Este domingo, la población del Cantón de Ginebra acudió a las urnas para la segunda vuelta de las elecciones municipales, en las que se eligieron los miembros de los Consejos Administrativos (Conseil administratif) de 24 de los 45 municipios. Tras la primera vuelta, celebrada el 23 de marzo, los candidatos que no alcanzaron la mayoría absoluta compitieron hoy en esta segunda vuelta. Las elecciones en la ciudad de Ginebra son seguidas con gran atención, no solo a nivel local, sino también internacional.
El Consejo Administrativo de Ginebra está compuesto por cinco miembros y constituye el órgano ejecutivo de la ciudad. Cada uno de ellos actúa como un “ministro” responsable de diferentes áreas de política urbana: servicios sociales, medio ambiente, seguridad, infraestructuras, cultura, economía, urbanismo, entre otras. Este Consejo, altamente influyente en los procesos de toma de decisiones, da forma tanto a la vida cotidiana como al desarrollo a largo plazo de Ginebra.
Entre los candidatos que competían por estos importantes cargos, la alianza de partidos de izquierda logró un gran éxito. Según los primeros resultados, la actual alcaldesa Christina Kitsos, del Partido Socialista (PS), fue la más votada con 17.014 sufragios. Le siguió Alfonso Gómez, del Partido Verde, con 14.950 votos. También resultaron electos Joëlle Bertossa (PS), Marjorie de Chastonay (Verdes) y Marie Barbey-Chappuis (Partido del Centro).
Con estos resultados, la izquierda mantiene su mayoría en el Consejo Administrativo de Ginebra. Los miembros electos tendrán voz en las decisiones que definen la posición global de Ginebra, una de las capitales diplomáticas más relevantes de Europa.
En Ginebra, una ciudad de proyección internacional que alberga a más de 190 nacionalidades, el voto migrante desempeña un papel clave en el desenlace electoral. Los migrantes que han adquirido la ciudadanía suiza y quienes llevan residiendo legalmente en la ciudad al menos ocho años tienen derecho a votar.
Entre las comunidades más políticamente activas de la ciudad, destaca la población kurda y los grupos democráticos procedentes de Turquía, que desempeñan un papel significativo en el proceso electoral.
Días antes de los comicios, ANF conversó con Alfonso Gómez, candidato por el Partido Verde y actual miembro del Consejo Administrativo de la ciudad de Ginebra.
¿Cuál es la importancia de los resultados de la primera vuelta del 23 de marzo, en la que usted quedó segundo, y de esta segunda vuelta del 13 de abril para la ciudad de Ginebra?
Quedé en segundo lugar tras la actual alcaldesa, Christina Kitsos. Este resultado es muy positivo para nosotros. La primera vuelta mostró claramente que los candidatos de izquierda están siendo bien acogidos y respaldados por el electorado.
Dado el resurgimiento de ideologías reaccionarias y de extrema derecha en muchos países, incluida Suiza, y en diversas ciudades, estos resultados son especialmente significativos. Esta elección es extremadamente importante, y más aún para Ginebra. Mientras que a nivel nacional la derecha más dura gana terreno, las ciudades siguen resistiendo y mantienen una orientación progresista. A la vez, vemos cómo la derecha se fortalece en los cantones.
Por eso es crucial que Ginebra, la segunda ciudad más importante del país, siga siendo de izquierda y esté gobernada por un ejecutivo progresista. Ginebra representa la solidaridad internacional, los valores progresistas y el compromiso con la protección del medio ambiente. Su carácter internacional, junto a su papel en Naciones Unidas (ONU), organizaciones no gubernamentales y en el ámbito de los derechos humanos, hace que esta elección sea aún más trascendental. Sinceramente, espero que estas elecciones supongan una victoria significativa para las fuerzas progresistas.
Ginebra es una ciudad multicultural con muchas comunidades migrantes. En este contexto, ¿qué tan importante es la participación de las personas migrantes en las elecciones?
