados. Su acción conmocionó profundamente al ejército turco. Este acto fue una respuesta directa al intento de asesinato del presidente Öcalan en Damasco el 6 de mayo de 1996 y simbolizó la creciente indignación del pueblo kurdo, especialmente de las mujeres kurdas. Al defender al presidente Öcalan, Zîlan defendía la existencia misma del pueblo kurdo y su lucha por la libertad.
Las reflexiones del presidente Öcalan sobre la acción de la mártir Zîlan son las siguientes: “La personalidad de Zîlan encarna la guerra, la organización, la libertad, la profunda pasión por la vida y el amor. Esto es muy claro y no negociable. Nadie tiene derecho a malinterpretarla ni a descuidar sus responsabilidades. Siempre lo hemos dicho: el estilo de Zîlan, con su comprensión de la vida, el amor, su espíritu guerrero y su valentía, es una orden para nosotros y nosotras. Es una verdadera líder para nosotros y nosotras. El hecho de que esto se haya manifestado en una mujer lo hace aún más valioso. Marca una reversión de la decadencia secular de las mujeres, desde Ishtar hasta Zîlan, una transformación hacia la dignidad. Y eso significa una verdadera primavera de libertad para los pueblos de Oriente Próximo.
La línea de la victoria encontró su expresión en mujeres como Zîlan y allanó el camino para una gran irrupción de la feminidad libre y de sus heroicas militantes. Zîlan es un símbolo para todos nosotros y nosotras; su memoria es un mandato. Cumpliremos con sus responsabilidades en todo momento y en todo lugar. Se trata de una postura seria. Las dimensiones ideológica, política y organizativa de esta línea son sorprendentes. Con su acción, Zîlan no sólo condenó al enemigo que tenía delante, el imperialismo y todas las formas de atraso, sino que, más profundamente, se alzó contra todo lo que se ha impuesto a las mujeres: una vida reducida a miedos mezquinos, un sistema que borra su inmensa pasión por la libertad y todo lo que les impide convertirse en personas de gran acción. Lo declaró abiertamente en su testamento final. Saben que las últimas palabras de su vida estuvieron marcadas por el estilo de gran acción y el anhelo de una vida de verdadera libertad, y estas son vinculantes para nosotros. La vida más significativa es la que se vive dentro de este marco. Debe abrazarse plenamente. Quienes no reivindican y encarnan sus valores más elevados nunca podrán prosperar verdaderamente.
La camarada Zîlan dijo: ‘Al acercarme a esta acción, siento una emoción increíble y me considero increíblemente afortunada’. Tenía razón. Porque es raro presenciar a una persona tan apasionadamente comprometida con la vida, alguien capaz de planear un acto tan poderoso con todo su cuerpo envuelto en explosivos. La profundidad del significado reside aquí: por un lado, sabía que con un solo acto quemaría y destruiría todo lo que la había aprisionado: el imperialismo, el colonialismo, la dominación masculina, la esclavitud y la degradación de la mujer; y por otro, también sabía, con total sinceridad, que se convertiría en la encarnación de la vida que anhelaba. Una vez dijo: ‘Quiero ser alguien con una vida y una acción plenas’. Así que, en lugar de constricción o desesperación, este tipo de vida, este tipo de lucha, la llenó de inmensa alegría. Se convirtió en la fuente misma de su vida y felicidad. Incluso en los momentos de acción más intensos, esto se mantuvo firme. Si esta esencia se interioriza verdaderamente, nadie se sentirá atrapado, estancado o desesperanzado en la vida. Al contrario, surgirá una práctica de vida extraordinariamente apasionada, esperanzadora y exitosa. Y ya hay miles de ejemplos que lo demuestran.
Zîlan no es solo una persona. Es una línea, un estilo de vida, un método de lucha y un camino hacia la victoria.
Zîlan alcanzó una claridad arraigada en la realidad revolucionaria de la resistencia. Se convirtió en la personificación simbólica de la línea del presidente Öcalan, alzándose contra la desigualdad nacional, de clase y de género, y la esclavitud. Por lo tanto, no consideramos la identidad de Zîlan como la de una sola persona, sino como una línea ideológica, política, organizativa y orientada a la acción. De hecho, dejó cartas que consideramos su testimonio. Estas cartas contienen ideas en las que todas creemos y nos esforzamos por hacerlas realidad. Representan los objetivos con los que nuestro movimiento de mujeres seguirá comprometido y servirán como personalidades ejemplares. Esto se expresa al más alto nivel.
Que las dificultades no te desanimen. Al contrario, deja que te forjen como el acero. Y conquista la vida no con facilidad, sino con dificultades, para que su valor sea mayor. Una vida ganada fácilmente no vale la pena vivirla. Además, para nosotros, una vida fácil ni siquiera es posible. La vida en tiempos difíciles es una vida de pasión, una vida de amor. Solo quienes superan grandes pruebas pueden vivir en grandeza. Como dijo la propia Zîlan, vivir a lo grande solo es posible mediante grandes actos. Para nosotros y nosotras, esta es la única filosofía de vida y la correcta”.
