Este artículo ha sido editado por el colectivo Legerin Azadi que ha formado parte de la Caravana Abriendo Frotneras, una iniciativa para visibilizar y denunciar la insostenible situación de las personas migrantes y refugiadas como consecuencia de las políticas migratorias de la Unión Europea. La información ha sido extraída de su propia participación y de la plataforma. Para consultar más detalles acerca de la caravana de este año que ha recorrido los balcanes podéis consultar su página web.
Por octavo año la Caravana Abriendo Fronteras ha llevado a cabo durante doce días la denuncia de las políticas que impiden el libre movimiento de personas.
La Caravana nace impulsada por varias plataformas y colectivos que en el estado español se organizan para defender los derechos de las personas migrantes y refugiadas. Es una iniciativa para visibilizar y denunciar la insostenible situación de las personas migrantes y refugiadas como consecuencia de las políticas migratorias de la Unión Europea.
La Caravana Abriendo Fronteras ha ido adquiriendo una perspectiva internacional y en los 5 últimos años se organiza conjuntamente con Carovane Migranti, organización italiana que viaja a su vez acompañada por personas que, con sus vivencias fronterizas, nos permiten conectar la realidad migratoria del Mediterráneo y esta parte del Atlántico, con la realidad migratoria centroamericana. La vulneración de derechos humanos en la Unión Europea y en América es cada vez más grave, el rumbo de las políticas migratorias es cada vez más represivo y se traduce en violencia y racismo institucional que alimentan el aumento de la xenofobia y el neofascismo
Casi 300 personas de los territorios del estado español en su mayoría e italia, con presencia de compañeras de Colombia, México, Brasil, Camerún, Afganistán y de los territorios de los Balcanes: Croacia, Serbia, Bosnia, Montenegro,... hemos tenido la oportunidad de compartir la situación actual en los territorios de procedencia, de paso de frontera, en los territorios a los que se demanda acogida. Hemos compartido experiencias, propuestas y preocupaciones.
Durante la Caravana, hemos podido hacer memoria histórica como contextualización, enlace, y para entender la situación actual de los territorios y la geopolítica. Hemos repasado el pasado de los Balcanes, la guerra y la experiencia de la ex Yugoslavia de la mano de historiadoras, pacifistas, antimilitaristas y Las Mujeres de Negro, así como de activistas en frontera. Visitamos el antiguo campo de concentración, Risiera di San Sabba, el cual en septiembre de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial, los camisas negras fascistas lo convirtieron en campo de detención, de tránsito a la deportación y de eliminación de prisioneros de guerra y civiles, siendo también empleado como depósito para los bienes materiales requisados y años más tarde, después de la guerra utilizado como “centro de acogida” para refugiados. Curiosa coincidencia.
Además de la sensibilización a través del contexto histórico, en la Caravana denunciamos el negocio de la guerra y la militarización de fronteras en esta ocasión y de forma directa en una acción que realizamos en la Base Militar de la OTAN en Aviano, Italia. Esta base se trasladó allá en el 92 cuando se cerró en España la Base Aérea de Torrejón. Inició operaciones durante la Guerra de Bosnia y la Guerra de Kosovo. La base de la OTAN es responsable de la producción, exportación y abastecimiento de armas, así como el aumento del gasto militar y de bombas nucleares. En este contexto, desde la Caravana llevamos a cabo una acción como muestra de rechazo en esta base sentándose ante esta formando el lema "NO NATO" después de que unas compañeras de colectivos antimilitaristas hicieran parlamentos de contextualización y denuncia.
La Caravana llegó a Bihac, una localidad bosnia ubicada en la frontera con Croacia (UE). Esta pequeña ciudad fue testigo de un exterminio durante la Segunda Guerra Mundial tras ser anexionada al estado fascista croata. Asimismo, en los 90 fue el escenario de una limpieza étnica contra la población bosnia de confesión musulmana, sufrió un asedio y bombardeos durante la Guerra de los Balcanes. En la actualidad, es el último escollo de las personas procedentes de Siria, Kurdistán, Afganistán, Pakistán, Marruecos, etc. que tratan de llegar a Europa a través de la ruta balcánica.