Lamentablemente, creo que estas elecciones no están siendo suficientemente tomadas en serio por la población migrante de la ciudad. Como sabe, en Ginebra los extranjeros que llevan al menos ocho años viviendo legalmente tienen derecho a voto. Sin embargo, observamos una participación general baja. Aún más preocupante es que la participación entre los migrantes habilitados para votar es mucho menor que entre los ciudadanos suizos. Hoy, la participación general ronda entre el 30 y el 33 por ciento. Pero entre los migrantes con derecho a voto, esa cifra cae por debajo del 20 por ciento. Dado el auge de los discursos populistas y de derecha, el voto migrante en estas elecciones es más importante que nunca.
Una de las comunidades más activas en Ginebra es la población kurda y los grupos democráticos de Turquía. ¿Cómo evalúa su participación política? Ginebra también es escenario habitual de protestas de personas provenientes del Kurdistán. ¿Qué papel juega el gobierno local frente a sus demandas?
Quiero subrayar, en primer lugar, que la comunidad kurda en Ginebra es muy activa. De hecho, esto contrasta con lo que mencionaba antes sobre la baja participación electoral en otros sectores migrantes. La comunidad kurda organiza manifestaciones con frecuencia y también participa en los procesos electorales. Por supuesto, deberían ser aún más activos, y necesitamos ver más representantes de origen kurdo en las instituciones ginebrinas. Hoy en día, su presencia sigue siendo muy limitada. Como Ginebra se define como capital de los derechos humanos, es fundamental que atienda estas demandas con sensibilidad.
El gobierno de la ciudad debe ser receptivo a estas cuestiones. Como hemos visto en el pasado, y también ahora, hay dos países cuya situación resulta especialmente preocupante. Uno de ellos es Siria. La experiencia de Rojava nos parece sumamente importante. Es un experimento político progresista y con visión de futuro.
Se trata de un modelo feminista y progresista que surge en un contexto extremadamente volátil y peligroso, donde operan fuerzas profundamente reaccionarias. Además, la situación del pueblo kurdo en Turquía sigue siendo una cuestión no resuelta desde hace décadas. Las autoridades y fuerzas progresistas en Ginebra han expresado —y seguirán expresando— su solidaridad con el pueblo kurdo. En Turquía, los derechos democráticos están siendo ampliamente vulnerados, y los últimos acontecimientos lo han dejado aún más claro. En el Kurdistán en particular, asistimos a una oleada de ataques contra la democracia y los derechos democráticos. Bajo el liderazgo de Recep Tayyip Erdoğan, las fuerzas reaccionarias están destituyendo a alcaldes electos, lo cual es, por supuesto, totalmente inaceptable para nosotros.
El líder del pueblo kurdo, Abdullah Öcalan, ha lanzado recientemente un llamamiento histórico por una solución democrática de la cuestión kurda. Usted es uno de los firmantes que apoyan esta campaña. ¿Cómo valora ese llamamiento?
Lo valoro muy positivamente. Como usted ha dicho, yo también firmé esta campaña por la paz. Ginebra no solo es la capital de los derechos humanos, sino también de la paz. Siempre lo digo: las puertas de Ginebra están abiertas a todos los que quieran hablar de paz y entablar un diálogo. Quienes respetan los derechos democráticos y el derecho de los pueblos a la autodeterminación son siempre bienvenidos aquí.
Por supuesto, doy la bienvenida al llamamiento del Sr. Öcalan. Porque, lamentablemente, la tragedia del pueblo kurdo se ha prolongado durante décadas. Una guerra civil y una lucha por la libertad —y debemos llamarla por su nombre— han causado cientos de miles de muertos y sufrimientos indescriptibles. Muchos kurdos se han visto obligados a abandonar Turquía y a refugiarse en otros países, incluida Suiza.
Por eso, toda iniciativa en favor de la paz y del reconocimiento de las partes implicadas en el conflicto es de suma importancia. Porque, para lograr la paz, es necesario reconocer a la otra parte, comprender sus demandas y abrir una vía de negociación. Por ello apoyo este llamamiento y la campaña correspondiente.
