Dani Ellis es fundadora del Centro de Información de Rojava (RIC, por sus siglas en inglés). En un artículo reciente, Ellis se pregunta por qué, a pesar de la solidaridad histórica entre kurdos y palestinos, el mundo ignora los paralelismos entre las actuales operaciones transfronterizas de Turquía y el asalto militar de Israel dentro de Gaza.
"Mientras que el mundo ha contemplado con horror los acontecimientos en Gaza, Turquía ha aniquilado la infraestructura vital para la vida en Rojava a través de una campaña de ataques aéreos brutales que han pasado desapercibidos fuera de Siria", ha escrito Ellis en el artículo titulado "Con todos los ojos puestos en Palestina, no te olvides de Rojava" publicado en NovaraMedia.
"El 5 de octubre de 2023, un importante aliado occidental inició una feroz campaña aérea contra un pequeño territorio de Oriente Medio, destruyendo infraestructuras vitales y desencadenando una crisis humanitaria como nunca se había vivido en las décadas de lucha por la liberación de la región. No hablo del asalto de Israel a Gaza, sino del de Turquía a Rojava", continúa Ellis.
Destacando la reciente campaña aérea turca contra la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), conocida como Rojava, Ellis también señala el papel de la administración en la derrota del ISIS, y su modelo social democrático y pluralista.
Haciendo un recuento de la historia presente de Rojava en los medios de comunicación occidentales, destaca especialmente la caída de la atención internacional desde la retirada de las tropas estadounidenses en 2019 y los posteriores avances militares turcos. Ellis remarca los ataques "casi diarios de drones y los bombardeos esporádicos" que han afectado a los dos millones de ciudadanos de la región.
Luego, Ellis pasa a destacar las luchas económicas de Rojava, acentuadas por el control turco sobre los recursos hídricos y las instalaciones energéticas, que son fundamentales para la electricidad y la agricultura en la región, y cita las palabras del ministro turco de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, que declaró dichas infraestructuras "objetivos militares legítimos" tras un incidente relacionado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Ankara.
Ellis señala el contraste en la respuesta estadounidense a las situaciones de Rojava y Gaza, subrayando la incoherencia. En Rojava, Estados Unidos adoptó una postura firme -aunque tardía- contra las acciones agresivas de un aliado de la OTAN, llegando incluso a derribar un avión no tripulado turco y a emitir una enérgica orden ejecutiva condenando la campaña militar de Turquía. Esta orden ejecutiva caracterizaba las acciones de Turquía como una amenaza extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos, lo que significaba un cambio notable hacia la protección de la autonomía de Rojava.
En marcado contraste, dice Ellis, Estados Unidos mantuvo un firme apoyo a Israel durante su campaña de bombardeos en Gaza, sin mostrar una censura similar ni una interferencia militar activa contra un aliado en ese contexto.
Ellis también ahonda en la conexión histórica entre las luchas kurda y palestina, detallando el apoyo que los kurdos han mostrado a Palestina, especialmente tras el papel del Mossad en la captura del líder del PKK Abdullah Öcalan. Sin embargo, señala que mientras las facciones de izquierda palestinas apoyan la causa kurda, los grupos nacionalistas árabes no lo hacen.
Ellis también se pregunta por qué la ofensiva turca contra Rojava no ha recibido el mismo nivel de cobertura mediática internacional o de solidaridad que la causa palestina, sugiriendo factores como la magnitud de la carga humanitaria inmediata y la atención mundial prestada desde hace tiempo a las cuestiones israelo-palestinas. En comparación con la situación palestina, la diáspora kurda, comparativamente más joven, y la red de apoyo kurda, menos madura, también pueden contribuir a la diferencia en la atención internacional, señala.
Por último, Ellis describe las complejidades geopolíticas a las que se enfrenta Rojava, atrapada entre los objetivos occidentales y la necesidad de no enemistarse con Turquía. Y concluye con el sombrío recordatorio del adagio kurdo "Los kurdos no tienen más amigos que las montañas", yuxtaponiéndolo al incierto futuro del proyecto político de Rojava tras la agresión turca.
Extraído de Medya News