Muere a los 93 años un superviviente del genocidio de Dersim

Bego Polat, cuya madre y tres hermanas fueron asesinadas ante sus ojos en el Genocidio de Dersim llevado a cabo por Turquía, ha muerto a los 93 años.

Bego (Bedri) Polat, que fue testigo y una de las víctimas del Genocidio de Dersim de 1938, murió el miércoles por la noche. Polat llevaba dos días en cuidados intensivos.

La organización provincial del HDP de Dersim publicó un mensaje de condolencia en sus redes sociales. El mensaje decía: “Como Organización Provincial, nos entristece la pérdida del tío Bego, una de las muchas personas hermosas que fueron testigos de la masacre, el exilio y la muerte. Condolencias a su familia y al pueblo de Dersim en particular”.

Sobre Bego Polat

Bego Polat escribió sobre la masacre que tuvo lugar en Dersim entre 1937 y 1938 basándose en sus experiencias. Polat, cuya madre y tres hermanas fueron asesinadas delante de sus ojos cuando sólo tenía 9 años, y cuyos cuerpos fueron arrojados al agua, sobrevivió con heridas. Las experiencias de Polat en esos años fueron escritas y convertidas en un libro por su hija Rose Polat Agum. Habiendo tomado nota de las historias de su padre desde su infancia, Agum publicó un libro titulado Dersim 1938 y después con el fin de registrar estos testimonios.

Bego Polat, que nació en una familia de seis hijos en el pueblo de Körkez, en el centro de Dersim, fue testigo de la mayor masacre en el centro de la ciudad. Según lo narrado en el libro sobre aquellos años, antes de que se produjera la masacre, su padre, Hasan Polat, fue llevado una mañana a la comisaría por los soldados.

Pasaron los días y nunca más se supo de él. Entonces, los dos hermanos mayores de Polat, Ali y Hüseyin, decidieron unirse a los insurgentes.

Los soldados mataron a la mayor parte de la familia ante los ojos de Bego Polat: a su madre Humar y a sus hermanas Elif, Bira (de tan sólo 4 años de edad) y Hatice (de 6), cuyos cuerpos arrojaron al agua junto con Polat, al que creían también muerto. Sin embargo, Polat sobrevivió. Se dio cuenta de que tenía dos dedos de la mano derecha rotos. Llegó a un pueblo cercano y pidió ayuda. Luego lo llevaron con sus hermanos que estaban en las montañas y vivió con ellos en las montañas hasta que se aprobó la Ley de Amnistía.