La Delegación Internacional de Paz Imralı no puede visitar físicamente Turquía en 2021 a causa de la pandemia de la Covid-19. En consecuencia, su misión de investigación tuvo lugar a través de Zoom los días 14 y 15 de febrero de 2021.
El comunicado de prensa de la delegación, publicado por la iniciativa internacional Freedom for Abdullah Öcalan – Peace in Kurdistan, dice lo siguiente: “Nosotros, los participantes en la Delegación Internacional de Paz Imralı abajo firmantes, hemos concluido una misión de dos días en Turquía que esta vez ha tenido lugar de forma a la causa de la pandemia de Covid.
Nuestra “visita” se inscribe en la tradición de las antiguas delegaciones de Imralı que han ido a Turquía en los últimos años en apoyo de la reapertura del proceso de paz entre las autoridades turcas y los dirigentes kurdos, que se interrumpió bruscamente en 2015. Queremos enfatizar nuestro claro entendimiento de que la condición previa absoluta para que este proceso se reanude es que se ponga fin al aislamiento de Abdullah Öcalan en la prisión de Imralı”.
La delegación añade: “Antes de nuestras reuniones escribimos al Ministro de Justicia turco, el Sr. Abdulhamit Gül, solicitando su ayuda para que nuestra delegación recibiera permiso para visitar virtualmente a Abdullah Öcalan en la isla de Imralı. También solicitamos una reunión virtual con el Ministro. Hasta ahora no ha habido respuesta.
En nuestra labor de investigación nos reunimos con representantes de organizaciones de derechos humanos, sindicatos, organizaciones de mujeres, asociaciones de abogados, organismos de solidaridad con los presos, partidos políticos y representantes del equipo jurídico de Abdullah Öcalan”.
La delegación tiene la intención de publicar un informe sobre sus conclusiones a su debido tiempo, pero antes quiere hacer hincapié en algunas consideraciones.
“A la luz de un marcado deterioro de los derechos humanos ahora evidente en Turquía, las personas con las que nos reunimos tienen la sensación de que la comunidad internacional está haciendo la vista gorda ante estos alarmantes acontecimientos.
Los convenios internacionales sobre derechos humanos se incumplen en la sociedad y en las cárceles en particular, como ha establecido el Consejo de Europa. Así lo recoge un informe publicado por el Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) en agosto del año pasado tras una visita a la isla de Imralı en mayo de 2019. El CPT dijo que las autoridades turcas debían “llevar a cabo una revisión completa del régimen de detención aplicado a los presos condenados a cadena perpetua agravada en las cárceles turcas...” Al recibir este informe, la Comisión Permanente de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa lo aprobó.
Por su parte, las autoridades turcas no sólo han ignorado estas demandas, sino que han profundizado y agravado el aislamiento de Imralı. Desde el 22 de abril de 2020 no ha habido contacto alguno con Abdullah Öcalan. A este respecto, el CPT debe explicar por qué, en su reciente visita a Turquía en enero de este año, no exigió visitar la isla-prisión de Imralı y mostrar así su indignación por el hecho de que sus recomendaciones fueran ignoradas tan despectivamente. El CPT tampoco se reunió con los abogados de Öcalan ni con su familia.
No menos grave fue la visita del Presidente del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo a Turquía en septiembre del año pasado, donde recibió una medalla honorífica en la Universidad de Estambul, el mismo lugar donde tienen lugar las mayores purgas de académicos. La aceptación de honores por parte del Presidente del Tribunal de Derechos Humanos en tales circunstancias compromete seriamente la independencia y neutralidad del Tribunal. A este comportamiento partidista se añade la reunión del Presidente con los “representantes” del gobierno que han sustituido a los alcaldes elegidos democráticamente.
Nos enteramos de cómo se habían cerrado organizaciones de mujeres y se habían restringido los derechos sociales de las mujeres. Nos contaron historias espeluznantes de mujeres que habían sido maltratadas y violadas, a menudo por agentes uniformados de la autoridad. Nos dieron pruebas del aumento de la brutalidad en las cárceles, del modo en que se persigue a los abogados y a los sindicalistas, y del modo en que los derechos políticos son erosionados; de cómo los secuestros y las desapariciones por parte de la policía son habituales; de cómo los delincuentes peligrosos, pero no así los presos políticos, fueron liberados de la cárcel a causa de la pandemia; de cómo todo acto de disidencia democrática está siendo reformulando como terrorismo.
