Los iraníes votan hoy en la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales que ofrecen la posibilidad de elegir entre un veterano partidario de la línea dura, Saeed Jalili, y Masoud Pezeshkian, un reformista que ha apostado por una cooperación pragmática con Occidente, pero con el telón de fondo de una baja participación prevista que, según los críticos, refleja la oposición a la República Islámica.

Las dos identidades de Irán se pusieron de manifiesto en los mítines finales de la campaña, cuando los dos candidatos presidenciales ofrecieron visiones opuestas de las perspectivas de su país, centradas en si las sanciones han atrapado a Irán o son sólo una palanca occidental rota que ya no puede infligir daños a la economía.

La contienda se ha destilado en una elección cada vez más tajante: por un lado, Saeed Jalili, durante dos décadas próximo a los centros de poder y al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, de 85 años, y por otro, Masoud Pezeshkian, un outsider reformista con un sutil atractivo.