Durante estos días denunciamos las muertes y desapariciones de miles de personas en su travesía hacia Europa. La retención de personas en condiciones indignas. La mañana del martes 16 de julio, la Caravana Abriendo Fronteras intercambió experiencias, en primer lugar, con las mujeres de los Balcanes, muchas de las cuales forman parte de la Red Internacional de colectivos de Mujeres de Negro. Compartieron los relatos de las resistencias a nacionalismos durante y después de la guerra de los 90. Sus militancias han luchado hasta la actualidad por la Memoria, la Verdad y la Justicia y Reparación por las víctimas y sus familiares. Y después, con Nihad Suljic, activista que participa en identificaciones de cuerpos en la frontera con sus fotografías y que también acoge y ayuda en la medida de lo posible a las personas en tránsito, y Socorro Guzmán, madre de un joven desaparecido en 2018 en México porque quiso, como abogado, ayudar a un amigo que estaba siendo extorsionado por su jefe para traficar con droga. Ambos desaparecieron a manos de la policía, que se niega a realizar los trabajos de búsqueda del cuerpo o a realizar una investigación. Socorro formó el colectivo “Memoria, verdad y Justicia” junto con otras madres de desaparecidos, y no ha parado de buscarlo desde entonces sin éxito, aunque sí que pudieron encontrar, con excavaciones realizadas por la propia asociación y afinidades, los cuerpos de otros jóvenes.
Varios testimonios relataron las vivencias violentas que sufrieron durante la Guerra de los Balcanes: violaciones, limpieza étnica, exilio forzado. Todas estas vivencias, coincidieron, las llevan hoy en día a solidarizarse con las personas en tránsito que atraviesan su territorio. Especialmente emotivas fueron las intervenciones sobre búsqueda de cuerpos, ya que la asistencia pudo sentir el dolor de una madre al no poder recuperar los restos mortales de su hijo “porque mientras no encontramos a nuestros hijos, nuestro duelo es a medias” y entender cómo miles de familias sufren este dolor mientras esperan noticias de sus seres queridos. Hoy en día, según el testimonio de Nihad, Europa no permite la búsqueda e identificación de los cuerpos, los entierra en tumbas o fosas comunes anónimas o, directamente, los hace desaparecer: “aquí no solo han sido sepultados los chicos de Afganistán sino todos los valores europeos”, sentenció.
Reivindicamos, desde un enfoque feminista, anticapitalista y decolonial, el derecho a migrar, pero también el derecho a no tener que migrar por causas forzadas. Visibilizamos las causas de los desplazamientos forzosos, la creciente violación de los derechos y libertades de las personas migrantes y refugiadas que viven en la UE, la explotación laboral y las violencias sexuales que enfrentan miles de mujeres migrantes durante el tránsito migratorio y a su llegada. El hostigamiento y la criminalización de las personas migrantes y solidarias, el racismo institucional, los discursos racistas y xenófobos y el neofascismo.
Conocimos a través de compañeras cómo se ha trabajado con las infancias nacidas de violaciones durante la Guerra de los Balcanes. La asociación que realiza este trabajo ha conseguido que reciban un estatus jurídico y el acceso a diferentes derechos que les eran negados, ya que los y las niñas de mujeres violadas durante cualquier guerra a nivel mundial no habían sido hasta la fecha sujetos de derecho. También realizan acompañamiento a través del arte que permite la recuperación del trauma que puede suponer ser una o un “hijo del enemigo” a ojos de la sociedad.
Después, una refugiada afgana dio a conocer cómo fue su trayecto hasta España, cosa que permitió a la asistencia entender mejor el proceso del que se estaba hablando. Luego vino el turno de las asociaciones e iniciativas locales que trabajan a pie de calle con las personas en tránsito en las diferentes fronteras balcánicas (Serbia, Montenegro y Bosnia), que describieron, a través de testimonios de primera mano, cómo la policía croata ejerce violencia física y sexual contra las personas migrantes: les roba la ropa y el dinero y destruye sus teléfonos móviles, les golpea durante las devoluciones en caliente para tratar de desalentar sus intentos. A veces incluso les dispara. Por todo ello y por la violencia que han sufrido para llegar hasta la zona, las personas migrantes no confían en las instituciones, en muchos casos prefieren en lugar de ir a un campamento oficial quedarse en situación de la calle o en un edificio abandonado.
Estas asociaciones explicaron cómo las condiciones de los pasos fronterizos han ido evolucionando tras la apertura de la ruta balcánica en 2016: el pacto de la UE con Turquía supuso la primera limitación para las personas en tránsito, impidiendo cualquier intento de regularización de su situación, ya que las personas no llegan a las fronteras europeas. En estos años, Hungría construyó una enorme valla que controla con ayuda de Frontex, igual que ocurre en otras fronteras externas de la UE. Asimismo, Croacia militariza su frontera, lo que en 2023 le valió la felicitación por “fortalecer” la Unión Europea a la hora de entrar en la Zona de Schengen. Últimamente, siguiendo las directrices de las políticas europeas, el gobierno serbio cerró los campos en el norte del país, aumentó el control policial, empujando a las personas en movimiento hacia las localidades en el sur de Serbia.
