Salih Muslim, co-presidente del Partido de la Unión Democrática (PYD), analizó las cambiantes condiciones políticas en Oriente Medio en una entrevista en profundidad con ANF.
En la primera parte de la entrevista, el político kurdo subrayó que el colapso político, económico y social de Turquía sólo puede detenerse resolviendo la cuestión kurda.
En la segunda parte de la entrevista, Muslim describió la implicación del Estado tuco en el tráfico de drogas y la influencia de la llamada "Banda de los Cinco" en la política: las cinco empresas Cengiz, Limak, Kolin, Kalyon y Makyol controlan una gran parte de la economía de Turquía y reciben la mayoría de los contratos estatales, ayudando a enviar tropas al extranjero y a reclutar a yihadistas como mercenarios en Siria.
Los kurdos y las kurdas, por su parte, han luchado por hacerse un hueco en Oriente Medio. Según Salih Muslim, las potencias mundiales siguen indecisas sobre cómo responder al proyecto de coexistencia que se practica en el norte y el este de Siria.
En los últimos años, el Estado turco ha intervenido en Azerbaiyán, Irak, Siria, Libia, la guerra entre Rusia y Ucrania y muchos países africanos. ¿Qué objetivo persigue Turquía con ello?
Para su proyecto neo-otomano, el Estado turco debe provocar cambios en el interior y en el exterior. Quería cambiar algo utilizando sus propios métodos, y ahora el destino de Turquía está en manos del capital: cinco empresas de Turquía lo tienen todo en sus manos. Son las que controlan la política exterior. Un grupo de élite dirige ahora la política turca, y todos están al servicio de Erdoğan.
Aparte de estas empresas, hay otras organizaciones. Entre ellas están el MHP y Ergenekon. Son responsables de todo el tráfico de drogas en Turquía y tienen relaciones con bandas mafiosas repartidas por todo el mundo. Toneladas de droga procedentes de América Latina se transportan a Europa a través de Turquía. La situación en Turquía es muy caótica y representantes del Estado están implicados en estas redes delictivas. Se inició una investigación en su momento, pero no se completó porque habría ido demasiado lejos.
Cinco grandes empresas turcas
Estas cinco empresas querían involucrarse en todas partes para expandir aún más su imperio. Por ejemplo, en Libia. En los años setenta y ochenta mantuvieron relaciones con Libia por la cuestión del petróleo. Cuando la situación en Libia cambió, desplegaron tropas. Y cuando sus propios soldados se convirtieron en un problema, reclutaron mercenarios en Siria y los enviaron allí. Para abrir un corredor comercial desde Armenia, dirigieron su atención a Azerbaiyán. Incluso hablaron de Azerbaiyán como una nación que vivía en dos Estados. Al cabo de un tiempo, tuvieron que parar porque eso habría significado tratar con Irán u otros gigantes.
Sus inversiones en África (en Sudán, en Nigeria, en Kenia) implicaban proyectos millonarios que quebraron. Actuaron de forma muy incontrolada. Sus sueños neo-otomanos se desmoronaban día a día. Su propia política se volvía contra ellos. Esto provocó un grave problema económico en Turquía. ¿Dónde han ido a parar todos los millones de dólares invertidos en los países africanos? Esta pregunta sigue sin resolverse. ¿Por qué se enviaron tropas a Somalia? Nada de esto está claro.
La cuestión kurda: un agujero negro
Erdoğan puso la política al servicio de estas cinco corporaciones y pensó que así podría crear un nuevo Imperio Otomano. Ahora Turquía está al borde de la quiebra y no puede resolver sus propios problemas. La cuestión kurda es como un agujero negro. Aunque las cifras no son oficiales, se dice que se gastó un billón de dólares en ella. También se dice que hasta ahora han muerto 110.000 personas en la guerra contra los kurdos. La guerra continúa y no está claro hasta dónde llegará.
El gobierno de Erdoğan es una gran amenaza no sólo para el pueblo de Turquía y la región, sino también para Europa. Fíjense a quién ha tomado bajo su protección el Estado turco. Hay terroristas de todo el mundo en Turquía y en las zonas que ocupa en el norte de Siria. Emires del ISIS, Jabhat al-Nusra, la filial de al-Qaeda Hayat Tahrir al-Sham... todos están en turquía. Erdoğan ha reunido a su alrededor a estas bandas yihadistas y las utiliza como amenaza para el mundo. Toda la política del Estado turco se basa en el chantaje. Con este entendimiento, el Estado turco no puede llevar a cabo ni la política interior ni la exterior. Por eso el final de Turquía parece muy sombrío.
No debemos olvidar un hecho: durante mucho tiempo, los kurdos y las kurdas simplemente no existieron en la política internacional. Después de 1923, tras el Tratado de Lausana, dejaron de figurar en el equilibrio de poder mundial. Sólo con el proyecto imperialista de rediseñar Oriente Medio volvieron a incluirse gradualmente en los cálculos. Uno de los resultados es el sistema autónomo creado en el Kurdistán iraquí (Kurdistán Sur o “Bashur”, en kurdo), que responde a los criterios de este proyecto. Sin embargo, los kurdos no se limitan a esta región. Hay 50 millones de kurdos en el mundo. Si se unieran e hicieran una política común, tendrían una gran influencia en la política mundial.
