Sakine, Fidan y Leyla: continúa la búsqueda de justicia

Hoy se cumplen ocho años del asesinato de Sakine Cansız, Fidan Dogan y Leyla Saylemez en pleno corazón de París.

Hace ocho años, encontraron los cuerpos sin vida de las revolucionarias kurdas Sakine Cansız, Fidan Dogan y Leyla Saylemez en el Centro de Información de Kurdistán situado en la calle de La Fayette en París.

La co-fundadora del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) Sakine Cansız (Sara), así como la representante de la KNK en París Fidan Doğan (Rojbîn) y la miembro del Movimiento Revolucionario Juvenil Leyla Şaylemez (Ronahî), habían recibido un disparo en la cabeza en lo que tenía todas las características de ser un asesinato selectivo.

Según las autoridades francesas la puerta no había sido forzada, lo que significa que el asesino conocía el código de entrada o que las víctimas le habían dejado entrar.

Pero probablemente, nunca sabremos la verdad. El principal sospechoso del asesinato, Omer Güney, quien fue detenido poco después del suceso, murió en prisión cinco semanas antes del comienzo del juicio.

Su muerte dejó el asesinato de las tres revolucionarias envuelto en misterio, con alegaciones de encubrimiento y asesinato de Estado.

Las mujeres asesinadas eran figuras clave en el movimiento kurdo. Doğan trabajaba en el Centro de Información de Kurdistán de la capital francesa y se creía que era cercana al líder del PKK Abdullah Öcalan.

Los comentarios hechos por el entonces presidente de Francia François Hollande afirmando que se reunía regularmente con una de las asesinadas –muy probablemente Doğan–, provocaron la ira del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan.

En una aparición televisiva, Erdoğan le pidió explicaciones a Hollande por haber tenido comunicaciones “con esas terroristas”.

Y se enfureció contra quienes acusó de albergar a “terroristas del PKK” en su suelo.

Şaylemez era una activista por los derechos de Kurdistán que, como muchos de sus contemporáneos, había sido acusada en Turquía de “pertenencia a una organización terrorista”.

Pero muchos creen que el principal objetivo de los asesinatos fue la líder revolucionaria Sakine Cansız.

Cansız, conocida como Sara, era un icono en el movimiento y fue co-fundadora del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en 1978. Hoy sigue siendo una inspiración para las mujeres que luchan por la libertad en todo el mundo.

La presidenta honoraria del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) Sebahat Tuncel explicó cómo creció escuchando hablar sobre Cansız, sobre cómo resistió y cómo escupió en la cara a sus torturadores.

“Fue una figura muy importante para las mujeres kurdas. Fue una feminista, y su lucha siempre fue doble: contra el patriarcado y por los derechos de los kurdos”, dijo Tuncel.

Nacida en el seno de una familia aleví en la ciudad kurda de Dersim, se convirtió en un activo del movimiento de liberación kurdo después de conocer a diversos activistas durante su adolescencia.

La primera vez que se encontró con el líder del PKK Abdullah Öcalan fue en un grupo de estudio universitario, donde comenzó a debatir sobre ideología, a participar y a organizar encuentros y protestas.

Cansız pronto tuvo problemas con las autoridades y fue arrestada en Izmir, al oeste de Turquía, antes de volver a dedicarse a la formación sobre cómo organizar el movimiento de liberación kurdo y la lucha revolucionaria.

Luego, volvió a ser arrestada nuevamente en el golpe militar de 1980 y sentenciada a 24 años de prisión por establecer una rama del PKK en Elazig.

Pasó 10 años en la notoria prisión de Diyarbakir, donde la tortura y las agresiones sexuales eran comunes. La prisión era conocida por su brutalidad, con descargas eléctricas y palizas diarias contra los presos.

Ni una sola mujer se convirtió en informante durante ese periodo, algo que se atribuye en gran medida a la fuerza y resistencia que Cansız inspiró en otras.

Para la comunidad kurda hay una fuerte sospecha de que los asesinatos fueron ordenados o llevados a cabo por los servicios de inteligencia turcos (MIT).

