El Moisés de la paz: Sırrı Süreyya Önder

Ahora es el momento de que prevalezca la esperanza de la paz. Honrar a Sırrı Süreyya Önder significa dedicar todo esfuerzo para alcanzar la paz.

HOMENAJE

Existe una profunda preocupación de que cualquier evaluación de una figura tan rara e irremplazable, conocida en toda Turquía, pueda no hacerle plena justicia. Sırrı Süreyya Önder fue una personalidad multifacética que le dio a la vida lo que le correspondía con su identidad como artista y político, su profundidad intelectual, su dominio del lenguaje, su agudo ingenio y muchas otras cualidades.

Ante todo, Önder fue un hombre de origen humilde que, en sus propias palabras, fue "criado con un estatus de huérfano", un socialista de base que, a temprana edad, fue encarcelado en este país por sus ideas y sometido a tortura. En los últimos años de su vida, llegó a servir como Vicepresidente del Parlamento. Hombre de muchas profesiones y talentos, dominaba cualquier tarea que emprendía. Tocó y dejó huella en las vidas de personas de todos los ámbitos.

Önder se convirtió en una de las figuras clave involucradas en abordar uno de los problemas más arraigados y complejos de Turquía: la cuestión kurda. Como último representante del pueblo turcomano, que desciende de la tradición de resistencia de Baba Ishak, se mantuvo firme al lado del pueblo kurdo, que continúa viviendo bajo un estatus colonial. En cada escenario, habló la verdad sin vacilar, nunca temió las consecuencias y destrozó prejuicios dondequiera que fuera, desde las calles hasta el parlamento. Con su personalidad valiente y decidida, persiguió incansablemente la paz.

Aunque Önder luchó con graves problemas de salud, se puso a un lado y dedicó su energía a la causa a la que había comprometido su vida, dejando contribuciones irremplazables moldeadas por sus incansables esfuerzos para priorizar la paz entre los pueblos. Desempeñó un papel central y altamente activo en los procesos de resolución de la cuestión kurda. Trabajando principalmente entre bastidores, se convirtió en uno de los pilares esenciales de la paz, gracias a su profundo conocimiento de los temas, su sólido dominio de la historia y la conciencia social, y su rara capacidad para encarnar el diálogo y la negociación al más alto nivel.

La desgracia de Sırrı Süreyya Önder fue haber vivido en un país como Turquía. Los que estaban en el poder desperdiciaron un gran valor humano. Le robaron años de su vida en prisión. Sin embargo, a pesar de todo y de todos, se mantuvo fiel a lo que mejor sabía: la resistencia, y continuó caminando por la senda de la paz. Önder se convirtió en el Moisés de la lucha por la paz. Cargó con el pesado fardo del proceso de paz kurdo, uno de los temas más difíciles y fundamentales de Turquía. Para pagar el precio de la paz, no solo ofreció su mano, sino que colocó su cuerpo cansado y enfermo bajo el peso de la lucha.

En la Torá, la historia de Moisés se cuenta con gran detalle: su lucha contra el Faraón, los desafíos de organizar a su pueblo, su determinación por liberarlos de la esclavitud, el éxodo de Egipto y los cuarenta años de vagar por el desierto. Sin embargo, al final, no vivió para ver la Tierra Prometida. En muchos aspectos, la historia de Sırrı Süreyya guarda un sorprendente parecido. Asumió un papel de liderazgo al enfrentar un problema difícil que ha costado innumerables vidas y ha infligido un profundo sufrimiento emocional y material. Solo alguien como Önder podría haberse enfrentado a una clique despiadada de masacres, una que ya se había cobrado figuras como el presidente Turgut Özal y varios altos mandos militares. Como Moisés, nunca se rindió. Caminó incansablemente hacia la paz prometida, pero trágicamente, dejó este mundo sin ver esa paz plenamente realizada.

Sırrı Süreyya se ganó su lugar como un militante abnegado de la paz, su primer verdadero mártir. Incluso en su lecho de muerte, logró reunir a personas de todos los ámbitos y espectros políticos. Dedicó su corazón y sus hombros a la paz. Su mayor cualidad fue su capacidad para conectar profundamente con personas de todos los orígenes. Logró crear una red social amplia, inclusiva y duradera. Ahora es el momento de honrar su memoria, avanzando la causa de la paz más que nunca, tomando el relevo donde Sırrı Süreyya Önder lo dejó y realizando las esperanzas que llevaba. Esa tarea ahora pertenece a sus camaradas y a todos los que lo amaron.

La profunda atmósfera de dolor que Sırrı Süreyya Önder dejó atrás se ha asentado sobre la sociedad como un peso pesado. Como alguien que se ganó un lugar duradero en la conciencia del pueblo, su partida marca la pérdida de un verdadero hijo de los pueblos de Turquía. Sin embargo, se fue con la conciencia tranquila. En sus propias palabras, "le di a la vida lo que le correspondía", y con esa sensación de paz, llegó a su destino final.

Ahora es el momento de que las esperanzas de la paz finalmente lleguen a su destino y de que un problema enquistado llegue a su fin. Al honrar la memoria de Sırrı Süreyya, todos los medios posibles deben dedicarse a asegurar la paz. Hoy, más que nunca, se ha vuelto urgente abordar el camino hacia la paz, su lenguaje, su método y su claridad moral, a través del tono sincero y la sabiduría consciente que Sırrı Süreyya encarnó, y coronarlo con la victoria. Aunque su ausencia deja un vacío profundo, lograr la paz en la presencia espiritual de Sırrı Süreyya se ha convertido ahora en una necesidad innegable.

En este día del paso a la eternidad de Sırrı Süreyya, las palabras son difíciles de formar en la pesada atmósfera de duelo. Nos abruma un profundo dolor y un tremendo sentimiento de pérdida. Nuestro más sentido pésame a su familia, seres queridos, amigos y a todos nuestros pueblos. Que descanse en luz, que su tumba sea bendita y que su alma encuentre el paraíso. "Porque un Sırrı pasó por este mundo", vivirás para siempre en nuestros corazones.