Un sistema así debería crearse no sólo en Irak, sino también en Siria. Hubo la Revolución de Rojava, que creó la región autónoma del Norte y el Este de Siria. La gente ha resistido y se ha defendido. Los kurdos y las kurdas forman ahora parte de la ecuación. Sin embargo, aquí ha surgido una nueva situación. Se podría haber aceptado la mera existencia de los kurdos, pero los kurdos también tienen sus propios proyectos. Y se trata de un proyecto de fraternidad y unidad de los pueblos. Recientemente se ha aprobado un nuevo Contrato Social.
El papel de las potencias mundiales
Este proyecto no sólo se aplica al Norte y el Este de Siria, sino a toda Siria y Oriente Medio. Todo el mundo lo ha reconocido, incluidas las potencias mundiales, Turquía y las fuerzas regionales. Todos se preguntaban qué hacer ante este hecho. Algunos de ellos, como Turquía, Irán y Siria, se han convertido en enemigos de este proyecto. Siguen queriendo esclavizar a los kurdos y a las kurdas. Por otro lado, hay potencias mundiales que simplemente observan y se preguntan si reconocerlo o no. Es un proyecto muy diferente al suyo, y eso provoca su indecisión. Aún no han tomado una decisión. Turquía se opone a este proyecto, pero aún no han tomado una decisión.
Por otro lado, tienen acuerdos con Turquía desde 1952. A día de hoy siguen teniendo intereses comunes. Sin embargo, cada día está más claro si aceptarán este proyecto o no. Pero aún no está decidido, por lo que permanecen en silencio ante el Estado turco. Y Turquía levanta el látigo contra cualquiera que quiera dialogar con ella. Llevan setenta años firmando acuerdos. Por supuesto, no aceptarán nuestro proyecto tan fácilmente porque no renunciarán a sus propios intereses. Por supuesto, por esta razón, también tenemos dificultades. Por un lado, los Estados hostiles que actúan bárbaramente contra nosotros y nosotras y, por otro, las vacilaciones de las potencias supuestamente amigas nuestras a la hora de reconocer o no nuestro proyecto. Esto significa que la situación sigue sin estar clara. Sin embargo, creo que gracias a la resistencia de nuestro pueblo, hemos pasado a formar parte de la ecuación en Oriente Medio. Nadie puede dejarnos fuera de la ecuación de Oriente Medio. Si quieren estabilidad, deberán replantearse sus propias políticas y reconocer la Administración Autónoma Democrática. Pero si siguen insistiendo en sus viejas políticas, no lograrán la estabilidad.
Existe la posibilidad de que la guerra entre Hamás y el Estado israelí se extienda a otros países. ¿Cuál debería ser la política del gobierno de Damasco en este proceso?
Desde que los baazistas llegaron al poder en 1963, la política de Damasco nunca se ha preocupado de los problemas internos. Damasco siempre se ha centrado en la política exterior y se ha ocupado de asuntos como la cuestión palestina y la Liga Árabe. En Siria no hay desarrollo democrático y la población está descontenta. Por lo tanto, Damasco debe cambiar su política y resolver los problemas de los kurdos, los sirios y otras poblaciones dentro de Siria. Mientras no se resuelvan los problemas internos, Siria no podrá hacer nada en el exterior. Si no puedes complacer a la población de tu propio país, no puedes progresar. Varias fuerzas se aprovechan de la incompetencia de Damasco. Los Hermanos Musulmanes no desempeñaban un papel antes, pero han pasado a primer plano en Siria en esta agitación. Siria nunca ha estado tan cerca de una solución. Todavía no es demasiado tarde. Si todo el pueblo sirio se reúne, debate sus propios problemas y llega a un acuerdo, entonces no tendríamos nada más que decir. Hoy hay una masacre en Palestina, donde se asesina a civiles y niños. Pero, ¿cómo podemos ayudarlos si no podemos lograr la unidad en nuestra región? En primer lugar, debemos desarrollar soluciones y oportunidades en nuestras tierras para poder ayudar a los que están fuera. Pero hoy la situación en Siria no es buena. Pero hoy hay una Administración Autónoma Democrática dentro de Siria, y pronto habrá otras. Tenemos que encontrar juntos y jungtas una solución. La solución a la cuestión palestina no es posible con Hamás y Netanyahu. La solución es que los pueblos judío y palestino, que forman parte de Oriente Medio, se unan y encuentren una forma de vivir juntos. Tienen que decidir. Si quieren seguir siendo dos Estados amigos, pueden hacerlo. Cuando uno amenaza al otro con la destrucción, lo hace desde una concepción fascista y chovinista del Estado-nación. Y esta concepción no es adecuada para Oriente Medio.
Mientras el gobierno de Damasco se aferre al poder, no podrá encontrar una solución porque la población no está de su parte y no acepta su posición. La solución está en manos del pueblo sirio también. De los diferentes pueblos de Siria. En primer lugar, hay que resolver la cuestión kurda. Sin esto, el problema de Siria no puede resolverse.
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