La Asociación de Derechos Humanos en Jazira ha publicado un informe sobre su última visita al campamento Hol.
Si bien la visita se llevó a cabo el 11 de febrero y desde entonces han llegado más desplazados al campamento, el informe emitido por la Asociación de Derechos Humanos es útil porque proporciona una visión de la composición de la población del campamento y los principales problemas que enfrenta la administración del mismo.
En el momento de la visita, la Delegación de Derechos Humanos se encontró con 38.000 refugiados, entre ellos 13.429 de Irak, 14.185 de Siria, y 1.124 de países extranjeros.
Los últimos desplazados procedían de las zonas de Hajin, recientemente liberadas por las Fuerzas Democráticas Sirias, y sumaban alrededor de 28.748 personas.
En el momento de la visita, 3.000 familias aún no tenían un lugar en el campamento, lo que destaca el principal problema. Como ha señalado la delegación de Derechos Humanos, “el campamento ya ha superado sus límites, albergando 4 veces más desplazados de lo que su capacidad permite. Sin embargo", agrega la delegación, "la administración del campamento está haciendo todo lo posible para garantizar que todos sean asistidos de forma adecuada”.
El principal problema para estos desplazados y la administración del campamento es que, de hecho, aparte de la Administración Autónoma de Jazira, muy poca ayuda y asistencia son otorgadas tanto desde dentro como desde fuera del país.
“Por ejemplo”, ha dicho la delegación de Derechos Humanos, “el modo de calentarse es un gran problema, ya que el hacinamiento significa también escasez de calentadores. Así, 4.000 familias se encuentran sin calefacción adecuada. El otro tema es el agua. Por la misma razón, el hacinamiento significa menos agua per cápita. En el momento de nuestra visita, la administración podía proporcionar 15 litros de agua por persona al día”.
Otro problema es la escasez de tiendas de campaña por un lado, y las malas condiciones de la mayoría de las tiendas por el otro. Así, 3.000 personas están sin tienda y algunas carpas albergan hasta a cinco familias. La mayor parte de las tiendas tienen 8 años o más, y esto significa que se han gastado y no son aptas para albergar a las familias.
Se proporciona comida pero, una vez más, la administración del campamento no puede hacer frente a las demandas de los desplazados, con lo que ha pedido ayuda.
En cuanto a la composición de los refugiados, la delegación de Derechos Humanos confirma que hay muchas mujeres y niños relacionados con los mercenarios del DAESH; es decir, las esposas y sus hijos. Muchos son ciudadanos extranjeros, de Marruecos, Bélgica, Afganistán, Daguestán o India.
La delegación habló con Aisha Amir Bek, de Daguestán. Está casada con Takh Mirza, también de Daguestán, y tiene dos hijos, uno de 3 años y el otro de solo 3 meses. Su esposo fue asesinado y ella fue rescatada por las SDF. Se queja por la falta de leche (algo que la administración del campamento también ha subrayado), y ha dicho que quiere regresar a Daguestán.
Otra mujer, Nadia Baguri, viene de Bélgica. Estudió en la universidad y es enfermera. Vino a Siria con su esposo, Muhammad Mazroui, hace seis años. Tiene 4 hijos de 6, 5, 3 y 2 años (este último sufre de epilepsia y necesita tratamiento y medicamentos especiales). La familia venía de Abo Badran y se rindió ante las Fuerzas Democráticas Sirias.
Zamira es de Rusia. Ella se casó dos veces. Su primer marido fue asesinado y no sabe qué le ha pasado a su segundo marido. Tiene tres hijos y llegó al campamento desde el área de Abo Badran.
Esto quiere decir que, además de las dificultades prácticas y materiales, también hay problemas en cuanto a cómo tratar con los mercenarios del DAESH y sus familiares en el campamento. Muchos de estos refugiados, han explicado los administradores del campamento, aún apoyan al DAESH y se adhieren a sus reglas y “principios”. Por ejemplo, no aceptan cooperar con la administración del campamento pero dicen que están listos para llevar a cabo cualquier orden que reciban de su organización. También hay graves problemas con los niños, ya que han estado recibiendo entrenamiento militar y han sido alimentados con ideas extremistas. Estos niños, explica la delegación de Derechos Humanos, necesitan urgentemente una rehabilitación que facilite su integración en la sociedad sin representar una amenaza para los demás.