Las cárceles de Turquía se han convertido en lugares donde se violan sistemáticamente los derechos de los presos políticos. La amenaza que pesa sobre los presos gravemente enfermos es muy grave. 1.564 presos están registrados como enfermos en la Asociación de Derechos Humanos (IHD), y 651 de ellos están gravemente enfermos. Sin embargo, se les deniega la excarcelación basándose en los informes del Instituto de Medicina Legal (ATK), controlado políticamente.
Según la IHD, 78 presos murieron bajo custodia en 2022 y al menos 42 en 2023. Mientras se ignoran las protestas y demandas de liberación de presos enfermos, los militares golpistas han sido indultados por Tayyip Erdoğan debido a su salud y edad. Esto muestra abiertamente el doble rasero del sistema penitenciario turco.
Dilek Sönmez Demir, copresidentA de la Asociación de Solidaridad de Familiares de Presos de la Región de Mármara (MATUHAYDER), habló con la Agencia de Noticias Mezopotamya sobre la situación de los presos.
"Se deja morir a los presos enfermos"
Demir afirmó que hay miles de presos enfermos y que muchos de ellos son incapaces de cuidar de sí mismos. Dijo que a los presos políticos se les deja morir deliberadamente, y añadió: "Hace poco, Ergün Akdoğan fue hospitalizado y operado en la prisión de tipo F de Tekirdağ alegando que se había 'caído'. Murió en circunstancias sospechosas. Hay muchos presos que han perdido la vida como él. ¿Es que el gobierno no lo ve? Otro ejemplo es el de Abdulkadir Kuday, preso gravemente enfermo en la cárcel de Metris. Sólo pesa 41 kilos y lucha por sobrevivir. El gobierno quiere golpear al pueblo kurdo dejando a los presos políticos sin atención. Es como si dijera: Los kurdos no tienen derecho a la vida".
Doble rasero
Con respecto al indulto a los generales golpistas, Demir dijo: "No se pueden seguir políticas diferentes con los kurdos y los turcos. No se puede matar a uno y dejar vivo al otro".
Demir también se refirió al papel de los comités de prisiones, que exigen a los presos políticos que expresen su arrepentimiento al término de su condena, a menudo de 30 años. Los que se niegan no son puestos en libertad. "Los comités de vigilancia impiden la liberación de los presos con diversos pretextos. Estos organismos no son independientes. Si observamos la situación desde la introducción de este órgano, veremos que se toman decisiones arbitrarias. De hecho, estos comités suponen una amenaza para la vida de los presos enfermos".
"¡No miréis hacia otro lado!"
Demir hizo un llamamiento a los familiares, los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil para que presionen y pongan fin a las violaciones en las cárceles, y afirmó: "Debe haber una lucha conjunta contra la opresión existente. Nadie que se llame a sí mismo demócrata y tenga conciencia puede permanecer indiferente ante esta injusticia. Debemos escuchar las voces de los presos y amplificarlas. Esto es especialmente cierto para las voces de los presos enfermos. No podemos mirar hacia otro lado".