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Violencia estatal contra las protestas en el bosque de Akbelen

Las protestas contra la tala del bosque de Akbelen, en el oeste de Turquía, plantean también la cuestión del ecocidio en el Kurdistán. Las fuerzas de seguridad están maltratando a los activistas, y el ecoanarquista Köseoğlu fue duramente golpeado.

Mientras los soldados de los ejércitos turco e iraní prenden fuego a los bosques del Kurdistán y enormes zonas son víctimas de talas indiscriminadas, continúa la protesta contra la tala del bosque de Akbelen para la extracción de lignito en el oeste de Turquía.

El ecoanarquista Tuğulka Tolga Köseoğlu fue detenido y maltratado por las fuerzas de seguridad durante la protesta en la provincia mediterránea de Muğla. Estuvo detenido durante una noche en la sede del distrito de Jandarma, en Milas, y no fue puesto en libertad hasta el día siguiente, tras una vista judicial.

Sobre su detención el 2 de agosto, declaró a ANF que la acción de protesta contra la deforestación fue atacada por la policía militar: "Durante el ataque, intenté liberar a un amigo que estaba a punto de ser detenido. En el proceso, yo mismo fui detenido. Me maltrataron con patadas y puñetazos y me esposaron a la espalda. Me llevaron a las obras de la colina donde continúa la destrucción del bosque. Allí me golpearon varias veces la cabeza con las culatas de los fusiles".

Según el ecoanarquista, al parecer lo que más molestó a la policía militar fue que en la protesta también se hablara del ecocidio en el Kurdistán. Por ello, dijo, le insultaron, y los soldados que se encontraban en el lugar también se sumaron a los golpes. Le registraron y le metieron en un vehículo de transporte de prisioneros. En el vehículo, los malos tratos adquirieron una nueva dimensión, informó Köseoğlu:

"Un policía militar uniformado me insultaba todo el tiempo. Cuando respondía, me registraba de nuevo y me acosaba. Me pellizcó los muslos varias veces. Me resistí, fue casi una agresión sexual. Luego me empujaron la cabeza entre los asientos y me golpearon con los puños".

Köseoğlu fue esposado y trasladado al hospital para un chequeo médico y contó a los médicos sus abusos masivos. En lugar de examinar las posibles lesiones en la cabeza causadas por los golpes con las culatas de los fusiles, sólo se realizó un examen superficial. Sólo se incluyeron en el certificado las marcas evidentes en su cuerpo.

En la posterior detención en la comandancia de Jandarma, en Milas, continuaron los malos tratos. No le quitaron las esposas durante horas, no le dieron agua y le tocaron marchas nacionalistas. Cuando fue llevado ante el tribunal al día siguiente, la fiscalía solicitó que se le denunciara por resistencia a la autoridad estatal. Como su abogado pudo refutar las acusaciones, Köseoğlu quedó finalmente en libertad sin condiciones.

El activista quiere denunciar a la policía militar y continuar su lucha. El Estado y el capital quieren destruir los bosques para obtener beneficios. Envenenan el aire, el agua, la tierra y los hábitats de los seres vivos. Al mismo tiempo, privan a la gente de la base de su sustento. Cuando la gente se resiste, intentan intimidarla con detenciones y torturas. Esto no sólo ocurre en el ámbito ecológico, sino en todos los ámbitos de lucha. Siempre recibimos el mismo trato. No obstante, seguiremos luchando. A mí me detuvieron y me soltaron, y ahora estoy de nuevo aquí, en la zona de resistencia. Se trata de una voluntad que no se puede quebrar con represión y malos tratos".

El bosque de Akbelen desaparecerá por el lignito

El bosque de Akbelen, de 740 hectáreas, que bordea el pueblo de Ikizköy, en el distrito de Milas, va a ser talado para suministrar lignito a la central de cogeneración Yeniköy-Kemerköy, operada por "Limak Holding". La central, construida a finales del siglo XX según planos polacos, ha llegado al final de su vida útil. El Estado turco prolongó el tiempo de funcionamiento otros 25 años sin exigir las renovaciones medioambientales que se necesitan urgentemente. Ya se han destruido varios pueblos y con ellos el sustento de muchos pequeños agricultores. Según los planes de Limak Holding, otros 40 pueblos deben dejar paso a las palas de las excavadoras de carbón. Tras dos años de resistencia por parte de la población, los equipos de limpieza llegaron a finales de julio, acompañados de un gran contingente de fuerzas policiales y militares.