Kütük: “La policía torturó brutalmente a mi hijo inocente”

Candan Kütük declara que la policía golpeó brutalmente a su hijo, que intentó salvar a una mujer de la violencia policial en Saraçhane.

VIOLENCIA POLICIAL

Kaan Kütük fue uno de los cientos de jóvenes detenidos ilegalmente durante las protestas desencadenadas por la detención y anulación del título universitario del alcalde del municipio metropolitano de Estambul y candidato presidencial del Partido Republicano del Pueblo (CHP), Ekrem Imamoğlu. Kütük, que trabajaba como mensajero motorizado para mantenerse, fue torturado durante su detención y posteriormente encarcelado tras intentar proteger a una joven de la violencia policial en el distrito de Saraçhane de Estambul el domingo 23 de marzo, día en que la brutalidad policial alcanzó su punto álgido.

Su madre, Candan Kütük, que se unió a la Red de Solidaridad de Madres y Padres, fundada por familias de jóvenes encarcelados para exigir la liberación de su hijo, ha hablado con ANF.

Tras señalar que uno de los zapatos abandonados, símbolo de la tortura policial infligida aquella noche, pertenecía a su hijo, Kütük subrayó que Kaan, que fue arrastrado por la policía vistiendo sólo sus calcetines y lleva 16 días encarcelado en la prisión de Mármara, sigue sufriendo el dolor causado por la tortura policial.

Torturado al intentar proteger a una joven de la violencia policial

Candan Kütük, que no pudo superar la conmoción de los hechos, subrayó que su hijo de 23 años, Kaan Kütük, mensajero motorizado, se convirtió en blanco de la tortura policial mientras asistía a un mitin con sus amigos en el distrito de Saraçhane de Estambul el domingo 23 de marzo, al intentar proteger a una joven de la violencia policial.

Kütük describió cómo su hijo Kaan vio a la policía pateando a una joven e intervino para protegerla: “Primero rociaron gas pimienta directamente en la cara de mi hijo, y después tres agentes de policía le golpearon brutalmente. Golpearon a mi hijo con porras y cascos durante varios minutos mientras yacía en el suelo. Por si fuera poco, también le abrieron la cabeza con la culata de una pistola. Ya abrumado por el gas pimienta, mi hijo perdió el conocimiento debido a esta tortura. Después, la policía lo agarró por los brazos y lo arrastró por el suelo mientras lo detenían. Cuando se lo llevaron, no llevaba zapatos en los pies”.

Esposado por detrás y abandonado sangrando en un autobús de detención policial

Kütük subrayó que su hijo estuvo retenido ocho horas, esposado con las manos a la espalda y sangrando en un autobús de detención policial. Afirmó que primero le llevaron a la Dirección de Seguridad de Vatan, pero como allí no había sitio, lo trasladaron después a la comisaría de Gayrettepe.

En cuanto supo que su hijo estaba detenido en la comisaría de Gayrettepe, acudió inmediatamente: “A pesar de toda mi insistencia, se negaron a dejarme ver a mi hijo. Hacia las 09:00, cuando llevaban a los jóvenes detenidos al hospital, las familias gritamos los nombres de nuestros hijos, agregando: ‘¡Estamos aquí!’. Cuando nos vieron gritar, acercaron el autobús de la policía antidisturbios para impedirnos verles y se los llevaron al hospital Okmeydani SSK. Nos impidieron ver a nuestros hijos de cualquier manera”.

Jóvenes liberados con quemaduras de cigarrillos en las manos

Kütük explicó que tampoco pudo ver a su hijo al día siguiente, cuando fue trasladado al juzgado de Çağlayan junto con los demás jóvenes detenidos. Sin embargo, comprendió la gravedad de la tortura infligida cuando vio a los jóvenes que fueron puestos en libertad por el tribunal. Observó que los jóvenes tenían quemaduras de cigarrillos en las manos y la cara amoratada por los malos tratos sufridos. Kütük explicó además que su hijo fue detenido ilegalmente por el tribunal junto con otros jóvenes el lunes 24 de marzo, e inicialmente fue enviado a la prisión de Metris, antes de ser trasladado a la prisión de Mármara.

Puntos de sutura en la cabeza y nariz rota

Kütük señaló que no le permitían ver a su hijo ni siquiera cuando iba a entregar ropa a la prisión de Metris. Describió la situación: “Allí me enteré de que iba a ser trasladado a la prisión de Mármara. Como madre, no me dejaron ni cinco minutos para ver a mi hijo. Finalmente, pude verlo el segundo día de Eid al-Fitr en la prisión de Mármara. Tenía la cara completamente pálida y las uñas largas.

Me dijo que hacía poco que habían podido comer bien y tomar comida caliente. Tenía puntos de sutura en la cabeza, la cara amoratada, la nariz rota y se quejaba de dolor en las costillas. Fue entonces cuando describió la tortura policial que soportó. Dijo que en la comisaría de Gayrettepe, gracias a un estudiante de la Universidad de Boğaziçi, pudo conseguir calcetines y zapatillas limpias. Explicó que, mientras estuvo detenido, cuando lo llevaron al hospital para examinarlo, se hizo en secreto, lejos de la mirada pública. Dijo que estaba cubierto de sangre por el golpe en la cabeza, y añadió: ‘Si me hubieras visto así, no me habrías reconocido’. Tenía dificultades para respirar debido a las costillas heridas. Lo llevaron a la enfermería de la prisión, y el médico de allí dijo que tenía las costillas magulladas”.

Cuando la gente hablaba en las redes sociales de tortura policial, solía pensar que exageraban. Ahora creo que ni siquiera han descrito la mitad de lo que ocurre. Voy a presentar denuncias contra todos los policías implicados.

Kütük dijo claramente que presentaría una denuncia contra la policía: “¿Cómo se atreve nadie a golpear a mi hijo con la culata de un arma? ¿Quién se cree que es? ¿Y si mi hijo hubiera sufrido una hemorragia cerebral, y si hubiera muerto, a quién habrían hecho responsable? La policía golpeó brutalmente al niño. ¿Qué hicieron nuestros hijos? Simplemente ejercían su derecho a protestar. Asesinos y narcotraficantes pasean libremente por las calles, pero nuestros hijos son golpeados y encarcelados. Voy a presentar una denuncia contra todos y cada uno de los agentes implicados. Nadie tiene derecho a tratar así a nadie. ¿Quién te crees que eres para pegar a mi hijo? Incluso cuando mi marido pierde los nervios y maldice a mis hijos, yo intervengo.

He luchado y soportado penurias toda mi vida para criar a mis hijos; no dejaré que nadie les haga daño. Cuando la gente hablaba en las redes sociales de tortura policial, solía pensar que exageraban. Ahora creo que ni siquiera han descrito la mitad de lo que ocurre. Voy a presentar denuncias contra todos los policías implicados. Deberían ser detenidos y castigados. No puedo dormir, no puedo comer. Lloro día y noche. Nuestros hijos son inocentes; ¡libérenlos inmediatamente!”

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