Guerrillero árabe de Hama: “Las YPG protegen a los pueblos de Siria”

El combatiente de las YPG Rojhat Agir es árabe y de Hama. “Hemos visto la violencia del Estado, de los otros grupos y del ISIS. Las YPG protegen a los pueblos de Siria”, subraya.

Desde la creación de las Unidades de Defensa Popular (YPG) en 2012, cada vez más árabes se han unido a sus filas. No solo ven a las YPG como una alternativa al gobierno antidemocrático del régimen de Damasco, sino que también han experimentado la brutalidad del ELS, Jabhat al-Nusra, el autodenominado Estado Islámico (ISIS) y otros grupos. Como resultado, muchos árabes ven ahora la Administración Autónoma como parte de su perspectiva.

Uno de ellos es Rojhat Agir, natural de Hama. Proviene de la tribu Okaidat. Debido a la insistencia de los okaidat en su vida tribal, fueron objeto de represión por parte del régimen sirio antes de 2011. Con el inicio de la guerra siria, el dominio de los pueblos de los alrededores de Hama se alternó entre el ELS, Jabhat al-Nusra y el ISIS. Tras las amenazas de muerte del ISIS, Agir huyó a Hesekê y se unió a las YPG. Rojhat Agir lleva cinco años luchando en las filas del YPG.

En una entrevista con ANF, Agir ha hecho un llamamiento a los pueblos de Siria y especialmente a los árabes: “Los estados gobernantes temen la unidad que hemos formado con el gobierno autónomo y las YPG. Hay ataques políticos y militares contra las YPG y la Administración Autónoma. Fortalezcamos nuestra unidad y defendamos juntos nuestra patria y nuestras vidas”.

‘El régimen sirio intentó apartarnos de nuestra cultura por la fuerza’

Agir ha afirmado que su experiencia con el régimen sirio jugó un papel importante en su incorporación a las YPG. Sobre esto, ha dicho: “El gobierno sirio interfería incluso en lo que comíamos. En el pueblo, nuestras tribus viven según sus tradiciones y cultura. Pero durante el gobierno del régimen siempre hubo una feroz represión contra los que seguían apegados a su cultura y a su tribu. El régimen quería que todo el mundo viviera según el sistema y la cultura dados. Era difícil aceptar esa intervención del Estado contra la sociedad natural y la tribu. Nuestra tribu insistía en su propia cultura. No sólo se presionaba a nuestra tribu, sino también a las demás.

Déjenme darles un pequeño ejemplo. En el pueblo vivimos una vida natural, todo el mundo conoce la vida de la aldea. Hacíamos nuestro propio pan. Pues el gobierno interfería incluso en eso. Horneaban su pan y nos lo enviaban. Nosotros, como pueblo, no lo aceptamos. Intentaron destruir nuestra cultura varias veces. Cuando enviaban el pan, la gente protestaba, había tensiones entre el régimen y la tribu. Cada vez que venían, nos defendíamos. Queríamos vivir nuestra propia vida de forma natural. Sin duda fue muy duro para la tribu. Era una tribu pequeña, y no es fácil resistir esta presión de las fuerzas del Estado”.

La presión aumentaba cada día’

En 1982, el régimen sirio masacró a más de 20.000 personas en Hama en una operación contra los Hermanos Musulmanes. Desde entonces, la ira contra Damasco se ha mantenido a fuego lento en la ciudad. Agir ha contado que, con el inicio de la revolución, el régimen se mantuvo en posiciones clave en la ciudad, pero las zonas rurales cayeron en manos del ELS, de Al Nusra y, finalmente, del ISIS. Y ha agregado: “Hay muchos pueblos que viven en Hama. Hay algunas facciones que dependen del régimen, pero aparte de los alauitas, nadie aceptó el régimen. Tanto los drusos como la población suní estaban molestos contra el régimen de todos modos debido al estado antidemocrático y a la masacre en la ciudad. Cuando comenzó la revolución siria en 2011, todos estábamos llenos de alegría. Pero en 2012, partes de Hama ya empezaron a estar dominadas por el ELS.

Al principio, intentaron convencer a la población. Pero eso fue cambiando. En 2013, Jabhat al-Nusra llegó a nuestra zona y la dominó en pocos meses. Luego, de la noche a la mañana, llegó el ISIS. Por supuesto, no había habido enfrentamientos entre al-Nusra y el ISIS. Entregaron la zona al ISIS. La población tradicional no podía comunicarse con el régimen, pero tampoco con estas fuerzas que intentaban imponer sus reglas al pueblo”.

