Kurdistán se encuentra en el corazón de Oriente Próximo. Actualmente dividido entre cuatro Estados-nación (Turquía, Irán, Iraq y Siria) desde que, con la caída del Imperio Otomano y el fin de la Primera Guerra Mundial, se crearon las fronteras tal como las conocemos a día de hoy en 1924.
La revolución de Rojava volvió a poner a los kurdos en el mapa, pero ésta viene de un largo proceso de luchas y sacrificios.
En 1978, un pequeño grupo de estudiantes universitarios, kurdos y turcos, en los que ya participaban activamente mujeres, como fue Sakine Cansiz (1), pensaban que la democracia en Turquía pasaría por el reconocimiento y autonomía del pueblo kurdo y de otras minorías del país. Inspirados en los movimientos de liberación nacional y las protestas de jóvenes que se expandieron por el mundo con el Mayo del 68, este grupo de jóvenes fundaron el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (Partiya Karkerên Kurdistan – PKK), con una clara ideología de partido marxista-leninista, intentando emular al Partido de los Trabajadores de Vietnam y con el objetivo de crear un Estado socialista kurdo en pleno Oriente Próximo.
Debido a la inestable situación en Turquía, un pequeño grupo liderado por Abdullah Öcalan (2), líder del PKK, cruzaron la frontera ante la evidente posibilidad de un golpe de Estado militar en Turquía, golpe que se confirmó en 1980 y que llevó al encarcelamiento y asesinato de una gran parte de los activistas y revolucionarios de la izquierda turca y kurda. Cruzaron el territorio kurdo de Rojava (Siria) para llegar a los campos de Bekaa en Líbano, donde organizaron su primera academia revolucionaria y militar junto con los movimientos palestinos, alemanes e italianos que allí se encontraban.
En 1984, el PKK llevó a cabo su primera acción armada y el establecimiento de un ejército guerrillero en las montañas de Kurdistán. Mientras, en las cárceles de Turquía, las mujeres y hombres de PKK organizaron una fuerte resistencia dentro de las prisiones, demostrando que ni las más brutales torturas ni la falta de libertad podían destruir su compromiso revolucionario. Varios militantes del PKK perecieron en prisión a través de acciones de protesta y autosacrificio. Fue precisamente en las cárceles donde se creó la cultura de la resistencia, la cual puede ser resumida en una consigna que hizo el compañero Kemal Pir antes de morir en una huelga de hambre: “Somos los que amamos tanto la vida que estamos dispuestos a morir por ella”.
Esta resistencia, junto con las acciones armadas de los y las guerrilleras, despertaron las conciencias del pueblo kurdo, que llevaron a generar lo que hoy conocemos como Movimiento por la Liberación de Kurdistán. Miles de personas, hombres y mujeres, se unieron al PKK. El pueblo tomó conciencia de su condición de colonia y se identificaron con la praxis y teoría del partido. Hasta el día de hoy, un eslogan recorre las calles del Kurdistán en Turquía: “PKK es el pueblo y el pueblo es el PKK”. En este corto periodo, murieron unas 40.000 personas, donde más de 35.000 fueron kurdos. A partir de 1993, el PKK hizo el primer acercamiento con el Estado turco para llegar a una solución pacífica al conflicto. A pesar de los reiterados intentos del PKK por llegar a un acuerdo de paz, el gobierno turco traicionó cada uno de los alto al fuego, intensificando siempre su violencia y poder militar contra el pueblo kurdo y la guerrilla, obligando a emigrar a miles de personas a Europa y el este de Turquía con la quema de aldeas y la represión a la población.
En 1995, con la caída unos años antes del muro de Berlín, el PKK abandona los símbolos de la hoz y el martillo, y empieza un proceso de reflexión ideológica que lideraría unos años después a un cambio de paradigma político. En ese proceso, se estudió la personalidad individual como fuente para estudiar la sociedad. Para ello se empezó un sistema de crítica-autocrítica y tekmîl (3), con el que se pretende que los militantes sean modelos sociales mediante la crítica a las actitudes individuales, patriarcales, colonialistas, capitalistas y competitivas que conforman la ideología dominante actual.
En 1998, Abdullah Öcalan es expulsado de Siria, donde estaba refugiado, y tras un difícil periplo por Europa es secuestrado en Kenya en 1999 y trasladado a la cárcel de Imrali en Turquía. Allí, en una condena de aislamiento absoluto que se mantiene hasta el día de hoy, Abdullah Öcalan escribe sus “Defensas”, cinco volúmenes que presentó al Tribunal Internacional de Derechos Humanos, donde analiza la cuestión kurda y la necesidad de democratizar Oriente Próximo con la esencia de la diversidad de los pueblos de la región. En ellos, plantea que el Estado no puede ser la solución a la cuestión kurda, pues el centralismo de un Estado kurdo significaría la opresión de otras identidades nacionales. Concluye que es precisamente el Estado el principal actor y medio de explotación humana, y que éste utiliza al patriarcado como su piedra angular en todo proceso de opresión, porque es precisamente el patriarcado la primera causa y modelo de esclavitud humana. Según su pensamiento, para acabar con el capitalismo hay que acabar con el Estado y para acabar con el Estado hay que acabar con el patriarcado, que justifica todas las demás dominaciones. Un ejemplo de esta afirmación sería la familia, la cual es un pequeño estado en sí mismo jerarquizante y que sirve de sostén para el Estado territorial y nacional.
Esta reflexión, junto con la propuesta de un nuevo modelo organizativo, impulsó el Confederalismo Democrático, paradigma que tiene tres pilares principales: la democracia radical basada en la diversidad etnico-religiosa, la liberación de la mujer como requisito indispensable para la liberación de la sociedad y la ecología social para llegar a un nuevo sistema en paz y acuerdo con el ecosistema natural que nos rodea. Otra de sus bases es la economía no capitalista, basada en el cooperativismo y una industria sostenible, donde los recursos sean de toda la sociedad y se gestionen de forma que no suponga un deterioro de la vida natural. El objetivo es acabar con la dominación que el hombre ejerce sobre la naturaleza, la dominación de género y de clase.
Notas:
(1) Sara (Sakine Cansız), nació en 1958 en Dersim (Kurdistán norte). En 1973 conoció a los apoístas y fue fundadora y una de los primeros miembros del Comité Central del PKK. Tuvo una intensa participación en la generación de confianza y estructuras de mujeres en el Movimiento de Liberación de Kurdistán. Asesinada en París junto a otras dos compañeras por un agente secreto del MIT (servicio de inteligencia de Turquía).
(2) Rêber Apo (Abdullah Öcalan), nació en 1949 en Urfa (Kurdistán norte). Fundador y líder del PKK y una figura clave del Movimiento de Liberación de Kurdistán. Secuestrado en un complot internacional en 1999, se encuentra desde entonces en la cárcel de máxima seguridad de Imrali (Turquía), donde ha escrito varias obras y propuesto el paradigma del Confederalismo Democrático como solución al conflicto kurdo en Oriente Próximo.
(3) Para saber más sobre la metodología del tekmîl puedes leer https://rojavaazadimadrid.org/tekmil-un-instrumento-de-reflexion-de-rojava/
FUENTE: Rojava Azadi Madrid / Kaos en la Red