Así pues, en Serbia ya no hay apenas centros de acogida y los que hay están en el suroeste, cosa que obliga a las personas en tránsito a pasar directamente a Bosnia o a Montenegro. Si el intento no funciona, son llevados a “campos de acogida”, lo más alejados posible de la frontera. Una vez en Bosnia o en Montenegro, reciben todo tipo de limitaciones en estos campos, como el de Lipa. Una experiencia esperanzadora que relató Maja Nikolandic fue la de una asociación llamada Centro de Estudios de Paz, que ofrece ayuda legal gratuita a las personas migrantes para tratar de alcanzar el ejercicio de sus derechos y ha ganado un par de casos en Estrasburgo.
Trás el paso por Bosnia, llegamos a Trieste, las activistas han afianzado el movimiento de solidaridad y apoyo mutuo entre organizaciones que trabajan en la ruta balcánica, para colocar en el centro los testimonios de las personas en tránsito y de quienes les acogen. El foco de esta etapa ha sido la Piazza de la Libertá, más conocida como Piazza del Mondo donde habitan personas en tránsito de múltiples nacionalidades y, entre las diferentes acciones realizadas destaca la manifestación frente a un centro de repatriación, conocido por las siglas CPR (equiparable a un CIE) y el Centro para solicitantes de asilo (CARA) de la ciudad de Gradisca para apoyar a las personas internas privadas de libertad por una mera causa administrativa. «No han cometido delitos penales, es algo que va contra la ley, es privación de libertad. Hemos aprendido que ahí dentro hay muchísima gente que sabe organizarse y luchar, es importante que estemos nosotras fuera para que sepan que no están solas.”
El día anterior a nuestra visita, las personas retenidas en protesta a las pésimas condiciones en las que se les retiene, realizaron un motín. Una persona de las retenidas murió, la información pública cuenta que se suicidó.
En el CARA actualmente se “acoge” a 300 personas, los hombres que allá están nos cuentan que han llegado a ser el triple, hasta 900 internos en régimen abierto. Hasta 25 personas intentan dormir en habitaciones que son de 4, con más de 30 grados durante el día y sin demasiada ventilación. Los chavales al escuchar los gritos de denuncia de los activistas, salen a la puerta del centro, están ilusionados porque no suelen tener apoyo en los centros de internamiento. Con cuidado por la presencia policial, nos relatan los maltratos psicológicos, físicos, la falta de alimentación, higiene y atención legal y médica que sufren entre otras muchas cosas. Relata un chaval, que en 8 meses de estancia solo ha visto salir de allá con los papeles del asilo a un compañero.
El ayuntamiento de Triste ha prohibido que las personas duerman en la calle, por ello cada miércoles a las 20h se realiza la acción Resistire o Dormire, en apoyo a las personas migrantes de la ruta balcánica que han sido expulsadas de Vía Gioia, un espacio donde dormían bajo techo. Las activistas de la ciudad se solidarizan para exigir al ayuntamiento una solución digna de acogida, está vez participó la Caravana.
El foco fundamental de Trieste ha sido la Piazza del Mondo, un lugar habitado por personas en tránsito de múltiples nacionalidades en condiciones críticas, y a quienes el gobierno de la ciudad trata de despojar de dignidad. Allí, se compartieron cada noche cenas comunitarias con el objetivo de abrazar y crear un espacio seguro de convivencia, organizado por Fornelli in Lotta. Allí, también estuvieron con Lorena Fornasir, que cada noche, con un carro verde de tela lleno de material sanitario cura a quiénes llegan en malas condiciones físicas y sin saber dónde están.
Aún con miles de kilómetros antes de llegar a casa, la Caravana llega al final de este recorrido fortalecida para seguir denunciando la situación crítica de la ruta balcánica, el Pacto Europeo sobre Migración y Asilo, la criminalización de la solidaridad, el comercio de armas y las guerras, y exigir rutas seguras para migrar. Igualmente, y dentro de este contexto que equipara la migración con terrorismo, se exigen otras medidas inmediatas para reparar a las familias, como la creación de un procedimiento para la identificación de cadáveres y una base de datos para las personas desaparecidas.
La Caravana Abriendo Fronteras continuará durante todo el año trabajando para seguir ampliando está red de lucha frente a las necropoliticas europeas.