Emine Al, madre de Gülistan Al, presa en la cárcel de Kayseri Bünyan, ha declarado que debería haber más lucha contra el aislamiento.
Abdullah Öcalan fue encarcelado en la isla-prisión turca de Imrali en 1999 en un régimen de aislamiento agravado al margen de toda legalidad, tanto nacional como internacional. Desde hace tres años, no se tienen noticias suyas: en todo este tiempo no ha podido comunicarse ni tan siquiera con sus abogados o familiares. Todo esto hace temer por su estado de salud.
La huelga de hambre alterna de los presos del PKK y del PAJK en las cárceles turcas comenzó el 27 de noviembre, en el marco de la campaña «Libertad para Abdullah Öcalan, solución política a la cuestión kurda». Luego, se suspendió el 4 de abril. Desde entonces, los presos boicotean los tribunales, rechazan las visitas familiares y las llamadas telefónicas.
Por su parte, sus familiares lanzaron la protesta semanal «Voz por la libertad», tras las protestas de la Vigilia de la Justicia.
Hoy he ido a la tumba de mi hijo. Al menos puedo hablar con él y compensar mi añoranza.
Gülistan Al ha sido condenada a cadena perpetua agravada y está recluida en la prisión de Kayseri Bünyan. Es una de las presas que llevan a cabo la acción. Su madre, Emine Al, ha dicho que llevan tres meses sin poder comunicarse con su hija y sin recibir noticias, y que no habían ido a verla en las dos últimas vacaciones.
Al ha agregado: «Empezamos la vigilia junto con la protesta de los presos, pero la participación fue muy baja. Nadie de los diferentes círculos apoyó nuestra vigilia, ni tampoco apoyaron a los presos. Llevamos meses sin poder oír la voz de nuestros hijos e hijas. Sólo podremos visitarlos cuando pongan fin a la protesta. Seguirán aislándose hasta que termine el aislamiento de los dirigentes. Hoy he ido a la tumba de mi hijo. Al menos puedo hablar con él y compensar mi añoranza. Visitamos a nuestros mártires y aliviamos el dolor de nuestros corazones, aunque sólo sea un poco».
Sí, los echamos de menos, pero la magnitud de su lucha está por encima de todo.
Al ha continuado: «Siempre estaremos detrás de nuestros hijos e hijas. Aunque no hablemos con ellos en dos años, nada cambiará. Sí, los echamos de menos, pero la magnitud de su lucha está por encima de todo. Lo único que queremos y exigimos es el fin del aislamiento y el apoyo a las acciones de los presos. Hago un llamamiento a las madres de los mártires, a las madres de los guerrilleros, a las madres de los presos: no nos dejemos solas. Sigamos la lucha de nuestros hijos e hijas. Los lunes tenemos una protesta frente a las cárceles. Todo el mundo debería ir allí y participar en la acción. El aislamiento es un crimen contra la humanidad. Todo el pueblo kurdo debe alzar su voz contra el aislamiento. Debemos romper este aislamiento. Si se abren las puertas de Imrali, se abrirán también las puertas de la paz».