Uno de nuestros participantes resumió la naturaleza desesperada de esta situación de la siguiente forma: “No queremos que nos traigan más cadáveres a la puerta de casa”.
También nos preocupa la huelga de hambre que se está extendiendo en las cárceles turcas en los últimos 80 días, en protesta contra “el régimen de Imralı”. Si el gobierno turco no responde a sus demandas, podría convertirse en un peligroso ayuno hasta la muerte, y esto es algo que debe evitarse.
Una y otra vez, nuestros interlocutores relacionaron el deterioro de los derechos humanos en todo el país con la intensificación del régimen de aislamiento del Sr. Öcalan. “El sistema Imralı”, sostienen, “no sólo se ha extendido a otras prisiones, sino que de hecho se ha extendido a toda la sociedad”. Esta extensión del sistema de aislamiento de Imralı supone la institucionalización de una dictadura. No se aplica la Constitución, no se aplican las leyes de Turquía, no se aplica el derecho internacional, no se aplican las decisiones de los tribunales internacionales. En su lugar, la impunidad, la tiranía, están a la orden del día. Y mientras tanto, la comunidad internacional permanece, en su mayor parte, en silencio. Y el silencio es complicidad.
Pedimos que se ponga fin a este silencio y a esta complicidad, y que se revisen las relaciones económicas, comerciales, militares y diplomáticas con Turquía.
Imralı es un microcosmos de Turquía. Es un laboratorio de la opresión. El aislamiento y la falta de derechos humanos en la prisión de Imralı repercute en la condición de los presos del resto del país.
Estamos convencidos de que, al igual que Nelson Mandela, Abdullah Öcalan es un actor crucial para la construcción de una solución pacífica y democrática al actual conflicto entre el Estado turco y el movimiento kurdo por la liberación. Por lo tanto, creemos que ha llegado el momento no sólo de poner fin al aislamiento, sino también de liberar a Abdullah Öcalan, ya que como dijo una vez Nelson Mandela: “sólo los hombres libres pueden negociar”.
La delegación
Clare Baker es representante internacional del sindicato del Reino Unido ‘Unite’, y secretaria de la campaña británica Freedom for Öcalan.
La baronesa Christine Blower es la ex secretaria general del Sindicato Nacional de Profesores de Gran Bretaña, y actualmente co-preside la campaña británica Freedom for Öcalan.
La profesora Radha D'Souza es una académica crítica, activista, abogada y escritora de la India. Ha trabajado en Nueva Zelanda y actualmente enseña Derecho en la Universidad de Westminster, en el Reino Unido.
Melanie Gingell es abogada y profesora de Derecho Internacional de los Derechos Humanos y Teoría Jurídica Feminista, ha sido miembro del ejecutivo del Comité de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Inglaterra y Gales y es miembro del comité directivo de Peace in Kurdistan.
Rahila Gupta es periodista independiente, escritora y activista. Es miembro desde hace mucho tiempo de Southall Black Sisters (desde 1989), miembro de Women Defend Rojava en Reino Unido y patrocinadora de Peace in Kurdistan. Escribe principalmente sobre raza, religión y género.
Ögmundur Jónasson es ex líder del Sindicato de los Servicios Públicos de Islandia, fue diputado del Parlamento islandés y ejerció como ministro durante varios años, entre ellos de Justicia. Es asociado honorario de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.
El Dr. Thomas Jeffrey Miley es un prolífico escritor y estudioso de la sociología en la Universidad de Cambridge, y ha participado en varias delegaciones a Turquía y el Kurdistán. Sobre esto ha publicado libros y artículos. Es miembro de la junta ejecutiva de la Comisión Cívica de Turquía en la UE (EUTCC).
Laura Quagliuolo es una editora italiana y autora de libros escolares para niños, que lleva mucho tiempo trabajando a nivel internacional especialmente en el ámbito de los derechos de la mujer. En la actualidad participa activamente en RETE JIN, una red italiana de mujeres en apoyo al movimiento de mujeres kurdas, y forma parte del comité ‘Es la hora, libertad para Öcalan’.
Roza Salih es una mujer kurda de Bashur y refugiada en Escocia desde 2001. Ha trabajado activamente en el ámbito de los derechos humanos y actualmente es candidata por el Partido Nacional Escocés (SNP) para las próximas elecciones.
Gianni Tognoni es médico, ha sido director de investigación en el Instituto Mario Negri de Milán y secretario general del Tribunal Permanente de los Pueblos desde su fundación en 1979. Además ha sido llamado con frecuencia a colaborar con la Organización Mundial de la Salud.