‘Dejamos Hama para proteger a mi madre del ISIS’

Rojhat Agir y su familia tuvieron que abandonar Hama debido a la persecución del ISIS y huyeron a la región de Hesekê, en los territorios autónomos del norte de Siria. El tío de Agir había sido asesinado por el ISIS y su madre amenazada de muerte. Sobre esto, ha contado: “La presión sobre la población era intensa. El ISIS mató a muchas personas por haber infringido supuestamente las normas. Había una cruel opresión. No mucha gente lo aceptaba, pero todos tenían miedo. Esto era especialmente así en nuestra región. Nuestra tribu no podía integrarse ni bajo el régimen ni bajo el del ISIS. El ISIS llegó y etiquetó a algunos como agentes, a otros como ladrones, y los ejecutó. Algunos fueron asesinados sólo por ir a la ciudad. El ISIS provocó un gran temor entre la población. Por eso nuestra familia abandonó Hama. Mi madre estaba enferma y fue al hospital de la ciudad porque no había hospital en el pueblo. Pero en la ciudad estaba el régimen. Entonces nos enteramos de que el ISIS condenó a muerte a mi madre por eso. Habían matado a mi tío por la misma razón. El ISIS quería asegurarse de que la población no fuera al hospital de Hama, sino al hospital del ISIS en Raqqa. Cuando se dictó la sentencia contra mi madre, tuvimos que huir de Hama para protegerla”.

‘He visto que la lucha contra el ISIS es posible’

Agir y su familia huyeron a Hesekê en 2014, donde volvieron a enfrentarse a la amenaza del ISIS. Pero Rojhat Agir vio cómo las YPG defendían con éxito la ciudad contra el ISIS. Sobre esta experiencia, ha resaltado: “Llegamos a Hesekê desde Hama y nos quedamos con unos parientes en la zona controlada por el régimen. El ISIS atacó la zona del régimen. El barrio donde nos alojábamos quedó bajo el control del grupo. Huimos a otro barrio. El régimen no podía hacer frente al ISIS. Se movía demasiado rápido y ya había capturado casi un tercio de Hesekê. En ese momento no conocíamos a las YPG. Pero a medida que avanzaba el ataque, las YPG intervinieron y defendieron las zonas. Incluso salvaron a algunos soldados del régimen de ser asesinados por el ISIS.

Mi padre conocía a las Asayish (fuerzas de seguridad locales) y se unió a ellas. También participó en la batalla de Hesekê. Poco a poco fuimos conociendo a los kurdos, a la Asayish y a las YPG. Le pregunté a mi padre: “Son soldados kurdos, ¿por qué te unes a ellos?”. Mi padre me dijo que todos luchaban juntos y se respetaban. No me convenció, pero también me impresionó la guerra de las YPG contra el ISIS”.

‘Todos los pueblos luchan juntos bajo el paraguas de las YPG’

Hacia el final de la operación de liberación de Manbij, Agir se unió a las YPG. Luego participó en la liberación de Raqqa. También ha contado su experiencia con las YPG: “Me sorprendió cuando me uní. Árabes, kurdos, sirios y miembros de otros pueblos luchaban y convivían. En Raqqa, por ejemplo, todos luchamos juntos en una guerra muy dura. Al aplastar al ISIS, las YPG se convirtieron en la esperanza de todos los pueblos. Yo y muchos otros hemos visto que ni las YPG ni la Administración Autónoma son como un Estado. El Estado tiene una bandera, una lengua, un entendimiento cultural y se basa en la coerción. El Estado sirio no acepta las diferencias. Pero en las YPG, todo el mundo puede hablar su propia lengua y vivir según su propia cultura. En la Administración Autónoma, todos pueden aprender en su lengua materna. Es una situación que nos da esperanza a todos”.

‘Nuestra unidad asusta a los estados gobernantes’

Agir ha continuado: “Los que se unieron a las YPG son gente de esta región, son los pobres. La vida democrática que defienden las YPG y la Administración Autónoma asusta a los estados gobernantes. La ven como un peligro para ellos mismos. La participación de nosotros, como árabes, en las YPG y la Administración Autónoma, ha aumentado mucho. Especialmente con la liberación de Manbij, Raqqa, Tabqa y Deir ez-Zor.

La Administración Autónoma y las YPG acercaron a los pueblos, especialmente a nosotros, árabes y kurdos. Yo mismo soy del pueblo árabe, pero aprendí kurdo a los dos meses de participar en las YPG. Sentí que era una necesidad. Nadie me obligó ni me presionó a hacerlo. Quería aprender la lengua de los amigos con los que luchaba. Es una sensación agradable.

Como pueblos libres y pacíficos, debemos seguir fortaleciendo nuestra unidad contra los ataques asesinos de los regímenes gobernantes. Si no fortalecemos nuestra unidad, no podremos proteger a nuestro país de sus sucios planes y ataques”.