Şahin, superviviente del terremoto: "Tengo derecho a vivir como un ser humano"

Fehime Şahin sigue viviendo en una tienda de campaña un año después del grave terremoto con epicentro en Kurdistán del Norte. Tiene poca comida, está gravemente enferma y tiene que sobrevivir con muy poco dinero.

El terremoto del 6 de febrero de 2023 con epicentro en la provincia de Maraş (Gurgum) mató a innumerables personas. Al mismo tiempo, el número de victimas fue mayor debido a la falta de ayuda gubernamental.

Según cifras oficiales, sólo en Turquía y Kurdistán del Norte murieron al menos 60.000 personas. Sin embargo, las organizaciones de la sociedad civil hablan de un número mucho mayor de víctimas. Muchos de los muertos aún no han sido recuperados, y los supervivientes no han recibido la ayuda adecuada ni siquiera un año después del terremoto.

Hatay sigue pareciendo una ciudad fantasma. La mayoría de las víctimas del terremoto tienen que vivir lejos de sus casas, en campos de contenedores que recuerdan a los campos de refugiados. Muchos de ellos incluso siguen sentados en tiendas de campaña y luchando por sobrevivir. Una de estas víctimas del terremoto es Fehime Şahin. Lleva cerca de un año viviendo en una tienda de campaña agujereada en Samandağ. En una entrevista con ANF, dijo: "Aquí no se ha resuelto ningún problema, no deberían acordarse de nosotros sólo un día al año".

 

Condiciones de vida insoportables en la tienda de campaña

Şahin cuenta que el terremoto sacudió la región mientras visitaba a su hermana. La casa se derrumbó y los escombros le destrozaron la muñeca derecha. Tuvieron que operarla y fijarle la articulación con metal. Desde hace un año apenas puede mover la mano. Aunque había solicitado repetidamente un contenedor, lleva más de un año viviendo en una tienda de campaña. El resto de sus pertenencias han quedado destruidas por la lluvia y las inundaciones. Dice que no puede dormir por la noche a causa del frío. La situación es insoportable.

 

12 euros al mes por trabajo en el campo

Şahin dice que padece una enfermedad renal y que su riñón derecho ya no funciona. Necesita urgentemente una operación, de lo contrario corre el riesgo de sufrir una discapacidad permanente. Pero su batalla más dura es contra el frío. Şahin cuenta que no ha recibido ayuda de nadie, salvo de su hermano. "Acudí varias veces a Protección Civil de AFAD, pero me devolvieron diciendo que no tenían opciones. Mi marido, del que estoy divorciada, no me paga la manutención y se limitó a enviarme a mi ciudad natal, por lo que tuve que venir a Samandağ a vivir con mi hermana. Esta casa también quedó destruida en el terremoto. Hoy trabajo en un campo de perejil para ganarme la vida. Recojo perejil por 400 TL (unos 12 euros) al mes. Sin mi hermana me moriría de hambre. Le debo mucho".

Nos han olvidado

Además, recibe una ayuda familiar de 1.100 TL. Esto equivale a unos 33 euros. "No tengo apartamento ni dinero. ¿Quién puede dormir en una tienda así? Cuando voy a trabajar, vienen perros y gatos y duermen en mi cama. No tengo valor para ahuyentarlos, también son seres vivos", relata Şahin. El primer mes después del terremoto llegaron donaciones de alimentos y material de partidos y organizaciones, pero luego nos olvidaron. De todas formas, el Estado no estaba allí. Ha pasado un año, pero los problemas aquí no se han resuelto. No deberían acordarse de nosotros sólo un día al año. Nuestra lucha por la vida aquí continúa a pesar de las difíciles condiciones".

El Estado está obligado a ayudar

Şahin continuó: "Soy ciudadana de este país, el Estado está obligado a ayudarme. Nos abandonaron tras el terremoto y ahora nos amenazan con que si no votamos a los partidos gobernantes no recibiremos ninguna ayuda. Paso hambre. No tengo casa ni refugio. De qué elecciones, de qué votaciones estamos hablando? Emine Erdoğan siempre ha dicho que ninguna mujer debe ser víctima. ¿Dónde ha quedado su promesa? Debería temer a Dios. Trabajo a pesar de todo. El médico me dijo que no trabajara por mi mano, pero tengo que trabajar. A pesar del dolor de mi mano y de mis riñones, voy al campo todos los días y trabajo por un salario miserable. Cada vez que trabajo se me hincha la mano, pero tengo que trabajar. Me dan una paga de 1.100 liras. ¿Qué puedo comprar con ese dinero? ¿Sabes cuánto cuesta un kilo de carne? Ni siquiera puedo comprarme ropa, tengo que conformarme con las cosas que me trae la gente para ayudarme. ¿Es eso una vida? Mi salud psicológica también se deterioró tras el terremoto. Necesito un techo, deberían darme una habitación, un contenedor. Tengo derecho a vivir como un ser humano".