Los presos enfermos en Turquía no tienen suficiente acceso a la atención sanitaria. Esto afecta especialmente a los presos políticos. En la prisión de tipo F Adana-Kürkçüler, a los presos se les impide ver a un médico por las acciones arbitrarias de la gendarmería (policía militar). Uno de los afectados es Fatih Özgür Aydin, que padece la enfermedad de Crohn desde hace tiempo y lleva cuatro años encarcelado. Según ha declarado a ANF su madre, Emine Aydin, el tratamiento médico ha sido esporádico desde el estallido de la pandemia del coronavirus. Su hijo ha perdido mucho peso y sufre diarrea constante y dolores de estómago tipo cólico.
Hace un año, una colonoscopia reveló una progresión de su enfermedad, dice Emine Aydin: "El médico que le atendió le recetó medicación y le sugirió otra revisión en seis meses. Sin embargo, la medicación no llegó hasta abril. Ahora iba a ser llevado de nuevo al hospital para una revisión médica. La gendarmería se lo impidió e insistió en registrarle la boca. Como Özgür se negó, no lo llevaron al hospital".
Según explica la preocupada madre, la gendarmería busca hojas de afeitar en la boca de los presos: "Debido a la pandemia, las visitas sin división están prohibidas. Sin embargo, el policía militar, sin respetar la distancia mínima, se quitó la máscara y pidió a mi hijo que hiciera lo mismo". La razón aducida, dijo, fue que los delincuentes introducen cuchillas de afeitar en la cárcel bajo la lengua. Para Emine Aydin, esto es absurdo: "¿Qué se supone que va a hacer mi hijo con una cuchilla de afeitar? ¿Qué clase de lógica es esa y en qué base legal se basa este procedimiento?". Se ha quejado a la dirección de la prisión, pero ésta ha rechazado cualquier responsabilidad porque la seguridad exterior de las cárceles turcas está sujeta a la policía militar.
Özgür Aydin ha sido condenado a diez años de prisión por pertenencia al PKK; el proceso de apelación sigue pendiente.