El 25 de septiembre de 2017 se celebró un referéndum de independencia en Kurdistán Sur, que generó gran controversia y en última instancia fracasó en parte por ello. El 16 de octubre de 2017, la milicia chií Hashd al-Shaabi y el ejército iraquí tomaron el control de Kirkuk, Tuz Khurmatu, Germiyan, Makhmur y Shengal, al tiempo que los Peshmerga kurdos tuvieron que retirarse. De esta manera, Kurdistán Sur perdió una gran parte de su territorio.
El cambio también ha tenido un impacto negativo sobre las mujeres que viven en las regiones afectadas. La Organización de Mujeres Libres de Kurdistán (Rêxistina Jinên Azad ên Kurdistanê, RJAK) ha informado que han habido casos de violencia contra mujeres especialmente en la región de Tuz Khurmatu.
“En la región de Kurdistán, una mujer muere casi a diario asesinada o por suicidio. En la sociedad patriarcal, formada por la mentalidad ocupante, las mujeres son el objetivo de las luchas de poder que tratan de acabar con su voluntad de ser libres. La violencia contra las mujeres se manifiesta no solo de forma física o sexual, sino también son sobre la cultura y la sociedad”, con estas palabras el comunicado de la RAJK denuncia las consecuencias sobre las mujeres de la ocupación.
“Las mujeres de Kurdistán Sur e Irak deben posicionarse contra la violencia contra las mujeres. Como mujeres kurdas, nos tenemos que oponer a las fuerzas ocupantes que nos atacan a nosotras y a nuestro país. Kurdistán está viviendo un momento crucial en el que no podemos permanecer en silencio. Hacemos un llamamiento a todo el pueblo kurdo para que actúen contra la violencia”.