El pasado 28 de mayo, Recep Tayyip Erdogan revalidó su victoria en las elecciones presidenciales de Turquía. Con el 52,1% de los votos, el mandatario islamista del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), seguirá al frente de un Estado que, bajo su mandato, ha perseguido las libertades y los derechos de las minorías. Entre los sectores más castigados se encuentra la comunidad kurda, como han demostrado las invasiones a Rojava de 2018 y 2019, y los ataques a sus líderes del Kurdistán iraquí y sirio. Hacer frente a Turquía y a las fuerzas mercenarias que operan bajo amparo del Estado Islámico (ISIS) es la misión de las YPJ, las Unidades de Protección de la Mujer. Una brigada femenina que, desde su fundación hace once años, protege a las comunas kurdas situadas en el norte y este de Siria
Sozdar Dêrik, dirigente de la Comandancia General de estas milicias, reivindica el papel de la mujer en la defensa de la comunidad y la construcción del confederalismo democrático. Un sistema de gobernanza basado en los valores de la justicia, los cuidados y la salvaguarda de los recursos naturales, cuya implementación empieza a desarrollarse pese a la represión que sufre esta nación extendida por Oriente Medio.
-Hace un año, en junio de 2022, anunciaban la entrada en vigor del nuevo Contrato Social que regirá las comunidades del norte y este del Kurdistán sirio. ¿En qué situación se encuentra?
-De momento, la guerra impide que este y otros procesos avancen como quisiéramos, pues la prioridad es luchar para que todas las comunidades resistan los ataques y vivan según su idiosincrasia. Aún así, el contrato va implementándose en varios capítulos, como que cada comuna y sus respectivos comités sectoriales atiendan los temas de ciencia, salud, educación o igualdad, respetando la paridad entre hombres y mujeres. Igual que, respecto a la defensa, toda la población debe formarse para ser auto-responsable y prepararse ante la opresión colonial que padecemos por parte del Estado Islámico y el gobierno fascista de Erdogan.
-¿En qué medida las Unidades de Protección de la Mujer (YPJ, por sus siglas en kurdo), se diferencian de los ejércitos tradicionales?
-Completamente. No tendría sentido que nuestro proyecto, basado en la igualdad, la ecología y la democracia, reprodujera el esquema de los ejércitos estatales, donde predomina la opresión, el autoritarismo y el patriarcado. Al contrario: en coherencia con la sociedad anticapitalista que deseamos construir, toda nuestra lucha va encaminada a respetar las personas, también en la actividad armada.
-Históricamente, el trabajo de la tierra y otras tareas domésticas recaían sobre sus espaldas. ¿Cómo ha alterado el funcionamiento de la comunidad el hecho de que se desplacen a zonas de guerra?
-Ha servido para incluir nuestra sabiduría y terminar con la imagen de las mujeres como seres inferiores y débiles. Hoy discutimos en los consejos los asuntos familiares, sociales y políticos para encontrar una solución, y para Siria, esto es una revolución en sí misma, ya que ha creado una transformación cultural en la sociedad árabe.
Pero, sobre todo, lo más llamativo ha sido el cambio de mentalidad que ha propiciado entre los hombres, que durante nuestra actividad en el frente, asumen la cocina, el cultivo de la tierra o la limpieza. Lo mismo que hacemos nosotras cuando ellos se dirigen a las zonas de combate. En cualquier caso, los kurdos somos una sociedad muy cohesionada, razón por la cual ningún miembro queda desatendido ni ninguna casa vacía.
-En la mayoría de contextos bélicos, las mujeres suelen ser utilizadas como armas de guerra. ¿Se mentalizan para ello?
-Como revolucionarias, entendemos que la lucha transciende la individualidad para situarse a un nivel superior, vinculado a la voluntad de proteger la comunidad. Y, aunque tratamos lo que acarrea caer en manos del enemigo, somos herederas de esta cultura de resistencia donde el autosacrificio está muy presente. Varias de nuestras combatientes han hecho este tipo de acciones, como Arîn Mîrkan y Rêvana Kobanê, quienes cayeron contra los mercenarios del ISIS durante la resistencia en Rojava en 2014. Nos consideramos herederas de su ejemplo.
-¿Esto hace que afronten la muerte de compañeras desde otra perspectiva?
-Utilizamos la palabra “sehid”, que significa mártir, o “heval”, cuyo significado sirve para recordar a las combatientes que pierden la vida luchando por su tierra, gente y cultura. Para nosotras, su presencia espiritual nos abre camino para construir un Kurdistán libre, justo y democrático.
FUENTE: Naiz / Foto de portada: Oriol Clavera