Güney fue sorprendido con sangre en sus zapatos y la prueba de ADN lo vinculó con la escena del crimen, además de otras pruebas, como una filmación tomada por las cámaras de seguridad, que también revelaron que estaba en el Centro de Información de Kurdistán en el momento en que se cree que se cometieron los asesinatos.

Se sospecha que tenía simpatías nacionalistas turcas de derecha, y que se infiltró en el movimiento kurdo como conductor además de asumir otras tareas.

Güney había tomado fotografías de los datos personales de unos 300 miembros de organizaciones kurdas que habían sido enviadas y borradas de su teléfono.

Además, existe una grabación de voz publicada en internet por una fuente anónima que supuestamente se correspondería con la de Güney hablando con representantes no identificados del MIT y planeando el asesinato.

También se incluyen en el expediente de la investigación los documentos que afirman que la “orden de ejecución” fue dada por cuatro representantes del MIT.

Se alega que el documento titulado “Ref: Sakine Cansız, nombre en clave Sara” fue firmado por los funcionarios del MIT Yuret, U.K. Ayik, S. Asal y H. Ozcan.

En él se afirma que un agente conocido como “Legionario” había recibido 6.000 euros para preparar los asesinatos y se había reunido con representantes del MIT en Turquía antes de los mismos.

La inteligencia turca descartó las pruebas, alegando que el documento no era auténtico. Insisten en que los asesinatos fueron llevados a cabo por un individuo que quería descarrilar las conversaciones de paz que se reveló que estaban teniendo lugar entre agentes del MIT y Öcalan desde unas semanas antes de los asesinatos.

Algunos han sugerido que puede haber sido una disputa interna del PKK contra Cansız, una importante figura del movimiento kurdo.

Sin embargo, en enero de 2018, la co-presidencia ejecutiva de la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK) emitió una declaración en la que se afirmaba que el hombre que planeó los asesinatos de París era Sabahattin Asal, un alto funcionario del MIT que también había participado en las negociaciones de paz con Öcalan.

En la declaración se afirmaba que dos representantes del MIT capturados por el PKK habían confesado que Asal había planeado los asesinatos.

La KCK dijo que el papel de Asal en las conversaciones de paz arrojó nueva luz sobre el papel del gobierno turco en los asesinatos y su verdadera política hacia la llamada cuestión kurda.

No sería la primera vez que se sospecha o se acusa a los servicios de inteligencia turcos de desempeñar un papel en ejecuciones extrajudiciales.

Estos temores adquirieron un nuevo significado en enero de 2018 con las denuncias formuladas por el diputado del HDP Garo Paylan sobre una nueva ola de asesinos enviados a Europa con una lista negra de destacados académicos, periodistas y opositores políticos.

El intento de asesinato del futbolista kurdo Deniz Naki, al que dispararon mientras conducía por una autopista de Alemania hace tres años, añade leña a esas afirmaciones.

Naki cree que fue blanco de un agente del gobierno turco o de nacionalistas turcos de derecha.

En octubre del año pasado se alegó que operativos de la Organización Nacional de Inteligencia (MIT) estaban detrás de un complot para asesinar a Salih Muslim del Partido de la Unión Democrática (PYD) y a Aldar Khalil del Comité Ejecutivo del Movimiento de la Sociedad Democrática (TEV-DEM). Y, en diciembre, el ciudadano italiano Feyyaz Öztürk afirmó que había sido chantajeado por el MIT para matar o herir a Berivan Aslan, un político regional austriaco de origen kurdo.

Los investigadores no han podido identificar a los autores de los asesinatos de París, pero las pruebas hasta ahora apuntan a Ankara, y concretamente a los servicios de inteligencia turcos.

Se cree que es la primera vez que un Estado es oficialmente sospechoso de un ‘asesinato político’.

