Mientras la atención del mundo sigue fija en el devastador conflicto que se desarrolla en Gaza, otra crisis se está intensificando bajo el radar en el noreste de Siria, informó Human Rights Watch (HRW). Además, advirtió que los ataques aéreos y con drones de Turquía contra infraestructuras civiles críticas en la región están poniendo medios de vida en riesgo y privando a las comunidades de electricidad, atención médica y otros servicios esenciales.
A finales de octubre de 2023, Human Rights Watch informó que los ataques turcos contra zonas controladas por los kurdos en el noreste de Siria habían provocado cortes de agua y electricidad para millones de personas. En aquel entonces, las fuerzas turcas atacaron centrales hidráulicas y eléctricas, instalaciones petroleras y la única planta operativa de gas para uso doméstico en todo el noreste de Siria.
En diciembre y enero, Turquía intensificó sus ataques para incluir instalaciones médicas y caminos de acceso cruciales utilizados por los equipos de respuesta humanitaria, según el Foro de ONG del Noreste de Siria (NES), una coalición de organizaciones internacionales que operan en la zona. HRW señaló que “los ataques que causan daños desproporcionados a civiles y sus bienes están prohibidos por el derecho internacional humanitario, y los ataques deliberados contra infraestructura civil son un crimen de guerra. Las repetidas agresiones a la infraestructura civil han dejado en ruinas muchas instalaciones esenciales, dejando inoperables hospitales, panaderías e instalaciones de agua. El combustible necesario para cocinar, calentarse y cultivar se está acabando”.
El 29 de enero, el foro de ONG NES dijo que un millón de personas en ciudades y pueblos se habían quedado sin electricidad, y más de dos millones de personas tenían acceso limitado al agua potable. Los daños a las instalaciones médicas atacados en diciembre han interrumpido el suministro de oxígeno a más de una docena de hospitales públicos y privados, y los ataques a 28 instalaciones de salud han interrumpido sus servicios, aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua. El foro advirtió que “la magnitud del daño supera con creces la capacidad de la comunidad humanitaria para sostener la prestación de servicios de emergencia que salvan vidas”.
HRW señaló que Turquía ha llevado a cabo durante años operaciones militares y ataques aéreos en el norte de Siria con el objetivo declarado de atacar al grupo armado kurdo sirio, la Unidad de Protección del Pueblo (YPG). Turquía ve a las YPG como una extensión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un grupo armado con sede en Turquía e Irak, al que considera una organización terrorista.
“A medida que se intensifica la crisis en el noreste de Siria, es necesario tomar medidas para mitigar los impactos humanitarios en la población civil. Turquía debería dejar de atacar de inmediato infraestructuras civiles críticas, respetar el derecho internacional humanitario y exigir responsabilidades a los responsables de violaciones graves. Todos los países deben abordar la difícil situación de la población de la región, incluso si otros conflictos dominan los titulares”, afirmó HRW.