Alina Sánchez, Lêgerîn, por su nombre kurdo, quien cayó mártir en Heseke el 17 de marzo, querida y recordada por muchas personas en el mundo, ahora en la palabras y recuerdos de su hermano Juan, quien le dedica esta carta “inacabada e incompleta aún”, pero que retoma, vivencias y recuerdos, principios y convicciones de Lêgerîn, mártir de la humanidad.
"Mi nombre es Juan, hermano de mi ejemplo Alina Sánchez, luchadora por los derechos de la mujer y la humanidad. Hoy nos encontramos en el momento en que su gran sonrisa y su incansable fuerza cumplió su ciclo, luchando hasta el último instante.
Nos llena de dolor su partida, pero cuando el dolor se transforme en una gran cicatriz, entonces solo quedará la alegría, la luz y la enseñanza que ella emanaba directo al corazon. La muerte era para ella el fin de nuestro tiempo en vida, inevitable y natural. La vida es el tiempo valioso en el que uno tiene la oportunidad de materializar todas las maravillas que creamos dentro.
Alina era una mujer con una gran capacidad de transmitir y despertar el amor en cualquier persona. Con una gran voluntad y humildad, que le permitía accionar su ideal de construir una sociedad mejor con igual fuerza e importancia en todos los niveles: al preparar un desayuno, al tomarle la presión a una anciana, al tener una reunión con el mas alto comite de un estado, al cubrir una herida, al dar un consejo. Cada conversación, cada gesto, cada acción por más grande o más pequeña que sea es una oportunidad de mejorar el mundo, que si se hace en coherencia con lo que uno siente crea armonía a toda una comunidad.
Alina fue entendiendo esto y direccionando su vivir de este modo desde joven, lo que le atribuyó una energía tan fuerte que le llevó a despojarse de toda avaricia, toda acción nociva, de todo lujo, porque esta forma de vida le permitió ser feliz en todo momento. No la imagen de felicidad que se cuenta en los cuentos, en la fantasía. Sino con la real felicidad de vivir plenamente, transitando en paz cada momento, disfrutando los positivos, enfrentando y aprendiendo de los negativos. No escribí esta parte de la carta con la intención de hacerla pública, sino de reconocer, comprender e ir implementando lentamente a mi vida la sabiduría que Alina tenía.
Sus acciones y decisiones estaban cimentadas en unos fuertes ideales destinados a construir una sociedad más justa, amorosa y pacífica.
Aceptaba cada momento como era y lo enfrentaba lo mejor posible, coherentemente a sus ideales.
No tenía miedo de sentir y transmitir el amor con cualquier persona, vivía al máximo cada gotita de amor.
No tenía miedo de enfrentar a cualquier persona con malas intenciones, con la intención de despertar su conciencia.
Entendía que todos los seres humanos somos iguales y así se preocupaba de igual manera por todos.
Supo que lo más importante no era lo individual sino la comunidad, el organismo mayor. Que era una visión muy incompleta el creer que hacer algo solo en beneficio propio traería beneficio.
Siempre se mantuvo consciente ella misma, pura, sin importar donde estaba, con quien estaba, en que situación estaba.
Nunca perdió la inocencia de los niños que le permiten observar, asombrarse y admirar las cosas y los hechos simples y pequeños.
Esta carta está inconclusa, y se irá completando lentamente a su tiempo porque es inmenso el contenido que esa vida tan hermosa, tan intensa, tan amorosa, tan alegre, tan fiel, tan fuerte, tan increíble que ella poseía, y ahora posee en nuestra memoria y en nuestro corazón. Porque es inmensa la alegría de haber podido compartir mi vida con la sonrisa de Alina."