La implicación en la imputación es clara: “Hay muchos indicios que hacen pensar que el MIT estuvo involucrado en la incitación de los asesinatos y en su realización. Se descubrió que Omer Güney estaba involucrado en actividades de espionaje y que estaba en contacto secreto con un par de espías en Turquía”, dice.

Esto plantea la siguiente pregunta: ¿sabía Güney demasiado? No había pruebas que sugiriesen que Güney se hubiese sentido mal antes de su repentina muerte, que se produjo pocas semanas antes de que subiera al estrado.

Y si su supuesta enfermedad era conocida, ¿por qué los fiscales no lo llevaron a juicio antes?

Circulan rumores de que Güney pudo haber sido asesinado para poner fin al caso y barrerlo bajo la alfombra antes de que se implicara más profundamente al Estado turco y se desentrañaran los secretos detrás del caso.

Sin embargo, el abogado de las familias de las revolucionarias, Antoine Comte, ha dicho constantemente que el caso aún no ha terminado y que quiere interrogar a los funcionarios del MIT que han sido implicados en los asesinatos.

“Es casi imposible en estos momentos extraditar a estas personas”, explicó.

Comte dijo que las pruebas y las declaraciones de los funcionarios del MIT en poder del PKK podrían ser “muy importantes para el caso”, pudiendo confirmar los documentos en poder de la fiscalía francesa.

Francia reabrió el caso en 2019. Pero un nuevo acercamiento entre París y Ankara anunciado ayer podría ver a las dos naciones cerrar filas una vez más negando la justicia y dejando las muertes de las revolucionarias kurdas envueltas en el misterio.

La inteligencia francesa ha tratado de cerrar el caso a pesar de las pruebas aportadas sobre una reunión en la cárcel entre Güney y Ruhi Semen, un asociado y colega de trabajo de cuando vivía en Alemania.

Esta reunión fue notable, ya que fue la primera que se le permitió al sospechoso. No le había podido visitar ni su familia hasta aquel momento.

Pero a pesar de las claras evidencias de que Güney le pasó una nota detallando un intento de fuga de la prisión, que se cree que quería entregar al MIT, Semen nunca ha sido cuestionado.

La conspiración internacional se ha seguido ampliado, ya que ANF informó ayer (viernes) que Semen sigue activo en las organizaciones alemanas asociadas al MIT, entre ellas la Unión Islámica Turca de Asuntos Religiosos (DITIB).

La DITIB opera en unas 900 mezquitas en Alemania, y se considera que es la parte más importante de la red de inteligencia del régimen de Erdogan.

Semen también operaba en el club deportivo Türkspor Hausham, utilizado por los nacionalistas turcos, y se alega que entrenó a Güney para llevar a cabo asesinatos de políticos kurdos allí.

El Gobierno alemán ha confirmado que Güney fue encontrado con un arma sin licencia durante un control policial de carretera en 2005 y en una segunda ocasión, en 2011, los agentes le sorprendieron llevando gases lacrimógenos y un cuchillo.

Puede que nunca se sepa la verdad sobre el triple asesinato, pero la lucha por la justicia y la verdad continúa.

Las mujeres que fueron asesinadas en París son la inspiración de quienes dirigen la lucha contra el ISIS en Siria y la brutal y tiránica dictadura de Erdoğan en Turquía.

Las mujeres kurdas lanzaron la campaña ‘100 razones para juzgar al dictador’ en noviembre, recopilando un amplio expediente y una petición en apoyo de una propuesta para que Erdoğan sea juzgado ante La Haya acusado de crímenes de guerra.

Esta acción se extenderá hasta el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, y se pide el máximo apoyo para la campaña con el fin de que el líder misógino y tiránico de Turquía rinda cuentas ante la justicia.

Debemos defender la justicia para Sakine Cansız, Fidan Doğan y Leyla Şaylemez. Todos los progresistas deben unirse a la causa de las mujeres revolucionarias en Rojava, en Turquía y en todo el mundo.

Jin, Jiyan, Azadî! (¡Mujer, vida, libertad!)

(La primera versión de este artículo apareció en el periódico Morning Star).