Los familiares de Er y Dağ llaman a la comunidad internacional a actuar

Las familias de Abdurrahman Er y Mazlum Dağ hablan con ANF sobre la situación de sus hijos, presos en Hewler y condenados a muerte.

Abdurrahman Er y Mazlum Dağ fueron sentenciados a muerte el 11 de febrero de 2020 por la segunda sala del tribunal penal de Erbil, en la Región Autónoma del Kurdistán iraquí, gobernado por el Gobierno Regional del Kurdistán (KRG). Recientemente, la sentencia ha sido confirmada por el tribunal de apelación.

Los dos ciudadanos kurdos, junto a otras dos personas, están acusados del asesinato del vicecónsul turco Osman Köse el 17 de julio de 2019 en Erbil.

Se ha lanzado una campaña en Europa para pedir la anulación de la pena de muerte. La petición puede firmarse enviando un correo a [email protected]

Las familias de Abdurrahman Er y Mazlum Dağ han hablado con ANF sobre la situación de sus hijos, quienes permanecen encarcelados en Hewler.

¿Podemos recordar dónde fueron detenidos Mazlum y Abdurrahman?

Mazlum y Abdurrahman fueron detenidos el 20 de julio de 2019 por las fuerzas del KDP en Hewler. Desde entonces, permanecen presos.

¿Cuáles son las condiciones de su detención? Ha habido informaciones de torturas y una confesión forzosa tras su arresto. ¿Pueden compartir lo que saben sobre esto?

Primero dijeron que estaban detenidos en un lugar llamado Hewler General Asayish. Nosotros, como familiares suyos, vinimos a Bashur nada más saber que nuestros hijos se encontraban detenidos. Queríamos entender la situación de su detención y tratamos de conseguirles ayuda legal. Sin embargo, no pudimos reunirnos con nuestros hijos. Queríamos contratar a un abogado, pero el abogado tenía que conseguir un poder notarial para empezar su trabajo y cuando fuimos a la prisión de las fuerzas de orden público donde estaban detenidos, ni siquiera admitieron que nuestros hijos se encontraban allí. Esto lo hicieron para que no pudiéramos contratar a un abogado.

Los vimos por primera vez después de 6 meses. En la primera visita, nos dimos cuenta de que habían sido torturados. Había señales de tortura en sus cuerpos. También ellos nos contaron que habían sido sometidos a torturas muy severas y que les habían obligado a firmar declaraciones. Fue terrible verlos así. Cuando llegaron a la sala de visitas ni siquiera llevaban zapatos. Los tuvieron encerrados junto a mercenarios del ISIS hasta el momento en que nos encontramos. No podíamos entenderlo. ¿Qué trataba de lograr el PDK manteniendo a nuestros hijos con mercenarios de ISIS?

La comunicación con ellos es muy limitada. Hasta hoy, sólo hemos podido verles en tres ocasiones. Ahora, a veces, las autoridades de la prisión les permiten tener una conversación telefónica. Nos han dicho que las torturas han cesado desde que les han condenado a muerte.

¿Cómo fue el juicio?

Ni nosotros ni nuestros hijos conocemos el proceso, el juicio no fue público. Se celebró un espectáculo para imponer la pena de muerte, nada más. Nuestros hijos decían que había personas afiliadas al Estado turco en el tribunal. En la audiencia, celebrada después de meses de torturas, sólo preguntaron por los nombres de nuestros hijos. Aparte de eso, no preguntaron nada más.

Nosotros fuimos a la puerta del tribunal el día de la audiencia. Queríamos asistir a la audiencia, escuchar. Pero no se nos permitió entrar. Queríamos contratar un abogado. Muchos de los abogados que entrevistamos no aceptaron porque temían al PDK. Algunos se mostraron interesados, pero su destino era incierto. Finalmente, tampoco permitieron que el abogado que encontramos asistiera ni al interrogatorio ni a la audiencia.

La realidad es que nuestros dos hijos han sido torturados desde que fueron puestos bajo custodia, no han sido llevados ante un tribunal justo y no han tenido ninguna ayuda legal. La administración de Bashur y el PDK decidieron condenar a nuestros niños a muerte tras una sola audiencia para complacer a la República turca. La objeción a esta decisión también fue rechazada por el tribunal supremo sin ninguna norma legal o humanitaria. Y nos enteramos de todas estas decisiones por la prensa.

¿Cuándo fueron sentenciados a muerte?

Por lo que sabemos, la sentencia se dictó el 11 de febrero de 2020. Las noticias sobre la sentencia fueron publicadas en la prensa después de que fuera confirmada por el tribunal de apelación el 15 de septiembre de 2020.

¿Pudieron reunirse con sus hijos después de que la pena de muerte fuera dictaminada? ¿Cómo recibieron ellos esta decisión?

Sí, hablamos con ellos. Dijeron que este proceso judicial era un juego. También que su conciencia estaba en paz y que no habían hecho nada malo. Dijeron que no habían cometido ningún crimen contra la gente, que su detención y su juicio eran ilegales y que el KDP tomó una decisión como esta por las presiones de la República de Turquía. Nos contaron que cuando leyeron la sentencia de muerte en el juicio, no les dejaron añadir una sola palabra. Pero aún así, ellos expresaron su confianza en el pueblo kurdo y la opinión democrática local e internacional.

¿Cuál es su petición como familiares? ¿Cuál es su llamamiento a las instituciones europeas y la opinión pública?

Un juicio sin abogado, a puertas cerradas, secreto, que acaba con una condena a muerte, no es un juicio, es una orden directa de ejecución. Por todo esto, el juicio debería ser declarado nulo. Nuestros hijos permanecen injustamente encarcelados. Queremos que los liberen. La pena de muerte está definida como un crimen en el mundo. Una administración que se denomina a sí misma administración kurda no puede imponer castigos como estos a jóvenes kurdos. Cada acto efectuado desde el periodo de detención hasta la celebración del juicio ha constituido un crimen. Nuestros hijos fueron torturados.

Ante un proceso judicial tan injusto e ilegal, pedimos especialmente a las organizaciones de derechos humanos de Europa que cumplan con su responsabilidad y hagan todo lo que esté a su alcance para detener esta decisión. Además, las instituciones públicas deben llevar a cabo la lucha necesaria dondequiera que estén para cancelar esta decisión equivocada y liberar a nuestros niños. La lucha de la gente y las instituciones debería obligar a las autoridades a revertir esta sentencia equivocada.

¿Les gustaría añadir algo más?

Como familiares, haremos todo lo posible. Trabajaremos por la liberación de nuestros hijos. Pero en esta lucha, necesitamos el apoyo de todos los kurdos y las instituciones de derechos humanos. Esperamos que respondan a nuestra llamada.

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