En libertad los presos Tekin y Suncak después de 30 y 31 años en prisión
Halis Tekin es puesto en libertad tras pasar 30 años en la cárcel e Yılmaz Suncak, tras 31.
Halis Tekin es puesto en libertad tras pasar 30 años en la cárcel e Yılmaz Suncak, tras 31.
El preso político Halis Tekin ha sido excarcelado tras treinta años en cárceles turcas. A otros cientos de presos y de presas se les deniega la excarcelación sin audiencia legal cada día en Turquía.
Tekin fue detenido en Bitlis (Bedlis) en 1994 a la edad de veinte años y condenado a cadena perpetua por separatismo ante un tribunal de Seguridad del Estado en Amed. El martes pudo salir de la prisión de máxima seguridad número 1 de Amed. Familiares y miembros de la junta directiva de la asociación de ayuda a presos TUAY-DER le dieron la bienvenida y le abrazaron a su salida de la cárcel. Tekin pronunció un breve discurso en el que saludó a los demás presos y presas. A continuación, se dirigió con sus familiares al apartamento familiar en Amed.
Tekin fue uno de los presos que enfermó bajo custodia y fue clasificado como gravemente enfermo por la Asociación de Derechos Humanos (IHD).
Yılmaz Suncak, de 51 años, fue puesto en libertad tras 31 años de cárcel. Abandonó el martes la prisión de régimen cerrado de Şakran nº 1 tipo T tras cumplir su condena. Suncak, que fue detenido en Izmir en 1993 y posteriormente trasladado a Mardin tras ser sometido a graves torturas durante 50 días, fue condenado a cadena perpetua acusado de "perturbar la unidad y la integridad del Estado". Le diagnosticaron cáncer de tiroides hace 10 años en la prisión de Kırıklar. Tras someterse a numerosas intervenciones quirúrgicas, Suncak desarrolló una EPOC avanzada debido a las condiciones carcelarias.
Las detenciones contra la oposición política, activistas, la prensa libre, los abogados e incluso, los kurdos y las kurdas por el hecho de serlo, son comunes en la República turca. Generalmente, a estas personas se les imponen cargos de terrorismo por los que son suspendidos prácticamente todos sus derechos y enviados a prisión, impidiendo de este modo que ejerzan su trabajo y alcen la voz contra las continuas violaciones del Estado. En el caso de la detención de personas sólo por su etnia o acciones puntuales, el cargo suele rebajarse a “propaganda de una organización ilegal”, lo que sirve para ahuyentarlas de los movimientos sociales y organizados de la oposición.
Tras las detenciones, se presiona a los presos y presas políticos para que hagan confesiones de remordimiento una vez cumplidas sus condenas regulares de prisión. Quienes se niegan, son mantenidos en la cárcel. Esto se traduce en que el Estado turco impide la puesta en libertad de numerosos presos y presas una vez transcurrido el tiempo estipulado por la ley por el hecho de que se niegan a reconocer la criminalización que genera el propio Estado turco contra las diferentes formas de libertad de expresión y pensamiento, a las que tilda de "terroristas".