El pasado 13 de marzo, después de casi dos años sin ataques directos entre Teherán y Washington, la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI) iraní reivindicaba el lanzamiento de una docena misiles que podría poner fin a esta tregua. La ofensiva fue llevada a cabo con “doce misiles balísticos disparados contra un barrio del Erbil (capital de la Región Autónoma del Kurdistán) y dirigidos al consulado estadounidense”, denunciaba la unidad de lucha antiterrorista kurda sobre el ataque que se saldó con dos heridos y numerosos daños materiales.
Las autoridades persas rechazaron estas acusaciones, y apuntaron que el bombardeo no estaba dirigido contra las instalaciones diplomáticas de Estados Unidos –que aún no contaban con personal–, sino contra un “centro estratégico de conspiraciones sionistas” de la agencia de inteligencia israelí, Mossad. Una respuesta frente a unos ataques llevados a cabo por Tel Aviv en territorio sirio, donde murieron cuatro personas, entre las cuales dos eran miembro de la Guardia Revolucionaria.
Sin embargo, las recientes declaraciones de funcionarios turcos, iraquíes y estadounidenses –en condición de anonimato–, para la agencia de noticias Reuters, han arrojado luz sobre la posibilidad de que, con este ataque, los intereses iraníes fuesen más allá de una especie de venganza y una demostración de fuerzas sobre suelo iraquí.
Durante el bombardeo, uno de los lugares más fuertemente dañados fueron las villas de Baz Karim Al-Barzanji, un empresario kurdo del sector energético que posee la compañía Kar Oil Group, y que se encontraría trabajando en el desarrollo de un gasoducto para exportar gas natural al resto de Irak, Europa y Turquía. De hecho, la mayor parte de los misiles alcanzaron esta concreta ubicación. Y es que, según los funcionarios iraquíes, “hubo dos reuniones recientes entre funcionarios y especialistas en energía israelíes y estadounidenses en la villa para discutir el envío de gas de Kurdistán a Turquía a través de un nuevo gasoducto”.
Una situación que habría despertado las alertas de Teherán, ya que sus planes de exportación de gas hacia Irak y Turquía se verían gravemente amenazados por la producción gasística del Kurdistán iraquí. Y, para más inri, todo ello en medio de unas negociaciones por intentar reavivar el Pacto Nuclear de 2015, que no terminan de dar sus frutos, y unas sanciones internacionales que no dejan de extorsionar la economía persa.
Además, el riesgo de una inminente escasez energética en Europa –causada por las sanciones contra el gas y el petróleo rusos- ha provocado el acercamiento entre las históricamente antagonistas Israel y Turquía. En los últimos años, ambas potencias han tratado de buscar una mayor cooperación en materia energética, algo que se ha evidenciado con las declaraciones de Erdogan el mes pasado, afirmando que Ankara y Tel Aviv podrían trabajar juntos para transportar gas israelí a Europa.
“El momento del ataque en Erbil es muy interesante”, explicaron los funcionarios turcos para Reuters. “Parece que estaba más dirigido a las exportaciones de energía del norte de Irak y la posible cooperación que incluiría a Israel”, que a la reafirmación de su poderío en el territorio y el desafío directo a Washington. En términos generales, todos los funcionarios han coincidido en que el ataque ha supuesto un mensaje múltiple para todos los aliados de Estados Unidos en la región.
El Grupo Kar Oil, del empresario Baz Karim Al-Barzanji, administra -junto a la empresa rusa Rosneft- una tercera parte de uno de los principales oleoductos nacionales en la región. Y, según las fuentes estadounidenses, Al-Barzanji se encontraría acelerando el proyecto de un gasoducto que se conectará a una línea ya completada en el lado turco de la frontera.
“Se llevaron a cabo conversaciones para las exportaciones de gas natural del norte de Irak y sabemos que Irak, Estados Unidos e Israel estuvieron involucrados en el proceso”, afirmó uno de los funcionarios otomanos. “Y Turquía apoya esto”.
Sin embargo, la oficina de Nechirvan Barzani, presidente de la Región Autónoma del Kurdistán, ha negado la celebración de estas reuniones con representantes estadounidenses e israelíes, rechazando que se encuentren siquiera en el territorio. Pero los analistas internacionales no descartan la veracidad de las declaraciones, y justifican que esta postura podría estar motivada por el temor a las consecuencias políticas para con el Bloque Sadrista chií y la Alianza Soberana Suní –ambas contrarias a los acercamientos con Washington- en medio de las elecciones de un nuevo presidente.
El potencial kurdo
En esa misma línea, las declaraciones del primer ministro del Kurdistán iraquí, Masrour Barzani, respaldarían el interés de Erbil por compensar parte de la escasez energética que enfrenta ahora Europa. Concretamente en el sector petrolero. “Nosotros, en el Kurdistán, ahora tenemos la capacidad de compensar al menos parte del déficit de petróleo en Europa, si nuestros socios en Bagdad están dispuestos a trabajar con nosotros”, publicó Barzani en su cuenta oficial de Twitter.
Sobre la exportación gasística, el primer ministro afirmó que la zona norte de Irak podría transformarse en “un exportador neto de gas al resto de Irak, a Turquía y Europa en un futuro próximo”. El Kurdistán “se convertirá pronto en una importante fuente de energía y contribuirá a satisfacer la demanda mundial”, agregó.
Masrour Barzani recordó, además, que la región produce y exporta cerca de medio millón de barriles de crudo a diario, y otros 500 millones de metros cúbicos de gas natural, y tiene “el potencial de hacer crecer ambas” producciones.
FUENTE: Nerea Belmonte / Atalayar/Edición Kurdistán América Latina