Además, como exmiembro y delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja, donde trabajé durante 15 años, he seguido de cerca lo ocurrido en Kurdistán y he trabajado por el establecimiento de la paz. Lo hago en nombre de las víctimas del pasado y del presente, con la esperanza de que en el futuro ya no haya víctimas. Avanzar hacia la paz no es una opción: es una necesidad.
A pesar del llamamiento de Abdullah Öcalan, el Estado turco no ha tomado ninguna medida concreta hasta ahora. ¿Qué se puede hacer para que este llamamiento tenga resultados reales?
El Estado turco debe sentir la presión de la comunidad internacional. Hoy, muchos organismos siguen calificando al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) como una organización terrorista y lo excluyen del debate. Pero, al mismo tiempo, se pide que comiencen negociaciones y que se avance hacia el desarme. Esta contradicción debe superarse, y para ello es imprescindible la implicación de la comunidad internacional. Como firmante del llamamiento, doy la bienvenida a esta clara voluntad de paz.
Con mi firma, quise también destacar lo siguiente: muchos políticos de otros países están pidiendo que se presione a Turquía y que se respalde este proceso.
Sabemos que el pueblo kurdo quiere la paz y está formulando una propuesta concreta —aunque no fácil—. Después de décadas de conflicto, abandonar las armas no es una decisión sencilla. Pero están dando este paso para poder iniciar negociaciones. Y nosotros, junto con quienes defienden la paz y con representantes internacionales, debemos hacer todo lo posible para que Turquía se siente a la mesa de diálogo.
Abdullah Öcalan está intentando liderar este proceso desde la prisión. A la luz de ejemplos internacionales, ¿cuál es la importancia de su libertad para el éxito del proceso de paz?
Es muy significativo que el Sr. Öcalan intente abrir un proceso de negociación incluso estando encarcelado. Pensemos en el caso de Sudáfrica. En aquel momento, existía presión internacional y una demanda generalizada. El gobierno sudafricano inició negociaciones con Nelson Mandela mientras este aún estaba en prisión. Aquellas conversaciones no solo condujeron a su liberación, sino que también permitieron avanzar en el proceso negociador.
La liberación del Sr. Öcalan no supondría el final de las conversaciones, sino una condición previa esencial para que puedan comenzar en serio. Si se quiere negociar, hay que demostrar buena voluntad con pasos concretos. Uno de ellos debe ser la liberación de presos políticos clave, empezando por Öcalan. Esto permitiría a ambas partes sentarse y preguntarse: “¿Cómo avanzamos ahora en este proceso?”
Sin embargo, me preocupa la postura actual del Sr. Erdoğan. Eso no significa que las cosas no puedan cambiar, pero por el momento es difícil ser optimista.
Ginebra es conocida por su papel en negociaciones internacionales de paz. ¿Estarían dispuestos a acoger un posible proceso de negociación entre Turquía y el PKK?
Absolutamente. Si ambas partes están dispuestas, estamos totalmente abiertos y preparados para acogerlas en Ginebra. No hay ninguna duda al respecto. De hecho, sería un honor asumir ese papel. Pondríamos todos los medios necesarios para facilitar el desarrollo de las conversaciones. Esta disposición no se limita al gobierno de la ciudad de Ginebra. Creo sinceramente que también las autoridades cantonales e incluso la Confederación Suiza estarían dispuestas a aprovechar esta oportunidad y contribuir al avance de las negociaciones.
Ha mencionado la destitución de numerosos alcaldes kurdos por parte del régimen de Erdoğan. ¿Tiene previsto visitar Kurdistán en solidaridad con ellos?
Sin duda. Si soy reelegido, dentro de un año ejerceré como alcalde. Durante mi mandato, estoy plenamente dispuesto a viajar personalmente a Turquía y a Kurdistán. Espero hacerlo en un espíritu de paz y diálogo, y poder explicar el papel que Ginebra puede desempeñar en este proceso. Y si las negociaciones no avanzan, quiero que, como Ginebra, hagamos todo lo que esté en nuestras manos para impulsar el proceso. Como he dicho antes, la paz también requiere reconocer al otro y tener en cuenta sus demandas. Seguiremos apoyando esas demandas.