Autosacrificio: El espíritu indomable del Kurdistán
El autosacrificio se convirtió en la esencia del Movimiento de Liberación Kurdo. Este fuego se encendió por primera vez en los turbulentos días de la lucha revolucionaria en Turquía durante la década de 1970. La determinación en la mirada de Mahir Çayan, la postura desafiante de Deniz Gezmiş en la horca, la voz inquebrantable de İbrahim Kaypakkaya bajo tortura, todo ello se trasladó a la lucha por la libertad kurda a través de la conciencia del presidente Öcalan. El presidente Öcalan transformó este legado revolucionario en el despertar de un pueblo. La fundación del PKK, y especialmente el martirio de Haki Karer en 1977, dio cuerpo y sangre al espíritu de autosacrificio. Haki Karer se convirtió en un faro para el movimiento apoísta; su postura abnegada moldeó el modo de lucha del PKK. Su memoria fue un llamado a la organización; su sangre se convirtió en la savia que alimentó las semillas de la libertad en Kurdistán. En 1982, el espíritu de autosacrificio se convirtió en leyenda en las prisiones. El calabozo de Amed se había convertido en un centro de tortura, sumisión forzada y trato inhumano. Sin embargo, en esas oscuras celdas, nació el espíritu de resistencia de todo un pueblo. En Newroz de 1982, Mazlum Doğan encendió la llama de la libertad con tres cerillas. Su resistencia anunció el despertar de una nación. En el quinto aniversario del martirio de Haki Karer, los "Cuatro", Ferhat Kurtay, Eşref Anyık, Mahmut Zengin y Necmi Öner, prendieron fuego a sus cuerpos, intensificando esa llama. El 14 de julio, la Gran Resistencia de Ayuno de Muerte de Kemal Pir, Hayri Durmuş, Akif Yılmaz y Ali Çiçek coronó este espíritu con la victoria. La resistencia que surgió en la prisión de Diyarbakır contra el fascismo, la rendición y la traición dio origen a la línea abnegada de la Revolución de la Libertad del Kurdistán. Esta línea declaró al mundo la indestructibilidad de un pueblo.
El 15 de agosto de 1984 marcó el día en que este espíritu de abnegación se trasladó a las montañas. La guerra de guerrillas, lanzada bajo el mando de Mahsum Korkmaz (Agit), llevó el legado de la resistencia carcelaria a las cumbres del Kurdistán. Con cada paso, las guerrillas encarnaron la conciencia de Mazlum, el coraje de los Cuatro y la fuerza de voluntad del 14 de julio. Zeynep Kınacı llevó esta línea un paso más allá. Su acción abnegada situó la liberación de las mujeres en el centro de la lucha kurda y le dio una dimensión universal. Zîlan se convirtió en una diosa de la libertad y un faro de esperanza para todas y todos los oprimidos.
El fuego de Zîlan se convirtió en la esperanza de los pueblos.
La línea abnegada representada por Zîlan sigue viva hoy en cada rincón y corazón del Kurdistán. La resistencia épica, arraigada en la legítima defensa en Zap, Avaşîn y Metîna, es el reflejo más vívido de este legado. Mientras las fuerzas guerrilleras de las Fuerzas de Defensa del Pueblo (HPG) y las Unidades de Mujeres Libres (YJA-Star) resisten al segundo ejército más grande de la OTAN, junto con armas químicas y nucleares tácticas, portan el espíritu indomable de Zîlan. En Werxelê, Şikefta Birîndara, Çiyayê Reş, Kurêjaro, Tepê Cûdî, FM y Tepê Hakkari, cada línea de defensa hace eco del grito de Zîlan. En esas posiciones, la conciencia de Mazlum Doğan, el coraje de los Cuatro y la voluntad del 14 de Julio perduran.
Uno de los ejemplos más contundentes de este espíritu son las trincheras de batalla de Mártir Berxwedan, en la zona de resistencia de Mártir Şahin. Durante 48 días, la guerrilla resistió heroicamente todas las formas de crímenes de guerra cometidos por el ejército fascista turco. Aviones de combate, helicópteros, tanques, obuses, armas químicas, armas nucleares tácticas; nada pudo doblegar la voluntad de la guerrilla. Al contrario, la guerrilla infligió grandes pérdidas al enemigo con incesantes sabotajes y asesinatos. El 2 de junio, un equipo abnegado de cuatro personas, Bager Gever, Avzem Çiya, Arîn Kobanê y Şerzan Hingirvan, luchó cuerpo a cuerpo, neutralizando a docenas de invasores. En sus últimos momentos, se sacrificaron entre los ocupantes e hicieron de la resistencia una leyenda. Este fue el legado de Zîlan: cuatro personas sometiendo a todo un ejército de ocupación, una de ellas intentando aplastar la voluntad de un pueblo. La línea de Zîlan vive no solo en las montañas, sino en todos los ámbitos de la vida. En Rojava, en Shengal, en las calles de la diáspora y en cada corazón kurdo, este espíritu resuena. El fuego de Zîlan ilumina la esperanza de todos los pueblos oprimidos.
El 30 de junio no es solo un día de conmemoración, es un juramento. El espíritu abnegado de Zîlan es un llamado a cada kurdo y a cada kurda, a cada amante de la libertad. Es una forma de vida que enseña cómo se conquista la libertad. Zîlan está en las lágrimas de la madre que resiste en prisión, en el sudor de la guerrilla que lucha en las cimas de Zap, en el eco de la revolución de las mujeres en Rojava y en la voz de la juventud que celebra la Vigilia por la Libertad en Europa.